Las Buhardillas de Casa Canals acogen desde este jueves 4 de septiembre Pedreny, pedram, parany, pericle, un proyecto expositivo de Ariadna Mangrané que reúne una selección de nuevas piezas en pintura, escultura e instalación, articuladas en torno a la idea de transformación. Organizada por el Centro de Artes Contemporáneas de Tarragona, Mèdol, y comisariada por Alexandra Laudo, la muestra se podrá visitar hasta el 16 de noviembre.
"Con esta exposición, Mèdol refuerza su compromiso con las artistas del territorio que desarrollan una trayectoria internacional, y a la vez con una línea de programación que interpela el momento presente desde una mirada poética y crítica", destaca la consejera de Cultura del Ayuntamiento de Tarragona, Sandra Ramos.
Uno de los conjuntos que se pueden ver en Mèdol se desarrolla a partir de pinturas al óleo de naturalezas muertas, que la artista transforma en piezas volumétricas utilizando materiales diversos como el mármol, el cemento, el foam o la jesmonita. Con estos soportes, las frutas exóticas que representan sus naturalezas muertas adquieren una nueva materialidad que las hace mutar, expandirse y alejarse de su referencia original. “Ariadna Mangrané es un exponente de la idea de la expansión artística. Parte de un concepto, lo trabaja, lo evoluciona y genera diálogo entre materiales e ideas", explica Vicent Fibla, director artístico de Mèdol.
En este ejercicio constante de transformación, "Mangrané explora dicotomías como fondo y forma, materia y residuo, creación y destrucción, ruina y monumento", señala Alexandra Laudo, comisaria de la exposición.
La muestra establece una analogía entre tres espacios aparentemente alejados pero conceptualmente conectados: una cantera sueca cercana a su residencia actual, la cantera del Mèdol, de donde se extrajeron las piedras para construir la antigua Tarraco, y las mismas Buhardillas de Casa Canals, que con sus desniveles y particiones evocan una topografía fragmentada.
Con esta metáfora geológica, la artista sugiere también una lectura más amplia sobre la crisis ambiental y la sobreexplotación de los recursos naturales, unos temas que atraviesan su obra desde un lugar sutil pero persistente. La materia, entendida como ciclo de creación y degradación, es el eje invisible que conecta formas, espacios y tiempos.
Nacida en Amposta, formada en Bellas Artes en la Universidad de Barcelona y establecida actualmente en Malmö (Suecia), Mangrané ha construido una trayectoria artística marcada por el interés en la repetición, la copia, el molde y la serialidad.
Después de una estancia Erasmus en Finlandia, volvió a los países nórdicos para hacer un máster en Suecia en 2016 y se quedó a vivir: “Valoran el arte de una manera muy tangible. Lo ponen al alcance de todo el mundo, de públicos muy diversos y heterogéneos, y hay mucha libertad para experimentar”.
Este espíritu de experimentación distingue su manera de trabajar. “Me inicié en el campo de la pintura, pero pronto sentí la necesidad de ir más allá de la superficie bidimensional y empecé a explorar el volumen con otros materiales”, explica. Esta expansión se traduce en un trabajo que desborda el lienzo y ocupa el espacio: formas hechas con foam que dialogan con la arquitectura, relieves de jesmonita que se convierten en frisos escultóricos, peanas construidas con planchas aislantes que cuestionan su propia función.