La proliferación de cadenas de cafeterías y panaderías industriales vuelve a generar debate a raíz de un tuit del usuario @martitriquell, estudiante de periodismo de la Universitat Autònoma de Barcelona que vive en la ciudad de Mataró. Triquell publicó un tuit ayer que alertaba de que “mañana abrirá el tercer 365 en un área muy pequeña del centro de Mataró, a solo 100 y 300 metros de los otros”.
Con el texto acompañaba una imagen de un mapa de la ciudad de Mataró con la ubicación de los tres locales 365, todos muy cerca los unos de los otros, que muestra cómo el centro de las grandes ciudades catalanas están acogiendo decenas y centenares de locales de la misma tipología: cadenas con diversos trabajadores, cafés, repostería y pan que, en muchos casos, es descrito como de "dudosa calidad".
Mañana abrirá el tercer 365 en un área muy pequeña del centro de Mataró, a solo 100 y 300 metros de los otros. pic.twitter.com/yOzy3trNgx
— Martí 🍭 (@martitriquell) November 24, 2025
En el caso de Mataró, la situación queda expuesta por la apertura de un nuevo 365, pero en otras ciudades catalanas se repite con cadenas como Vivari, Santagloria, Farinus, Panet...
Los centros de las ciudades convertidos en franquicias
Esta imagen, cada vez más habitual en los centros urbanos, refuerza la percepción de que estas cadenas están ocupando de manera agresiva los espacios más transitados, a menudo sustituyendo comercios históricos y modelos de negocio más tradicionales y de proximidad.
El fenómeno no es nuevo, pero sí cada vez más evidente: mientras los locales de toda la vida cierran por jubilación, falta de relevo o presión de los alquileres, las grandes cadenas aprovechan para expandirse a un ritmo acelerado. La estrategia es clara: alta presencia en zonas de paso, producto homogéneo, precios competitivos y una logística que les permite abrir muchos locales en pocos meses.
Esto pasa en Mataró, pero también en Barcelona, Girona, Tarragona, Reus o L'Hospitalet, se repite el mismo patrón: calles donde antes había panaderías artesanas, chocolaterías, bares emblemáticos o pequeñas pastelerías, hoy muestran un paisaje casi clonado con rótulos idénticos y ofertas calcadas.
Vecinos y consumidores denuncian que esto no solo uniformiza el entorno comercial, sino que empobrece la vida de barrio, reduce la diversidad y dificulta la supervivencia de negocios independientes.
Debate en las redes
En las redes, el tuit ha reabierto el debate sobre qué modelo comercial se está promoviendo. Algunos usuarios señalan que “es imposible competir con grandes cadenas que pueden pagar alquileres más altos y negociar condiciones con distribuidores”, mientras que otros lamentan que “el centro de la ciudad cada día se parece más al de una franquicia gigante”.
Los expertos alertan de que, sin una planificación comercial más equilibrada —como la que algunos municipios ya estudian—, los centros urbanos corren el riesgo de convertirse en espacios homogéneos, donde la identidad comercial local desaparece a favor de un mapa de franquicias repetitivo en todo el país.
Algunos usuarios han respondido a la publicación de Martí Triquell quejándose de la proliferación de estos locales, calificándolos de "plaga de vendedores de pan malo y café aún peor".