Hablamos con Artur Llunart, uno de los últimos portadores del Àliga y vocal de la Colla Gegantera, para conocer cómo es este baile y por qué es tan emotivo para todos los miembros de la colla gegantera.
Has sido uno de sus portadores. ¿Cómo se siente de haber tenido este privilegio?
Hace unos años que ya no la llevo porque el espacio de dentro del àliga era limitado y, cada vez, me costaba más entrar. Cuando llegué a la colla, durante un tiempo no se hizo el baile dentro de la Catedral y nos lo hacían hacer en el claustro. Pero, de repente, decidieron volver a autorizar el baile dentro del Altar Mayor y siempre podré decir que fui el primer bailarín que bailó delante del altar.
¿Qué ha simbolizado para ti poder bailar el Día de la Cinta en la Catedral?
Es el baile más solemne de todos los que hacemos y es un gozo poder hacerlo delante de tanta gente que lo está esperando ver. Es cierto que acabas con dolor de espalda, sudado y mareado en más de una ocasión y cuando sales al exterior necesitas que los compañeros te ayuden a salir rápidamente. Este hecho es normal teniendo en cuenta que nos entra muy poco aire por el respiradero y, dentro de la Catedral, hace mucho calor y durante el baile tienes que dar muchas vueltas. De un inicio, el baile tenía menos pasos y era más corto de lo que hoy vemos, pero nos dimos cuenta de que no cuadraba la música y el baile y que la figura cada vez quedaba de una manera diferente. Por eso se decidió alargar y cambiar los pasos para que el bailarín empiece y termine siempre con el Àliga mirando hacia el Altar Mayor. Todo esto han sido mejoras que he podido vivir directamente siendo yo el portador y me siento orgulloso y satisfecho de haber conseguido este hito.

¿Quién hizo todos estos cambios en la música y el baile?
Todo han sido arreglos hechos por los mismos miembros de la Colla Gegantera y el grupo de dulzaineros. Sin el trabajo y sin las ganas no se podría haber conseguido, igual que pasó cuando fuimos designados Ciudad Gegantera. Y después también se necesita perseverancia y mucho estudio para aprender los bailes y formar a los jóvenes que nos vienen detrás.
Pero, ¿has hecho también bailes de gigantes, verdad?
Sí, actualmente sigo haciendo bailes con los gigantes. Esto también requiere mucho esfuerzo como, por ejemplo, en el caso del baile del aniversario con Treball y Cultura porque aquí sólo éramos cuatro los que sabíamos bailarlo (dos para cada uno de los gigantes) y éramos imprescindibles.
¿Para ser portador de gigantes se requiere una cierta preparación física o haber formado parte de otros espacios teatrales o esbarts dansaires?
En mi caso, no es así, porque no había tenido nunca ningún contacto con agrupaciones culturales. No todo el mundo puede levantar un gigante de 80 kilogramos, pero los que tienen preparación tienen que aprender cómo adaptarse a la figura y que ésta también se adapte a nosotros. Se debe tener también buen equilibrio porque cuando bailas y te detienes siempre debes calcular que hay un retorno del giro hasta que la figura deja de moverse. Y si se tiene una buena preparación física, mejor, pero también se debe tener mucha paciencia.

Y tú que has pasado por ser portador del Àliga y de los gigantes, ¿con cuál te quedarías?
Me supo muy mal haber dejado de ser bailarín del Àliga, pero es algo que siempre recordaré con mucha emoción, sobre todo, de cuando fuimos la Ciudad Gegantera. Con los gigantes también he aprendido cómo se deben hacer los pasos de los bailes y me encanta poder ser yo quien hace con ellos los nuevos bailes, como el que hemos estrenado ahora. Por lo tanto, si pudiera, me quedaría con los dos porque me gustan mucho las dos figuras y es muy emotivo la solemnidad que representan para la ciudad.
Y, para terminar, ¿qué mensaje lanzarías a los niños que empiezan ahora?
Es un hecho muy bonito porque haces algo para la ciudad, deben ver que desde pequeños ya pueden entrar en algunas figuras como los gigantones o la cucafera pequeña. Deben entender que son momentos muy especiales y únicos, pero, sobre todo, no se debe tener vergüenza y venir a ayudar, a colaborar y a pasarlo bien. Lo que más nos cuesta es encontrar portadores de gigantes porque la gente no sabemos si tienen miedo o no han tenido la ocasión de probarlo, pero después es muy satisfactorio ver que te sale bien.

Este es el segundo volumen de una serie de artículos donde nos acercamos a la Colla Gegantera de Tortosa para hablar de la restauración del Àliga, la forma de vivir la fiesta de la colla y la historia de los elementos.