OPINIÓN | La política municipal no va de cambios de pareja de baile

Artículo de opinión de Violant Cervera, portavoz del Grupo Municipal de Junts en la Paeria y diputada en la Diputación de Lleida

Violant Cervera
31 de diciembre de 2025 a las 10:02h
Actualizado: 31 de diciembre de 2025 a las 10:17h

Durante el debate del presupuesto municipal en el Pleno, el alcalde ironizó sobre la situación política hablando de “cambio de pareja de baile”. Dijo que hasta ahora había bailado con una pareja con la que todo había ido muy bien y que ahora, al retirarle la confianza, todos los grupos de la oposición se le ofrecían para bailar. Quizás la metáfora quería ser ingeniosa. Pero cuando una crisis política seria se reduce a este nivel de frivolidad, el problema ya no es solo el presupuesto: es el talante.

El 31 de diciembre, el Pleno del Ayuntamiento votará una cuestión de confianza vinculada a estos presupuestos. Es un mecanismo legal y legítimo que puede permitir sacar adelante los presupuestos, pero es un mecanismo excepcional. Y sobre todo es revelador: ha fallado el consenso en un gobierno en minoría.

Durante dos años, desde Junts per Catalunya hemos actuado con una lealtad institucional que nadie puede discutir. Apoyamos los presupuestos de 2024 y 2025 y las ordenanzas fiscales porque Lleida no podía permitirse la parálisis. Gracias a este clima de colaboración, se han podido sacar adelante decisiones útiles y necesarias: la bajada del 4% del IBI, el Pabellón 5 de la Feria, el impulso del Consejo de la FP, la mejora de equipamientos deportivos, el contrato de jardinería y el contrato de limpieza. Este último fue rechazado por todos los grupos, a pesar de que debía permitir mejorar el servicio. Algunos quizás preferían continuar haciendo vídeos comparando la suciedad con la de otras ciudades; nuestra voluntad era, sencillamente, mejorar la ciudad.

El problema es que, con el paso del tiempo, esta lealtad se ha confundido con disponibilidad permanente. Y esto no es solo un error político; es una falta de respeto. Durante este 2025, los acuerdos han dejado de tener seguimiento, los compromisos se han repetido presupuesto tras presupuesto sin ejecutarse y las decisiones estratégicas se han tomado como si el apoyo que había garantizado la estabilidad fuera prescindible o intercambiable.

Aquí yace el fondo del desacuerdo. La política municipal no va de cambios de pareja de baile. Gobernar una ciudad no es probar con quién sale mejor la escenografía del momento. En el mismo Pleno lo comprobamos con la prórroga del contrato de autobuses. Desde Junts hicimos propuestas ambiciosas para mejorar las frecuencias del servicio, pero el gobierno del PSC consideró que le salía más barato pactarlo con el Partido Popular. Unas medidas que NO mejorarán el servicio.

La confianza institucional no es una relación circunstancial ni un recurso sustituible cuando conviene. Es el resultado de diálogo, lealtad y cumplimiento de los acuerdos. Tratarla con superficialidad no es una anécdota: es una forma de ser y de gobernar. Y explica mejor que ningún discurso por qué hoy la confianza se ha roto.

Nuestro voto contrario al presupuesto del 2026 es coherente con todo esto. Estos presupuestos no mejorarán la vida de los ciudadanos. Los vecinos del Centro Histórico y de la Mariola no vivirán mejor. Las cuentas concentran grandes proyectos no consensuados, como el EDIL y el Plan de Barrios, con más endeudamiento y más riesgo, mientras el presupuesto es continuista, o incluso regresivo, en aquello que la ciudadanía nota cada día: seguridad, movilidad, juventud, deporte o atención a la gente mayor.

Este presupuesto no es real, no es útil para el día a día y no es responsable con el futuro de la ciudad.

Por eso, desde Junts per Catalunya votaremos en contra de la cuestión de confianza. Lo hacemos porque hemos perdido la confianza en la manera de gobernar, no por tacticismo. El alcalde tenía alternativas: podía haber prorrogado unos presupuestos de 2025 que, de hecho, ni siquiera se han ejecutado. En lugar de eso, ha optado por un mecanismo excepcional para imponer unas cuentas que el PSC ha decidido presentar unilateralmente como “los mejores presupuestos de la historia”. La historia lo juzgará. Lo que es evidente hoy es que, con este presupuesto, Lleida no mejorará.