Demócratas debe definirse de centro-derecha para convencer a sus propios militantes

La nueva ejecutiva, integrada por cargos ya consolidados, llega en un momento en que DA necesita decidir quién quiere ser

30 de noviembre de 2025 a las 11:25h
Actualizado: 30 de noviembre de 2025 a las 15:45h
Un momento del Congreso de DA de ayer. / M. R. - ANA

El congreso que Demòcrates celebró ayer dejó una sensación difícil de ignorar: el partido aún no ha resuelto su eterna indefinición ideológica ni ha elegido cómo afrontará las próximas elecciones para intentar frenar a los de Cerni Escalé. Tras años intentando aproximarse al centro, combinando medidas propias de la izquierda con decisiones tímidas de derechas, DA se ha situado en una tierra de nadie que no ha convencido ni a unos ni a otros. Ni los votantes de izquierdas han percibido sus políticas como propias, ni los votantes de derechas han encontrado un proyecto firme y reconocible como el que históricamente había defendido la formación.

La nueva ejecutiva presentada ayer se enmarca en esta misma lógica híbrida. El partido le da un aire de renovación, pero el relevo tiene más de cosmético que de real. El nuevo presidente, Ladislau Baró, y el secretario general, Guillem Casal, son ministros en activo, y por tanto representan un perfil político más que conocido. Maria Martisella en organización tampoco es un rostro que sorprenda a nadie dentro del partido. En conjunto, la nueva dirección parece más un reajuste interno que una apuesta por profundizar en una nueva etapa.

El congreso también evidenció otro síntoma: la escasa presencia de militancia de base. La sala estaba llena —sí— pero sobre todo de ministros, embajadores, secretarios de Estado, directores y excargos institucionales. Pocos militantes que no tuvieran o hubieran tenido un puesto en el Gobierno o en algún común. Una imagen que refuerza la sensación de que DA continúa funcionando como un partido con una estructura muy institucionalizada pero poco arraigada en la calle.

La dirección saliente y la entrante han presentado cuatro ponencias que quieren marcar el rumbo de las próximas etapas: identidad y cultura, pensiones, innovación y un crecimiento “asumible”. Son ejes legítimos, pero difícilmente ganarán fuerza si el partido no afronta el debate que muchos militantes esperaban ver sobre la mesa: volver a definir claramente qué espacio político quiere ocupar, con qué relato, cuál es el calendario político y qué liderazgo habrá de haber para afrontar las próximas elecciones.