El coste de comprar una vivienda en Cataluña continúa escalando y lo hace a un ritmo que preocupa tanto a expertos como a entidades sociales. Según los datos publicados este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el precio de la vivienda creció un 11,3% interanual entre julio y septiembre, un aumento muy elevado que, aunque ligeramente inferior al del trimestre anterior, consolida una tendencia que dificulta cada vez más el acceso a un derecho tan básico como es el hogar.
Este incremento, uno de los más altos desde la burbuja inmobiliaria, confirma cuatro trimestres consecutivos con subidas de dos dígitos. Aunque el ritmo se ha amortiguado levemente, el mercado continúa desbocado, especialmente en la vivienda de segunda mano, que es lo que más afecta a las familias que buscan alternativas asequibles.
La vivienda usada, fuera de control
Mientras que el precio de la obra nueva ha moderado su crecimiento hasta el 7,6%, los pisos de segunda mano han vuelto a marcar máximos históricos con una subida del 11,7%, la más elevada desde que existen registros comparables (2007). Es también el cuarto trimestre seguido en que este segmento crece por encima del 10%.
Esta dinámica preocupa especialmente a las organizaciones que trabajan con colectivos vulnerables, ya que la mayoría de hogares no puede acceder a la obra nueva y se ve abocada al mercado de segunda mano, donde los precios se disparan sin que los salarios puedan seguir el ritmo.
Una década de subidas que no se detiene
El Índice de Precios de la Vivienda encadena incrementos consecutivos en Cataluña desde 2014. El aumento más fuerte de esta serie se produjo precisamente este año, en el primer trimestre, con un 11,7%. Pese a esta breve brecha de desaceleración, los datos muestran un mercado estructuralmente tensionado.
Si se mira la variación trimestral, los precios aumentaron un 2,8% este verano: mientras que las viviendas nuevas cayeron ligeramente (-0,1%), las de segunda mano volvieron a empujar hacia arriba con el mismo 2,8%.
El problema no es solo catalán
El conjunto del Estado tampoco escapa a esta realidad: los precios crecieron un 12,8% anual, el mayor incremento en casi dos décadas. Aun así, Cataluña se sitúa entre las comunidades con subidas más moderadas: solo Navarra registra un crecimiento inferior.
Los mayores incrementos se concentran en tres territorios donde el mercado vive una presión creciente: Murcia (+15%), Aragón (+14,6%) y Madrid (+14,2%).
Estos datos ponen de manifiesto un fenómeno extendido en todo el Estado: la distancia cada vez mayor entre el coste de la vivienda y la capacidad económica de las familias.
Una situación que acentúa desigualdades
Entidades sociales alertan de que estas subidas consolidan un modelo que expulsa a vecinos de barrios enteros, alarga la dependencia familiar entre los jóvenes y aumenta el riesgo de exclusión residencial. El aumento constante del precio de compra también tensiona el mercado del alquiler, que absorbe la demanda que no puede acceder a la propiedad.
El debate sobre la vivienda vuelve, por tanto, a ser central: no solo como un indicador económico, sino como un reflejo directo de hasta qué punto Cataluña y el Estado son capaces de garantizar un derecho fundamental.
