Sants enciende la Fiesta Mayor: entre la magia y el llamamiento por más manos

El barrio se transforma en un escenario festivo lleno de colores y emociones, mientras las comisiones reclaman más voluntarios para mantener viva la tradición

23 de agosto de 2025 a las 12:04h
Actualizado: 23 de agosto de 2025 a las 12:17h

Hoy, 23 de agosto, Sants marca un punto de inflexión: el barrio deja atrás la rutina y se convierte en un escenario inmenso. Conciertos, cenas populares, actividades culturales y, sobre todo, las calles adornadas —que año tras año se convierten en la atracción principal— vuelven a llenar de orgullo y emoción a vecinos y visitantes.

Sin embargo, detrás de este estallido de colores y alegría hay otra realidad: muchas comisiones sufren falta de voluntarios y reclaman ayuda.

La otra cara de la fiesta: el trabajo invisible

Las comisiones de calles, que son el motor de la fiesta, lo tienen claro. Aunque algunas, afortunadamente, pueden mantener un buen ritmo gracias a un gran grupo de voluntarios, otras se encuentran al límite. “Somos los que ves (siete personas) y estamos cansados, pero también ilusionados como cada año. Tenemos la suerte de que hay gente que se suma, pero muchos de ellos, como es normal, sólo pueden venir un rato porque trabajan. Hacemos lo que podemos, pero cuesta mucho mantenerlo año tras año”, explica Amadeu Cervera, de la calle Vallespir, mientras ajusta un detalle de su decoración.

Con el mismo tono que Cervera, Jordi Ibáñez, vecino del barrio de Sants de 87 años, observa cada día cómo la comisión de su calle trabaja: “La gente ve la magia terminada, pero no sabe que esto son meses de trabajo y sacrificio. Si no llega relevo generacional, alguna calle tendrá que plegar. Hace años, participaban 18 calles, ahora 11. No podemos hacer que más comisiones abandonen esta tradición. La unión del vecindario es el espíritu de Sants.”

Este sentimiento es compartido. Por eso, las comisiones han hecho un llamamiento abierto a través de las redes sociales: hacen falta más manos, hace falta implicación y compromiso para que la Fiesta Mayor no pierda su espíritu.

El recuerdo amargo de la calle Verdi

Este año, la sonrisa festiva convive con la tristeza. El incidente en la calle Verdi de Gràcia todavía pesa sobre los ánimos de los vecinos. “Estamos tocados y más concienciados que nunca”, admite el presidente de la comisión de la calle Valladolid, David Cerqueda. “Lo que sucedió nos recuerda que las fiestas no son sólo juerga, sino también responsabilidad y comunidad. Nos supo muy mal, ya que sabemos de primera mano el gran trabajo que hay detrás y el compromiso y la pasión con que se hacen las cosas.”

Homenajes y ausencias

Las fiestas también son memoria. Este año, la calle Valladolid recuerda a Conxita, una vecina histórica y voluntaria incansable que ha muerto recientemente. “Era la primera en llegar y la última en marchar. Siempre animaba a todo el mundo y decía que la fiesta es el alma de la calle. Su ausencia se nota mucho. Sin embargo, es como si todavía estuviera aquí”, explica una amiga de Conxita, que ha decidido no decir su nombre y que fue miembro de la comisión junto con ella.

El espectáculo visible y el sacrificio oculto

A partir de hoy, los vecinos de Sants y los visitantes podrán disfrutar de calles transformadas en bosques encantados, mundos marinos o universos fantásticos. Las decoraciones serán escenarios donde pequeños y grandes se maravillarán, fotografiarán y compartirán en las redes sociales.

Pero tras cada detalle hay horas de trabajo silencioso. “Es como construir un teatro gigante sin una idea fija y con pocos recursos”, dice Xavi, de la calle Papin. En la misma línea, Adrià Gutiérrez, nuevo vecino del barrio y que se ha implicado por primera vez, confiesa: “No sabía la magnitud de lo que era. Es duro, pero te enganchas cuando ves la ilusión de los vecinos.”

Fiesta sí, pero con compromiso

Las comisiones insisten en que la Fiesta Mayor no es sólo consumir actividades. “La fiesta es de todos y para todos, pero hace falta implicación. Siempre se necesita ayuda”, advierte Alejandro Marín, de Alcolea de dalt. También reclaman civismo y respeto durante los días de celebración. “Si queremos mantener esta tradición, debemos demostrar que la fiesta puede convivir con el descanso y la convivencia”, recuerda.

El futuro, en manos del vecindario

A pesar de las dificultades, el inicio de la Fiesta Mayor parece vibrante, a pesar de la lluvia de ayer. “Cuando ves a los niños bailando, la música en la calle y los vecinos juntos, todo el esfuerzo cobra sentido. Sin vecinos no hay fiesta. Y sin fiesta, Sants pierde una parte de su alma”, sonríe Rosa, que lleva muchos años al pie del cañón.

El llamamiento está hecho. Ahora, más que nunca, la Fiesta Mayor de Sants necesita manos, corazones y voces para seguir escribiendo su historia.

 

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Lourdes Tasies
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