Àngels Cantos: “Cada pieza del Séquito tiene alma, y mi trabajo es respetarla”

La escultora tarraconense Àngels Cantos habla pausadamente, con la serenidad de quien sabe que su trabajo dejará huella en la memoria colectiva de la ciudad

22 de septiembre de 2025 a las 10:29h

El nombre de esta restauradora y escultora está ligado a muchos de los elementos más queridos del Séquito Popular de Santa Tecla. Hace unos meses recibió el encargo de crear los dos nuevos enanos de la Colla Jove Xiquets de Tarragona, que tienen un valor especial. En su taller, Àngels habla de ello en esta entrevista en exclusiva para La Ciutat.

Àngels, ¿cómo empezaste en el mundo de la restauración y la creación de figuras festivas?
Estudié en la Escuela de Escultura porque siempre me había gustado el mundo de las artes plásticas, pero no tenía claro que me dedicaría a restaurar y crear piezas del Séquito. Un día, cuando yo tenía 22 años, me propusieron hacer una reproducción del Dragón de Sant Roc en fibra de vidrio, y descubrí que era un mundo fascinante, un trabajo que atrapa, porque cada pieza tiene alma e historia propia.

¿Qué diferencia hay entre restaurar y crear una pieza nueva?
La diferencia es muy grande. Cuando restauras, tienes delante una pieza que ya tiene una vida, que ha pasado por muchas manos, y que forma parte de la memoria colectiva. Debo ser muy respetuosa para devolverle la dignidad que quizás ha perdido por el paso del tiempo, sin cambiarle la esencia. En cambio, crear significa empezar de cero. Aquí tengo la libertad —y también la responsabilidad— de darle a la pieza una identidad propia, una cara, una expresión, una personalidad. 

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Foto: Roser Pros 

Cuando te propusieron hacer los enanos de la Colla Jove, ¿cómo lo viviste?
Cuando me llamaron de la Colla Jove me explicaron que querían dos enanos nuevos y que, en este caso, serían muy especiales porque querían que representaran a personas reales vinculadas a la colla. Él es Antonio Soler, conocido como Índio, que era un casteller histórico. Y el enano femenino está inspirado en Montse Prats, que empezó como acotxadora cuando era pequeña y que ha crecido con la colla, pasando por diferentes posiciones hasta convertirse en una pieza clave. Son figuras que llevan una historia personal y colectiva detrás, y eso para mí era un reto y una responsabilidad enormes.

¿Cómo afrontas la creación de una pieza que debe tener un valor sentimental tan grande?
Con mucho respeto. Cuando se trata de unos enanos que representan a personas conocidas, hay que captar su esencia. No se trata de hacer un retrato exacto, porque los enanos tienen su lenguaje propio, pero sí que hay que poder reconocer quiénes son y lo que representan. La gente de la colla me trajo fotos y el reto, sobre todo, fue transmitir aquel espíritu que todo el mundo asocia a Índio y a Montse.

Hablemos del proceso creativo. ¿Cómo has hecho los enanos de la Jove?
Primero me trajeron unos dibujos, unas caricaturas, pero yo tenía que hacer retratos de estas personas, con unas ciertas medidas, de acuerdo con los otros enanos del Séquito. A partir de ahí, con la primera estructura montada, y con la foto delante, empecé a modelar, haciendo las particiones de la cara, y a partir de aquí, fui añadiendo todos los detallitos, como las bolsas bajo los ojos, las arrugas… e ir modelando hasta que hay un punto que dices, aquí ya está. En este caso, cuando se trata de personas reales, si viene gente y los reconoce, mejor que mejor. Es muy difícil que la gente llegue a imaginarse lo que yo veo desde el principio, porque yo ya visualizo el resultado de arriba abajo. Después se aplica la fibra de vidrio y el color. Todo ello son muchas, muchas horas de trabajo. 

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Foto: Roser Pros 

A la hora de crear, ¿también hay espacio para la emoción personal?
Y tanto. Es inevitable. Cuando trabajaba con Índio, pensaba en la responsabilidad de hacerle un homenaje digno. Cuando trabajaba con Montse, pensaba en todas las niñas que empiezan de acotxadoras y que, como ella, se hacen mayores dentro de la colla. Al final, se ponen las manos, pero también el corazón. Se nota mucho cuando se pone emoción en una pieza. Además, es que se trata de la cultura de tu pueblo, la cultura popular. Eso no te lo quita nadie, es una parte de la esencia del pueblo. 

Aparte de estos enanos, muchos elementos del Séquito han pasado por tus manos. ¿Cuáles destacarías?
Pues casi que es más fácil decir los que no he tocado! (ríe). He trabajado con el Dragón, con la Cucafera, la Mulassa, los Siete Pecados Capitales, he restaurado los caballetes de Turcos y Caballetes, el Baile de Titanes, he reproducido los negritos, he restaurado los Gigantes Moros, el León, aparte de las bestias pequeñas. La Mulassa es del joyero Sarramià, pero yo hice la parte de fibra. También he hecho la réplica del Enano Capitán y de los Marqueses y, de hecho, el proyecto de los enanos está inacabado... quizás algún día. A la hora de restaurarlos o de reproducirlos, cada pieza tiene su complejidad y su historia, y aparte de mi trabajo, sobre todo cuando son piezas de nueva creación, tengo que contar con toda una serie de profesionales de otros ámbitos, como carpinteros, basteros, joyeros, la persona que hace las pelucas, el vestuario que debe llevar, porque si una pieza no tiene todos estos elementos bien hechos, se desvirtúa. Visto así, este es un oficio que necesita muchos oficios.

Un oficio que debe ser necesariamente manual, artesanal, sin intervenciones mecánicas ni de IA, por ejemplo...
Naturalmente. En este caso, la intervención de la IA o de las impresiones 3D, da unos resultados muy poco satisfactorios. La gracia de las piezas tradicionales es que se ve la mano humana, una cierta imperfección, porque una cara no es simétrica, porque debe tener sus arrugas, los rasgos físicos que definen cada carácter. Y eso solo se puede hacer de forma artesanal. Por ejemplo, para hacer los enanos de la Colla Jove dels Xiquets he tenido que modelar las caras diversas veces, primero con barro, y he tenido que empezar de cero más de una vez. 

¿Cómo vives la responsabilidad de restaurar piezas que forman parte de la identidad de una ciudad como Tarragona?
Es una responsabilidad muy grande. Cuando tienes delante una pieza como los gigantes de Verderol, que forman parte de la vida de generaciones de tarraconenses, que son los gigantes que yo he visto cuando era pequeña... Yo siempre digo que cada elemento del Séquito tiene alma, y mi trabajo es respetarla y ayudarla a continuar viva. A veces se trata solo de hacer pequeñas reparaciones, otras veces, de restauraciones completas porque las estructuras estaban en riesgo. Pero siempre procuro tener muy presente la importancia que tienen para la gente, y por eso siempre soy muy cuidadosa. 

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Foto: Roser Pros 

¿Trabajar con las manos tiene un regusto filosófico? 
Pues quizás sí. Pasa porque tocas cosas muy chulas. Recuerdo cuando hice el proyecto de los 7 Pecados Capitales, que me cogió como una manía de buscar información. Entonces dices, ¿cómo represento en una máscara un pecado como la gula o la avaricia? Me pasaba muchos ratos mirándome al espejo y haciendo muecas para ver cómo podía interpretar la avaricia. Fue un proyecto muy bonito. Además, detrás también hay una vertiente histórica, porque este baile, como otros, es recuperado. 

Tu trabajo combina restauración y creación. ¿Cómo conviven estas dos facetas?
Para mí son complementarias. Cuando restauro aprendo mucho de la técnica de los que crearon antes: cómo trabajaban los materiales, qué soluciones utilizaban, qué acabados tenían. Y cuando creo tengo la libertad de aplicar este conocimiento y de dar forma a algo nuevo. Las dos cosas enriquecen y me obligan a estar en un aprendizaje constante.

¿Cuál será tu siguiente proyecto?
Siempre hay cosas, y a menudo trabajo en más de un proyecto al mismo tiempo, pero lo que vendrá ahora serán los mismos enanos de la Colla Jove, pero para el Séquito pequeño. Todos los proyectos que llegan me hacen ilusión y mientras pueda, seguiré dando vida y cuidando nuestras figuras. Es un trabajo que me apasiona y que siento como una manera de devolver a Tarragona la confianza que me ha dado. 
 

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