Klein y la decadencia de Cambrils

Artículo de opinión del concejal de En Comú Podem de Cambrils, Jordi Barberà

Jordi Barberà
24 de diciembre de 2025 a las 16:39h

Dicen que hay que tener cuidado con lo que se desea porque es probable que se cumpla. El señor Klein lleva veinte años que de manera más o menos explícita sueña con ser alcalde de Cambrils. En sus inicios soñaba con ser un Mamdani (el actual alcalde de Nueva York) pero el deseo cumplido lo ha llevado a ser un Jesús Gil ineficiente, vanidoso y rodeado de un muestrario (o monstruario) de personajes que han convertido su gobierno en un ejemplo de incompetencia que Cambrils no se merece por mucho “campo de demonios” que sea.  

Si cuando los Comuns estábamos en el gobierno, yo mismo ya advertía de los riesgos de colapso administrativo, de falta de proyecto de ciudad y, sobre todo, de falta de coraje para emprender los cambios y reformas que hacían falta; la situación actual ya es difícilmente reconducible: el gobierno Klein es un gobierno en decadencia: con cinco concejales que, en el mejor de los casos, no saben qué hacer y, en el peor de los casos, hacen lo que les manda Herr Klein, sumados a los concejales desaparecidos del PSC y a un PP, encabezado por el burócrata Chatelain, que se lo mira con sorpresa e incredulidad y que solo espera poder huir rápidamente a Madrid para dejar de pasar vergüenza y relanzar su carrera política sumida en la grisura durante tantos años. Y como el colapso, la ineficiencia y la cobardía política no eran lo suficientemente profundas, ahora el gobierno tripartito Klein + PPsc deciden parar una huelga de trabajadores con seis acuerdos más o menos difíciles de cumplir y con un acuerdo, que de hecho es el que para la huelga (no nos engañemos), imposible de cumplir presupuestariamente y legalmente.

El señor Klein les ha prometido una productividad general que equipare los sueldos a los que marca la famosa RLT (Relación de Puestos de Trabajo) que debe permitir, durante el 2026, que se incremente la masa salarial de los trabajadores en aproximadamente un millón de euros, con una medida (la productividad), que la ley solo permite de manera singular y extraordinaria. Así que el colapso ya es, si no inminente, sí inevitable. El colapso, la frustración y el descalabro. 

Una situación que se sumará a la incompetencia que todos y todas podemos constatar a diario en la suciedad, la dejadez de la ciudad, las calles intransitables (tanto a pie, como en patinete, bicicleta o coche), en parques donde anidan las ratas, en proyectos que se eternizan, en bibliotecas cerradas durante todas las vacaciones escolares de Navidad, en centros cívicos que no sirven para nada, en una cultura de feria (sostenida solo por las empresas y entidades), en un turismo y una promoción económica hecha solo de eventos masificados y aislados, en un aferrarse a la silla y esperar que el último año de mandato se puedan pintar cuatro pasos de peatones, tapar algunos agujeros e inaugurar alguna cosita que dentro de diez años volverá a caerse a trozos.  

Cipolla, el catedrático de Historia económica, que falleció hace unos 25 años, ya distinguía entre cuatro tipos de personas: las inteligentes, las incautas, las malvadas y las estúpidas. Estas últimas son las más peligrosas porque pasan por la vida haciendo daño a los demás y haciéndoselo a ellas mismas, sin capacidad de procurar ningún beneficio a nadie. No hace falta decir a cuál de los cuatro grupos se adscribe nuestro gobierno municipal.  

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