El restaurante de ‘First Dates’ vivió uno de esos momentos que alimentan hemerotecas. Soraya, tarraconense de 39 años y masajista sensorial, desembarcó en el programa presentándose como “normal y poco convencional”.
Según explicó, trabaja con terapias alternativas para “conectar energías”... y también ejerce de dominatrix: “Tengo chicos que hacen de mascotas y hago sesiones donde me obedecen”. Una confesión lanzada con naturalidad que dejó a Carlos Sobera y a la audiencia con las cejas en alto, y que ella misma situó como el gran escollo de su vida sentimental: “No todo el mundo lo entiende; por eso estoy soltera”.
La producción le había preparado una cita con Federico, chef y jugador de póker de 37 años, de origen italiano. Pero el encuentro nació torcido. A Soraya no le gustó nada el físico de su acompañante: “Me gustan los hombres fuertes, que me hagan sentir protegida, no tener que protegerlos yo con el látigo”, espetó.
Él, en cambio, la encontró “muy atractiva” de entrada. La afinidad, sin embargo, se esfumó a la primera curva: Soraya arrastra un rechazo frontal a la cocina y a los cocineros, y Federico, orgulloso de su oficio, no supo esquivar el golpe. Sus quejas constantes de salud tampoco ayudaron: ella lo calificó de “demasiado negativo”.
El mundo BDSM, una bandera roja para tu cita
Cuando Soraya detalló el mundo BDSM (Bondage, dominación, sumisión y masoquismo) y el concepto de “mascotas humanas”, Federico reaccionó marcando territorio: “Yo también soy muy dominante”. El aviso de Soraya fue claro: “No intentes dominarme. Para mandar, ya estoy yo”. A cámara, él remató la incompatibilidad: “Quiero una mujer a mi nivel, ni por encima ni por debajo. Con alguien como ella, siempre acabaría por encima”.
En un intento de aproximación, Soraya propuso un masaje sensorial en el reservado: “No te pegaré ni te torturaré”, dijo con sorna. Lejos de apaciguar tensiones, la experiencia incomodó a Federico: “Me sentí como un gorila en una jaula; conmigo eso no funciona”. Ni siquiera el intento de ella por mostrar su lado “amoroso y servicial” enderezó la velada.
El veredicto final fue tan previsible como categórico: ninguna segunda cita. El encuentro entre Soraya y Federico queda como un manual de incompatibilidad de caracteres: química cero, choque de egos y un relato que confirma que, nueve años después, ‘First Dates’ continúa teniendo cuerda para sorprender —aunque los protagonistas se marchen más lejos que nunca el uno del otro.