El 1 de octubre es el Día Internacional de las personas mayores. Así lo proclamó la Asamblea General de Naciones Unidas en la Resolución 45/106 de diciembre de 1990.
El objetivo de esta fecha es que sea una jornada festiva y reivindicativa de las personas mayores. También una oportunidad para concienciar a la sociedad sobre el estado en que se encuentran las personas mayores y los desafíos y problemas que afrontan, así como para promover acciones apropiadas para defender y respetar su dignidad.
Las personas mayores quieren una sociedad que las respete, las valore y las incluya sin que la edad se convierta en motivo de discriminación o exclusión. Son depositarias de experiencia, conocimiento y memoria y, sin embargo, a menudo son invisibilizadas, menospreciadas o reducidas a estereotipos injustos que no reflejan su realidad.
Hay que denunciar y combatir el edadismo, una forma de discriminación silenciosa, pero profundamente arraigada que se alimenta de prejuicios y simplificaciones. Estos estereotipos ignoran la diversidad de experiencias y formas de envejecer, e imponen un criterio único y excluyente. Las mujeres mayores son las más afectadas, ya que sufren una doble discriminación: por razón de edad y de género, lo que agrava su exclusión social.
El edadismo se manifiesta en todos los ámbitos y de muchas maneras: cuando se las excluye del mundo laboral, cuando se les niega la capacidad de decidir, cuando los medios de comunicación las retratan como débiles o dependientes, o cuando se las trata con condescendencia y cuando se utiliza como argumento para desarrollar políticas y prácticas discriminatorias sin tener en cuenta su opinión. Estas actitudes no sólo les afectan personalmente, sino que también empobrecen a la sociedad, sin reflejar la riqueza de la diversidad generacional.
Se debe erradicar el edadismo, para promover la igualdad y la justicia en todas las etapas de la vida. Y también se deben promover políticas y leyes que nos protejan contra la discriminación basada en la edad, y fomentar la inclusión y el respeto mutuo entre las diferentes generaciones.
Hay que rechazar cualquier intento de generar confrontación entre jóvenes y mayores. El futuro se construye desde el diálogo, el respeto mutuo y la colaboración entre todas las generaciones. El conflicto entre edades es una falacia que divide, mientras que la convivencia y la solidaridad intergeneracional fortalecen el tejido social y democrático.
Por eso CCOO hacemos un llamamiento a toda la sociedad —instituciones, entidades, empresas, medios y ciudadanía— para:
- Reconocer la dignidad en todas las edades. Valorar la aportación de las personas mayores, por lo que han hecho y por lo que aún pueden ofrecer.
- Implementar políticas públicas que aseguren la igualdad y la participación, que garanticen derechos y oportunidades en todos los ámbitos de la vida que fomenten el envejecimiento activo y combatan la exclusión.
- Transformar el relato social. Romper con los estereotipos en los medios de comunicación, que tienen un papel importante en la construcción social, y para ofrecer imágenes justas y diversas de la vejez.
- Incorporar en la educación contenidos que ayuden a identificar y eliminar el edadismo, y fomentar así el respeto y la convivencia desde pequeños.
- Impulsar el diálogo intergeneracional, creando espacios de encuentro e intercambio para compartir conocimientos, valores y experiencias, y para romper prejuicios y construir puentes.
- Fomentar la cultura de la paz, en un mundo marcado por conflictos armados y crisis humanitarias, donde las personas mayores a menudo son las más vulnerables y olvidadas, es necesario promover una sociedad basada en el respeto, la empatía, el diálogo y la resolución pacífica de los conflictos.
- Fortalecer la democracia desde el compromiso activo y la inclusión de todas las edades para conseguir una sociedad más justa que no recorte derechos y gasto social.
- Envejecer con dignidad, no con miedo. Como una parte activa de la sociedad son un grupo social con identidad y derechos compartidos. Porque el valor de una persona no disminuye con la edad, y porque una sociedad justa y madura es aquella que no deja a nadie atrás.
Nuestra sociedad será realmente justa sólo cuando sea inclusiva para todos y libre de discriminación por la edad.