La Fiesta Mayor de Sants, que este año se celebra del 23 al 31 de agosto, ha vuelto a convertirse en uno de los momentos más esperados del calendario barcelonés. Conciertos, actividades infantiles, talleres y pasacalles han llenado plazas y calles del barrio, reafirmando el carácter popular y comunitario de la fiesta. Sin embargo, la alegría y la celebración han quedado nuevamente empañadas por una polémica que hace años que se arrastra: la convivencia entre el tanatorio de Sants y los espacios de juerga.
El tanatorio, inaugurado hace poco más de dos años, tiene su entrada principal en la calle Comtes de Bell-lloc y una fachada que da directamente a la plaza de Can Climent, uno de los puntos neurálgicos de la Fiesta Mayor. Este año, como en ediciones anteriores, la plaza y la calle han sido ocupadas por escenarios y actividades desde el inicio de las celebraciones, hecho que ha puesto en evidencia la difícil compatibilidad entre el duelo y el ocio.
Un malestar constante
Los vecinos agrupados en la plataforma Stop Tanatori desde un inicio reiteraban que la ubicación del equipamiento funerario es “un error urbanístico” que no tiene sentido en un entorno rodeado de escuelas, equipamientos juveniles y espacios comunitarios. “No se trata de rechazar el servicio que presta un tanatorio, que es necesario, sino de cuestionar dónde se ha ubicado. Nadie quiere bailar delante de un tanatorio, ni celebrar la fiesta mayor, ni ver a sus hijos jugar allí al lado. Es una cuestión de sentido común”, asegura Nuria Muñoz, vecina del barrio de Sants y quien asegura mantenerse en contra completamente “desde el primer día”.
Varios vecinos que participan en la Fiesta Mayor también comparten esta incomodidad. “Cuando estás en un concierto y levantas la vista, ves el tanatorio. Da mala impresión. El barrio merece disfrutar de la fiesta sin esta sensación extraña”, explica Julia, vecina de la calle Galileu.
Otro vecino, Jordi Dalmau, remarca la contradicción: “Durante toda la semana las calles están llenas de música, bailes y niños jugando, y a la vez tienes un espacio pensado para el duelo. Es como juntar el agua y el aceite”.
El tanatorio, sin actividad durante la fiesta
Según fuentes vecinales, durante estos días el tanatorio prácticamente no ha ofrecido servicios, ya que el acceso de la calle Comtes de Bell-lloc se encuentra cortado por el montaje del escenario y los conciertos. Esta situación, añaden, demuestra la inviabilidad de esta ubicación.
El compromiso político y la urbanización de Can Climent
El conflicto por el tanatorio no es nuevo. Ya en 2023, a raíz de las movilizaciones vecinales, los grupos políticos del distrito de Sants-Montjuïc firmaron un acuerdo para garantizar que la plaza Can Climent continuara siendo un espacio de ocio y de encuentro a pesar de la presencia del tanatorio. Este compromiso político permitió sacar adelante el proyecto de remodelación de la plaza, que el Ayuntamiento finalizó el pasado mes de mayo.
Hoy, Can Climent se divide en tres espacios diferenciados: una zona de descanso con graderías y bancos, una zona deportiva con media pista de baloncesto, media pista de fútbol y mesas de ping-pong, y una zona infantil con juegos pintados en el suelo. Además, se ha reservado un espacio polivalente donde se pueden instalar escenarios para conciertos y actividades culturales.
El debate, más allá de la Fiesta Mayor
Para los vecinos, el conflicto no terminará con la clausura de la Fiesta Mayor el próximo domingo. “Ahora son las fiestas, cuando hay el gran bullicio, pero en septiembre empiezan las escuelas y la plaza se llenará cada tarde de niños y niñas. Los Castellers realizan actividades todo el año, y el choque con el tanatorio se hará evidente cada semana”, afirman.
Mientras tanto, algunos vecinos defienden que la realidad acabará imponiéndose: “La plaza ya es un espacio de vida cotidiana, y la fiesta es sólo un reflejo más. El tanatorio es quien está desubicado, no el barrio”, dice Carme Sánchez, vecina de toda la vida.
Una carpeta pendiente en el distrito
La Fiesta Mayor de Sants de 2025 deja, así, una nueva imagen de contraste: mientras las collas y los vecinos bailan, ríen y celebran, la fachada del tanatorio se alza silenciosa, recordando que la convivencia entre fiesta y duelo sigue siendo una de las grandes contradicciones urbanísticas de la ciudad.