Con 31 obras en marcha y más de 37.000 m² de pavimento en renovación, muchos barceloneses denuncian que las afectaciones a la movilidad se suman a las tensiones por el exceso de turismo estival
En Barcelona, el verano ha sido tradicionalmente la época escogida para iniciar obras y reformas en la vía pública. El Ayuntamiento aprovecha la reducción del tránsito habitual para ejecutar actuaciones de mejora en infraestructuras y servicios. Este año, se están llevando a cabo 31 obras y 7 repavimentaciones, que afectan a un total de más de 37.000 m² de superficie urbana. Algunas de estas actuaciones se alargarán hasta después del verano.
A pesar de la planificación institucional, el malestar ciudadano va en aumento. No solo por el turismo masivo, que cada verano llena las calles y el transporte público, sino también por las afectaciones constantes a la movilidad derivadas de las obras. “Es insoportable. Ya no es solo que no puedas caminar tranquilo por el barrio por la cantidad de gente, sino que con tantas obras no puedes ni circular en coche ni confiar en el bus”, explica indignada Nuria Cano, vecina de la calle Elkano.
El caso crítico de la calle Muntaner
La zona más afectada este verano es la calle Muntaner, donde la Generalitat está ejecutando la prolongación de la L8 de los FGC entre plaza España y Gracia. El 10 de agosto se cortará completamente el tramo entre Laforja y Marià Cubí durante 13 meses para construir una salida de emergencia de la futura estación. Se calcula que esto afectará a unos 13.000 vehículos diarios. “He tardado el doble en llevar a los niños al centro de día. No puedes hacer planes normales sin encontrarte una valla o un desvío. Esto no es una ciudad eficiente, es una yincana diaria”, lamenta Adrià Pins, padre de dos niños y usuario habitual del transporte público.
También hay obras en la zona alta
Otros puntos calientes son la futura estación de la L9/L10 en la calle Manuel Girona y las obras de cobertura de la ronda de Dalt. En la zona de la calle Doctor Ferran, los dos carriles del lado Besós ya han sido cortados, y a partir de hoy se ocupará toda la calzada y parte de la acera del lado Llobregat. “Siempre he pensado que, con el tiempo, esta ciudad ha sido pensada para obras y coches, pero no para la gente que vive aquí”, denuncia Aina Ferrero, vecina de Pedralbes.
Cuando convivir con turistas y grúas se hace insoportable
La queja principal que se repite entre los barceloneses es que la ciudad se transforma y se promociona constantemente, pero no desde el punto de vista del vecindario. El turismo masivo ya hace años que genera tensiones, pero ahora se suma una sensación de abandono provocada por una ciudad llena de obras, desvíos y ruido. “No nos podemos mover a ningún sitio. Ni en bici, ni en coche, ni en bus. Cada calle tiene una obra, y encima estamos rodeados de turistas haciendo fotos. Es una sensación de desbordamiento total”, explica Júlia del Camino, que vive en el barrio de Gracia y trabaja en el Eixample.