La conmemoración del 25 de Noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, ha vuelto a llevar al centro de Barcelona una multitud que ha recorrido las calles bajo el lema “Teixim resistències. Lliures, vives i rebels contra les violències masclistes, racistes i colonials”. Según datos de la Guardia Urbana, unas 1.400 personas han participado en la marcha, convocada por Novembre Feminista, que ha salido de plaza Universitat y ha avanzado hasta plaza Antoni Maura en un ambiente reivindicativo y lleno de consignas.
Desde la organización, Rozina Bertran ha lamentado que las violencias machistas “están a la orden del día” y ha hecho un llamamiento a ocupar el espacio público por todas aquellas mujeres que, por miedo o por situación personal, no pueden hacerlo. “Tenemos que alzar la voz por aquellas que no pueden hacerlo”, ha afirmado, insistiendo en que el feminismo continúa siendo imprescindible ante el auge de los discursos de odio.
También Marisa Fernández, de Novembre Feminista, ha señalado que las herramientas actuales son insuficientes si no se destinan más recursos. “Si no hay recursos, no saldremos”, ha remachado, poniendo el foco en la necesidad de identificar las violencias y prevenirlas desde la raíz.
La movilización ha contado con la presencia de representantes de la mayoría de grupos parlamentarios. Lluïsa Moret (PSC) ha remarcado que la lucha contra esta lacra “requiere unidad de todas las instituciones y la sociedad”, y ha alertado sobre la violencia digital, especialmente entre jóvenes. Por su parte, la secretaria general de ERC, Elisenda Alamany, ha recordado que las violencias machistas son un “problema estructural” y ha criticado a los partidos que “dan la espalda” a esta realidad, citando PP, Vox y Aliança Catalana.
Desde Junts, Judith Toronjo ha defendido el “compromiso inapelable” de la formación y ha reivindicado la actualización de la ley de erradicación de la violencia machista para incorporar nuevas formas de violencia, especialmente la digital y la sanitaria. También ha rechazado la vinculación de la violencia machista con la inmigración, recordando que “es un elemento estructural que no depende de nacionalidades ni procedencia”.
La presidenta de los Comuns en el Parlament, Jéssica Albiach, ha puesto el foco en la violencia institucional y en la necesidad de políticas públicas con perspectiva feminista, mientras que la portavoz de la CUP, Susana Moreno, ha denunciado la precarización derivada del patriarcado y ha reivindicado el feminismo como movimiento antifascista.
El manifiesto del 25-N, leído al final de la marcha, ha insistido en que las violencias machistas continúan presentes en múltiples ámbitos: sexuales, económicas, digitales, institucionales, laborales o educativas. El texto denuncia feminicidios, agresiones y violencia vicaria, y exige poner fin a la “impunidad institucional”, reforzar los servicios de atención y garantizar recursos “reales”: vivienda, apoyo psicológico y jurídico, y protocolos efectivos.
El documento también reclama espacios seguros, el reconocimiento de todas las violencias —incluidas las obstétricas o las digitales— y una “justicia feminista” que no revictimice. Las entidades alertan del colapso de los servicios sociales y de la falta de coordinación institucional, y exigen derechos plenos para personas migradas y racializadas.
Con una llamada final a continuar luchando “desde la autodefensa feminista, el apoyo mutuo y la construcción colectiva de una vida digna”, el movimiento feminista ha dejado claro que continuará tejiendo resistencias tanto en las calles como en los espacios comunitarios.
