Durante la dictadura franquista, muchas expresiones de cultura popular desaparecieron y acabaron relegadas. Durante aquellos años, el actual repertorio de bailes y la efervescencia de Santa Tecla eran inexistentes. No fue hasta la llegada de los primeros ayuntamientos democráticos cuando se recuperó la fiesta y cogió la fuerza que la ha catapultado hasta el éxito actual. Entre todos los bailes que habían tenido presencia en el séquito de Tarragona, el único que se mantuvo durante aquella época oscura fue el Ball de Bastons.
Con todo, esta actividad continuada desde 1841 y con referencias de 1633 en la ciudad estuvo a punto de perderse. La interrupción repentina del baile, sin embargo, fue suplida por el Esbart Santa Tecla, que había nacido cuatro años antes con el objetivo de impulsar las danzas y tradiciones catalanas. De hecho, en 1973 ya se empezó a hacer bastones como una actividad más del Esbart y en 1975 cogieron el testigo del anterior Ball de Bastons.
“El Esbart dijo que no nos podíamos quedar sin bastones y creó el Cos de Bastoners con gente que conocían del baile disuelto y bailarines del Esbart”, relata Alberto Santiago, uno de los jefes de grupo del Cos de Bastoners. El encargado de hacer de maestro fue Pere Roca, que había sido miembro del Ball de Bastons de Tarragona y conocía perfectamente la técnica. Su figura tendría un reconocimiento años después, convirtiéndose en el primer Perpetuador de las fiestas de Santa Tecla.
50 años de historia
Aunque el Ball de Bastons de Tarragona se recuperó en 1977, el Cos de Bastoners mantuvo la continuidad hasta ahora. Medio siglo en las calles que ha dado para muchos cambios.
Uno de ellos es la flauta, su instrumento característico. Desde 1975 se consolida un estilo propiamente tarraconense en el acompañamiento musical, con una flauta solista que guía toda la danza. Al principio, se utilizaban flautas de metal o plástico de seis agujeros frontales, pero en 1990 se encargó la confección de una flauta de madera que sería un antes y un después y marcaría un sonido propio. Precisamente, este proceso fue galardonado en 1991 con el Premio Nacional de Cultura Popular, que distinguía la reintroducción de la flauta como elemento identitario.
Otro rasgo que caracteriza la evolución del Cos de Bastoners es la incorporación de la mujer. Rosa Llorach fue la primera mujer en picar bastones en la fiesta mayor de Tarragona, aunque el hito se adoptó con cierta naturalidad. “Tenían que ser 16, faltaba uno y yo estaba allí. Así funcionaba todo. En aquel momento, no tuve conciencia de la importancia del acto para el futuro”, recuerda. El gesto abrió la puerta a un baile de bastones mixto, siendo pioneros en la incorporación de la mujer al Séquito.
La manera de picar también ha cambiado ligeramente desde sus primeros pasos. “Pere Segarra, que es el bastoner más veterano, dice que antes picábamos más fuerte y más rápido, pero que no se escuchaba tanto la flauta como ahora”, explica Alberto. De todos modos, asegura que intentan “mantener la esencia” y considera que “no hay tanta diferencia” porque el nivel sigue siendo alto.
Una manera de picar única
Curiosamente, el baile de bastones de Tarragona es diferente de los que se pueden encontrar por todo el país. “La manera de picar es totalmente singular. Los bastoners de Vilafranca o l'Arboç hacen una danza y utilizan los bastones como percusión. Nosotros estamos estáticos y tenemos una flauta que nos marca el ritmo con tres notas”, señala Alberto.
El estilo tarraconense es heredero de una tradición que se aleja de la danza ornamental para centrarse en el choque rítmico y la tensión del movimiento. Al contrario de otros bailes, el sonido de los bastones es el protagonista y la ausencia de la danza es característica.
Sin embargo, el repertorio es variado y permite modular el espectáculo. Las dos piezas básicas son la larga y la simussara, pero también hay bailes por grupos como los nanos (cuatro bastoners) o los centros (dos rombos que cambian de posición). La butifarra es la más dinámica, aunque menos técnica, y el pericón es de las más espectaculares, con saltos finales.
Sant Magí y Santa Tecla
El Cos de Bastoners tiene el particular honor de salir en las dos fiestas mayores de la ciudad. Únicamente los nanos, los gigantes y los bastoners están presentes por Sant Magí y Santa Tecla. Esto ha hecho que siempre hayan estado “arraigados” a la fiesta pequeña de la ciudad y para ellos tenga también mucha importancia.
Uno de los actos más especiales por su 50 aniversario fue precisamente por Sant Magí. El Cos de Bastoners se trasladó hasta Sant Magí de la Brufaganya –localidad hasta donde van los portadores a recoger el agua- para actuar durante la última noche. Además, inauguraron una exposición en los Servicios Territoriales de la calle Mayor que vuelve a estar disponible para Santa Tecla.
Para cerrar los actos, el pasado 15 de septiembre hicieron un ensayo abierto y el 20 de septiembre se mostrarán al mundo en un particular acto en el parque del Anfiteatro. Con el patrimonio de Tàrraco de fondo, Tarragona recibirá a los alcaldes de las ciudades del pacto de amistad Chartreuse con una muestra de cultura popular con varios elementos de la fiesta de la ciudad. Una oportunidad para que los alcaldes de todo el mundo queden hipnotizados con el sonido inconfundible de los bastones y la flauta.
¡Cuidado con los dedos!
Dejando de lado el fuego, el baile de bastones es una de las piezas del séquito tarraconense que más accidentes puede generar. Una mala coordinación te puede obligar a tener que necesitar el bote de Reflex que siempre tienen a punto. De hecho, el accidente más aparatoso de Alberto llegó el día de su debut, en 2011. “Me piqué tan fuerte que se me cayó una uña. A partir de aquí no he tenido muchos más accidentes fuertes”, reconoce. Sin embargo, subraya la importancia de la coordinación con la pareja para salir de la fiesta sin ninguna picada mal dada. “Si tienes buena compenetración, te picarás una vez al año como mucho”.
Donde no hay peligro es en la calle Tranquil, creada en la calle Santa Anna para que las personas con sensibilidad auditiva también pudieran disfrutar de la fiesta. Allí, algunos pican flojo y otros hacen “playback” con los bastones, mientras el flautista adapta la melodía para suavizarla.