Gripados para desayunar, comer y cenar

Artículo de opinión de Neus Ramonet i Sucarrat, secretaria regional de Salud de la Federación de Lleida de Esquerra Republicana de Catalunya

NEUS RAMONET
Neus Ramonet i Sucarrat
27 de noviembre de 2025 a las 08:31h
Actualizado: 27 de noviembre de 2025 a las 08:31h

Mientras seguimos comprobando que Cataluña acaba en La Panadella, desde Ponent no nos queda otra opción que tragarnos sapos, uno tras otro, impuestos, por acción u omisión.

Mientras los trenes de alta velocidad y regionales que nos conectan con la capital y el área metropolitana sean cada vez más caros y con menos frecuencias, complican mucho el día a día de los que se tienen que desplazar para hacer cosas tan “extraordinarias” como ir a trabajar, estudiar o visitar un médico. Mientras no hagamos nada con los convoyes que pasan por Lleida, sin detenerse, se ignora el territorio.

Cuando falta un helicóptero en Cataluña, nos quitan el nuestro sin despeinarse, olvidan las distancias, la orografía y los recursos que tenemos, nos menosprecian. Y cuando en el Arnau no hay UCI pediátrica ni trombectomía las 24 horas para los ictus, ni otras carencias necesarias, nos olvidan, como también olvidan el agravio que supone para las familias de los pacientes derivados, tener que ir lejos de casa, con gastos que pueden superar los 1.500 euros al mes.

La consejera de Territorio, vivienda y transición ecológica, visita el Pla d’Urgell para anunciar que el Govern rechaza una moratoria a la construcción de plantas de biogás, desoyendo la petición de los alcaldes y del territorio (que lo argumentan para evitar una proliferación desordenada de los proyectos). La consejera dice que “su implantación se debe hacer con criterios de sostenibilidad y diálogo con los ayuntamientos” y anuncia un futuro plan de ordenación de plantas, que llegará a finales de año cuando ya hay más de 30 proyectos previstos en el Urgell, la Noguera, la Segarra, les Garrigues, el Pla d’Urgell y el Segrià. Todo ello, un manual de coherencia. Nos ignoran, nos menosprecian.

Según el Estatuto, en los artículos 144 y 162, la Generalitat tiene competencia compartida en **medio ambiente y salud pública** (incineradoras, tráfico de camiones…), también más allá de la Panadella. Pero, de momento, en Ponent solo proliferan proyectos que levantan recelos. Gerard Batalla, agricultor ecológico, en declaraciones a 3catinfo, denuncia que no hay excedente de purines en la Noguera: “Se utiliza como excusa para ocupar terrenos con residuos de otros lugares, que son los que realmente generan biogás”.

El geógrafo y profesor de la URV, Sergi Salidé, reconoce el valor del biogás para tratar estiércoles, pero alerta de que para hacerlo rentable es necesario añadirle otros materiales. Así, la teórica “solución” local se convierte en una “solución global” al problema de los residuos. Y el ingeniero agrónomo José Ramón Olarieta va más allá: afirma que el proceso no es renovable y que el digestato resultante contiene nitratos. El físico del CSIC, Antonio Turiel, coincide: “Las plantas de biogás no son viables ni técnica ni económicamente.”

El Colegio de Ambientólogos de Cataluña, en un comunicado sobre el proyecto de Nova Tracjusa (recordemos, incineradora y, por tanto, riesgo para la salud), avisa de una “dependencia de residuos externos” y afirma que la planta de Juneda podría tratar trece veces más desecho del que genera toda la comarca.

Lleida y sus comarcas estamos aquí y nos reivindicamos vivas, dinámicas y sobre todo necesarias, pero no para tragarnos la mierda de allí y de más allá, sino para ofrecer vida y calidad de vida. La campaña “Pueblo pequeño, gran vida” pierde sentido cuando los servicios médicos escasean, los trenes no llegan, el trabajo en línea viaja también en regional y solo recibimos atención cuando hay que ponerle una macroplanta de biogás o una incineradora (o parques solares en zonas de cultivo, entre otros...)

Entonces, eso sí, la consellera promete mejoras en caminos rurales y accesos viarios para facilitar el paso de camiones hacia las plantas de biogás (camiones que, como todo el mundo sabe, contaminan). 

Y yo me pregunto si el Govern “de todos” acaba en la Panadella o quizás es que, sencillamente, también llega en tren.

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