El gobierno de los Estados Unidos ha iniciado una nueva fase en su estrategia contra la inmigración irregular: repintar de negro las vallas metálicas que conforman el muro en la frontera con México. Según la Administración Trump, esta medida tendrá un doble efecto: elevar la temperatura de las barras de hierro bajo el sol intenso del desierto y, por lo tanto, complicar su escalada, y al mismo tiempo prolongar la vida útil de la estructura, evitando la oxidación.
La decisión se ha hecho pública esta semana a través de la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, en una visita a un tramo de la frontera en Nuevo México. Ante los medios, Noem aseguró que la iniciativa respondía a una instrucción “expresa” del presidente Donald Trump: “Este muro ya es demasiado alto para ser escalado y demasiado estrecho para atravesarlo. Ahora, con la pintura negra, será tan caliente al tacto que muchos migrantes irregulares ni siquiera osarán intentarlo”.
Una estrategia simbólica y operativa
Según Noem, la pintura no solo busca desincentivar los intentos de escalar la valla, sino que también constituye un elemento simbólico: “Es a la vez escudo y monumento: una prueba visible del compromiso inquebrantable del presidente con la seguridad nacional”.
Fuentes de la Patrulla Fronteriza (CBP) han añadido que el recubrimiento negro puede tener beneficios técnicos, como reducir la corrosión del metal expuesto. No obstante, especialistas en ingeniería ya habían advertido, durante la primera administración Trump, que el metal original del muro ya absorbe grandes cantidades de calor y que no hay “una razón técnica clara” para recubrirlo de negro. Además, recuerdan que este tipo de pintura tiende a degradarse con el tiempo y a perder eficacia.
Antecedentes y costos elevados
No es la primera vez que se plantea esta medida. En 2020, en el primer mandato de Trump, la CBP ya probó de pintar tramos del muro en Arizona y Nuevo México para evaluar las ventajas potenciales. Entonces, The Washington Post calculó que el costo total del repintado podría superar los 500 millones de dólares, dependiendo de los materiales y del número de capas necesarias.
Esta vez, los fondos provienen de la ley de presupuestos aprobada en julio, que también contempla nuevas construcciones y tecnología de vigilancia: sensores, cámaras y refuerzos en infraestructuras fluviales a lo largo del Río Bravo. Según Noem, las obras del muro avanzan a un ritmo de unos 800 metros por día.
Impacto en la frontera
Las autoridades de la Casa Blanca defienden la medida como un paso más dentro de su estrategia global de contención. Desde el regreso de Trump a la presidencia, las cifras oficiales indican una caída del 92% en los cruces irregulares respecto del año anterior, con mínimos históricos de 4.600 detenciones en julio. El gobierno atribuye este descenso a la combinación de deportaciones masivas, nuevas barreras físicas y obstáculos acuáticos.
A pesar de ello, colectivos proinmigrantes alertan que estas medidas han tenido consecuencias humanitarias graves y denuncian que muchas personas sin antecedentes penales también han sido detenidas en las redadas.