¿Quién no ha oído decir en Tortosa alguna vez que algún familiar suyo tuvo figuritas de las Lluquetes en su belén navideño? Pero, más allá del mito, ¿podríamos reconstruir, hoy en día, un belén único con estas características figuras tortosinas?
Nos desplazamos hasta el corazón del Casco Antiguo, al número 18 de la calle Providència del barrio del Rastre, donde nos espera el presidente de la Associació dels Amics dels Castells, Jordi Mulet.
¿Dónde nos encontramos, Jordi?
Estamos delante de la que había sido la casa natal y la tienda de Lluquet y Lluquetes, también conocida como “La fábrica de cera”, porque vendían velas y candelas.
¿Y quién era esta familia?
El propietario originario del negocio era Jacint Grifoll Castells, nacido en Tortosa en 1926, que era hijo de un maestro de obras de Mont-roig del Camp. Primero, vivió en el barrio de Santa Clara, según apunta el cronista Silvestre Ibáñez, y, más tarde, ya se estableció aquí. Se le conocía con el apodo de Lluquet, porque sus antepasados habían sido fabricantes de "lluquets", unas cerillas azufradas y alargadas. Y las "Lluquetes" eran dos de sus diez hijas, Paquita y Pepita Grifoll Puell, que heredaron el negocio.
¿Por qué razón Jacint Grifoll inicia todo este negocio de las figuritas de belén?
Según explicaban los cronistas de la época, su dedicación al belenismo fue un hecho totalmente casual porque, un día, conoció a un artesano italiano y vendedor ambulante de figuritas. Viendo una oportunidad de negocio, le compró una figura de San Francisco de Padua, para hacer un molde y comenzar así el nuevo negocio.
¿Y cómo eran estas figuras tan características?
Eran figuras con indumentaria típica tortosina, las campesinas con las "gandallas" (una especie de delantal), alpargatas, burros con alforjas... De hecho, Silvestre Ibáñez, explicaba que había “campesinos tortosinos vistiendo su indumentaria: calzones azules anchos y cortos; jubón y espardenyes; labrando la tierra o con el cordero a cuestas; las campesinas con falda ancha y jubón ajustado, hilando o con el cacharro de barro preparando las típicas "baldanes" (una especie de tortitas de harina)”.
¿Cómo os llegó esta información a los Amics dels Castells?
Todo esto empezó en 2017 con la junta anterior, encabezada por Ramon Ruiz y Gerard Climent, porque su suegro tenía figuritas de estas en su casa. Y, a partir de ahí, empezó el interés por su investigación histórica y por buscar los orígenes de este taller artesanal del corazón del Casco Antiguo.
¿Así pues, hay que seguir difundiendo esta labor?
Sí, hay que seguir difundiéndola y que las Lluquetes tengan un recuerdo y una calle dedicada en el barrio del Rastre. Todo lo que implique divulgar el patrimonio único, singular y riquísimo de Tortosa es positivo. Podríamos tener el belén viviente de Jesús y el belén estático de las Lluquetes para Navidad. También querríamos que se recuperara este oficio artesanal que desde la Asociación de Belenistas dicen que está en peligro de extinción y que se hiciera algún ciclo formativo de artesanía.
¿Cómo se hacían las figuritas del belén?
Estaba documentado que Grifoll elaboraba las figuras de arcilla mediante sus propios moldes, las cocía en un horno pequeño y, después, las pintaba a mano y las encolaba a una base. En el interior llevaban hilos de plomo para reforzar las extremidades y patas (en el caso de animales). Cuando lo heredaron las hijas, Pepeta era la que pintaba las figuras y Francesca las construía. También las ayudaba en el negocio la sobrina, Maria Antó. Se vendían en las Terres de l'Ebre, pero también se enviaban muchas cajas hacia Barcelona, Reus, Zaragoza... e, incluso, Latinoamérica. Eran unas figuras muy realistas, de entre 10 y 25 cm, con los ojos bien resaltados, que reproducían la vida cotidiana de los tortosinos y tortosinas de los siglos XIX y XX. Estas se consideran de la primera etapa del taller, mientras que las que son de inspiración bíblica, serían de la última etapa. El taller de las Lluquetes sufrió directamente las consecuencias de los bombardeos de la Guerra Civil y, con la muerte de las hermanas en los años 1936 y 1937, ya nadie continuó la tradición.
¿Volverán las Lluquetes por Navidad?
Desde el área de conservación del Museo de Tortosa nos explican que, el año pasado, recibieron una donación particular con una caja de tres figuritas que se pudieron restaurar y proteger por parte de la restauradora, Júlia Poy. Actualmente, las piezas forman parte de la colección privada del fondo de reserva museístico. Constan de una ficha, están inventariadas digitalmente y debidamente clasificadas. Nos lo enseña la directora del Museo, Eva Castellanos, que reivindica este papel de salvaguarda del arte y del pasado que tienen los museos y, al igual que desde los Amigos de los Castillos, hace un llamamiento a la ciudadanía para que todos aquellos que tengan figuritas en sus casas puedan llevarlas al Museo de Tortosa para ayudar a ensanchar esta colección y, quizás, más adelante poder organizar un gran belén de dioramas exclusivos con las Lluquetes como protagonistas. De momento, esta Navidad se quería poner un nacimiento con figuras de las Lluquetes en el vestíbulo del Museo, pero todavía no tienen claro que los belenistas puedan acabar reuniendo todo el material necesario para hacer posible su esperado regreso.