Un estudio del Instituto Metrópoli ha evidenciado que un 88,65% de la población del área metropolitana de Barcelona vive en zonas con cuatro o más establecimientos de alimentos poco saludables a cinco minutos a pie. La creciente dependencia de alimentos importados y la falta de alimentos frescos se “traduce” en una alimentación menos saludable y aumenta el gasto energético, las emisiones contaminantes y la cantidad de residuos. El estudio de IDRA propone mejoras para reforzar el papel de los productores locales y luchar contra la crisis climática.
En la jornada de ‘Los caminos de la alimentación’ de la AMB se han presentado las últimas investigaciones sobre distribución y comercialización alimentaria elaboradas por el Instituto Metrópoli y el Instituto de Investigación Urbana de Barcelona (IDRA). Ante la caída del producto catalán (15%) frente al aumento de la importación (28%), el informe ‘Anticiparse a las crisis alimentarias’ elaborado por IDRA propone diseñar un plan para relocalizar la producción, constituir un Consejo Alimentario Metropolitano, desplegar una red de mercados mayoristas de proximidad y el uso de la compra pública para garantizar una demanda estable a los productores locales. Además, plantean una política de inversión verde que impulse la logística eléctrica, el frío eficiente y un banco público de tierras, y también un sistema de trazabilidad en tiempo real para poder conocer el origen y “huella ambiental” de los alimentos.
Los entornos alimentarios
En el estudio ‘Actualización de la cartografía y caracterización de los entornos alimentarios locales en el ámbito de la AMB’ el Instituto Metrópoli ha distinguido diferentes zonas según su oferta alimentaria. El Instituto Metrópoli ha destacado los desiertos alimentarios, que son zonas con escasa disponibilidad de alimentos frescos a cinco minutos caminando; los pantanos alimentarios, que son zonas con mucha concentración de oferta de alimentos poco saludables en un radio de cinco minutos a pie; y los oasis de alimentación ecológica, que son aquellas zonas con un buen acceso a alimentos ecológicos en el mismo radio.
Los resultados del estudio han mostrado que aunque los desiertos alimentarios son prácticamente “inexistentes”, abundan mucho los pantanos alimentarios con un 88,65% de la población, especialmente en barrios como Ciutat Meridiana (Barcelona), la Mina (Sant Adrià del Besòs) y la Ribera (Montcada i Reixac). Según la AMB, el sistema alimentario metropolitano presenta situaciones que “agravan las desigualdades entre los sectores de la población” y esto se puede ver en los oasis alimentarios, que no son accesibles por parte de la población vulnerable.
El proyecto FoodCLIC
La AMB ha implementado desde 2022 el proyecto europeo FoodCLIC que tiene como objetivo desarrollar políticas que garanticen el acceso a una alimentación sana, segura y asequible y al mismo tiempo estudia cómo el tejido social de los barrios más vulnerables puede impulsar respuestas para mejorar la alimentación. Del presupuesto global (de unos 11 millones de euros) se han destinado más de un millón a investigación, participación e inversiones en la metrópolis barcelonesa. En el marco de este presupuesto se han analizado en profundidad los entornos alimentarios de Sant Cosme (el Prat de Llobregat) y Fondo (Santa Coloma de Gramenet).
A raíz de este estudio se ha fomentado la cooperación entre agentes locales para avanzar “hacia un sistema alimentario más justo, sostenible y saludable”. La AMB destaca el proyecto ‘Cuina de Barri' en Sant Cosme donde ofrecen una comida diaria de proximidad por poco más de 30 euros al mes.