La madre del joven de 15 años que se suicidó en Almacelles (Segrià) en julio, y que había denunciado acoso escolar, ha exigido al centro educativo “que no se escondan las cosas”. En declaraciones a Catalunya Ràdio, Marina —madre del menor— ha asegurado que familia y alumnos alertaron al centro del trato que recibía su hijo por parte de otros estudiantes y que, pese a ello, siempre se les trasladó que se trataba de “conflictos” que se iban resolviendo. También denuncia que desde verano reclama acceso a la documentación del caso y que no se le ha facilitado hasta que la situación se ha hecho pública.
Según la madre, hay testimonios que vieron agresiones a las puertas del instituto, además de burlas y comportamientos vejatorios. Asegura que busca “que se conozca la verdad” y critica el trato recibido por el centro, que califica de “poca colaboración” y de tener “palabras muy duras” con ella. Afirma que defendió el instituto en los primeros momentos —incluso pidiendo retirar pintadas en contra del centro—, pero que ahora hace público el caso para que el nombre de su hijo “quede limpio” y sirva de precedente para evitar nuevas víctimas. También interpela al sistema de prevención, pidiendo centrar la intervención en los agresores y no en la víctima.
Los Mossos d’Esquadra mantienen una investigación abierta para aclarar las circunstancias de la muerte. Por su parte, el Departamento de Educación sostiene que, desde el primer momento en que el chico manifestó que tenía un problema, se activaron todos los protocolos ante violencias en el ámbito educativo, se hizo seguimiento y se pusieron recursos preventivos y de acompañamiento emocional a lo largo de la escolarización. Según las mismas fuentes, la conclusión del centro fue que no existía acoso escolar; sin embargo, si aparecen nuevas evidencias que lo acrediten, se actuará “en consecuencia”.
La controversia reabre el debate sobre la detección y respuesta al acoso en los centros, la comunicación con las familias y el acceso a la información en casos sensibles, así como la necesidad de itinerarios de acompañamiento emocional robustos y protocolos de actuación rápidos y verificables.