Marc Centelles (Colla Gegantera de Tortosa): "Mucha gente no viene a la colla por vergüenza o por desconocimiento"

Entrevista al jefe de la Colla Gegantera de Tortosa, Marc Centelles

04 de septiembre de 2025 a las 17:51h
Actualizado: 04 de septiembre de 2025 a las 20:13h
Marc Centelles (jefe de colla) y Artur Llunart (portador del Àliga) con el Àliga en la Casa de los Gigantes del Parque
Marc Centelles (jefe de colla) y Artur Llunart (portador del Àliga) con el Àliga en la Casa de los Gigantes del Parque

La Colla Gegantera, Cort de Bèsties i Dolçainers de Tortosa es la encargada de custodiar todos los elementos del bestiario popular tortosino que, desde hace unos años, se esconden en la Casa de los Gigantes, ubicada en la antigua lonja del trigo del siglo XVI, en el corazón del Parque Municipal Teodor González. En el edificio se exponen de forma permanente todas las figuras festivas con unos rótulos que narran brevemente su historia para que la puedan descubrir cuando quieran grandes y pequeños, visitantes locales y venidos de todas partes. Además, el lugar es también un local de ensayos para la propia colla y muchos de estos ensayos están abiertos al público para que aquellos que estén interesados puedan tener la oportunidad de hablar y preguntar a los mismos miembros de la Colla y, si así lo desean, apuntarse.

Hace poco fueron noticia por la restauración de los gigantes moros, Nabil y Zoraida, aunque el último elemento que se ha restaurado ha sido el Àliga de la Ciudad de Tortosa, que ahora presenta una imagen renovada con la recuperación de su color dorado original y una nueva corona. Pero, para entender mejor cómo ha ido todo este proceso y qué simboliza el Àliga para los tortosinos, hablamos con el jefe de colla de la agrupación gegantera, Marc Centelles.

 

¿Cómo llegas a este cargo?
Hace dos años tocaba hacer un cambio de junta y la persona que estaba entonces al frente, no podía seguir. Yo hacía más de veinte años que estaba en la entidad y ya hacía cinco años que era el responsable de los geganters. Ser presidente todavía me da más valor porque puedes explicar lo que representa la entidad y lo que opina en el Ayuntamiento.

 

¿Y cómo se funda la Colla Gegantera?
La colla se fundó en 1986 bajo el nombre de Associació Cultural de Ferreries Llampec Nois y allí sólo había la escuela de música donde se enseñaba dolçaina y tabal. A partir de aquí, el consistorio se pone en contacto con la asociación para que sean también los portadores de los gigantes de la ciudad porque no los llevaba nadie. Y en 1996 se funda la Colla Gegantera que pasan a ser quienes serán portadores y custodios de los gigantes de la ciudad.

 

¿Desde un inicio tenían todos los elementos que conocemos hoy en día del bestiario festivo o se fueron incorporando poco a poco?
Los tenemos todos desde un inicio y en las fiestas mayores siempre desfilan todos: el buey, la cucafera, los caballitos, el àliga y los gigantes de las 3 culturas. El consistorio adquirió en un taller fallero de Valencia entre 1976 y 1978 un lote con el àliga, dos caballos de cartón y el buey. Por eso nuestra àliga también es diferente de todas las catalanas, porque es una réplica de las pequeñas del séquito de Valencia y, de hecho, estaba pensada para que durara poco, como una falla. Pero, ésta, no desfiló en el Renacimiento hasta el año 1996. De hecho, en la parte de la panza se ve que es diferente de uno de los dos lados porque se tuvo que modificar desde el ESARDI de Amposta para que los portadores no pudieran entrar. Ahora pesa menos, pero la anterior versión debía pesar unos 40 o 45 kilogramos y no todo el mundo la podía llevar.

 

La ciudadanía quizás vincula más las bestias del séquito a las Fiestas de la Cinta o al Correfoc, pero pocos saben cuáles son realmente sus orígenes...
En Tortosa tenemos una procesión de Corpus muy solemne donde los geganters tienen la orden de no poder bailar y tocamos con un solo sonido de dolçaina y tabal durante todo el recorrido. Pero, en cambio, en Reus, Barcelona o Tarragona; son procesiones festivas con pasacalles, flores y bailes. Y aquí, el àliga es la figura más solemne de todas, la única que puede entrar en la Catedral y que baila el día de la patrona de la Cinta.

 

Este año se ha restaurado el Àliga. ¿Cómo ha ido todo este proceso?
Sí, el Àliga ha sido restaurada por el Taller Avall de Reus, que son los que ya nos restauraron los gigantes y, a finales de año, también se hará la del buey. Y son el ejemplo claro de que cuando quieres que una cosa quede bien, tienes que ir a buscar a un profesional. Aleix A. Vall, el responsable del taller, nos explicó que fueron sacándole todas las capas añadidas de pintura y piezas sobrepuestas para encontrar la figura inicial y la policromía dorada original, igual que las valencianas. Pero, finalmente, la tuvieron que envejecer porque si no el oro bruñido sería demasiado brillante. Esto lo hace a través de la recuperación de fotografías antiguas para ver cuáles eran sus acabados originales, pero con las técnicas actuales que hacen que sea una figura mucho más ligera y con más espacio en el interior. La actual pesa entre 15 o 20 kilogramos, es decir, la mitad de lo que había pesado hasta ahora y la puede llevar perfectamente un chico de 15 o 16 años. En cuanto al pico, se ha decidido mantener el último color, aunque, se descubrió que originariamente había sido plateado. También se ha cambiado la rejilla del visor porque estaba estropeada.

Además, también se ha sustituido la anterior corona de resina por una pieza de orfebrería de latón bañado con oro, obra del taller murciano Lacedemon, que está inspirada con un cuadro de Caravaggio donde se representa una corona ducal de las de la época renacentista y que, ahora, es única en Cataluña. También se le ha incorporado el escudo de Tortosa de oro en la corona, como novedad. Se ha hecho un diseño nuevo del faldellín de tela del portador, confeccionado artesanalmente en Valencia y apostando también por un patrón de Borgoña que recuerde las telas monárquicas del Renacimiento, mucho más denso y de color grana. En cambio, la ropa de la corona, también grana, es una pieza lisa para no restarle protagonismo al faldellín. Lo único que no se ha hecho como en sus orígenes ha sido la incorporación de los cascabeles en el faldellín, porque, como ya se ha comentado, ahora la figura tiene un simbolismo muy solemne.

 

¿Y cómo va el relevo generacional en la colla?
Mucha gente no viene por vergüenza o por desconocimiento, porque no saben a dónde dirigirse. El primer domingo de cada mes hacemos jornada de puertas abiertas en la Casa de los Gigantes y animamos a cualquier persona que le guste el ambiente festivo a venir porque es un mundo que no te lo acabas nunca y llevas tu cultura municipal por todo el territorio catalán.

 

¿Tenéis chicas geganteras en la colla?
Sí, hay varias mujeres que han llevado los gigantes que tienen un peso más pequeño, los de la pareja judía, y también a la geganta Mariana Curto por el Renacimiento. Y también tenemos que forman parte de la colla y niñas con los gigantones y los caballitos.

 

¿Cómo ha sido el encuentro gegantero de este año?
Intentamos que cada año sea una de las parejas la protagonista del encuentro. El año pasado los protagonistas fueron Caxixa y Bonjuhà con motivo de su 25 aniversario y, este año, los protagonistas han sido Nabil y Zoraida, después de su restauración. Además, también se ha estrenado el baile de los moros. De esta forma, conseguimos que Tortosa disfrute de un baile propio para cada una de las parejas de gigantes. Estos bailes no estaban escritos, sólo compuestos porque teníamos la música, de Jordi Fàbregas, con el arreglo de Pau Puig, pero no existía la coreografía con los pasos. Esto ha sido de creación propia de la colla. En el encuentro nos han venido un total de quince collas y cerca de una cuarentena de gigantes.

 

Además, hace unos años Tortosa fue también Ciudad Gegantera. ¿Qué supuso este hito?
En toda Cataluña sólo hay 35 collas que hayan conseguido ser ciudad gegantera. Tortosa fue la 33a y supuso un antes y un después de lo que habíamos hecho hasta ahora. Te hacen ser más profesionales y más exigentes a la hora de hacer las cosas, de coordinarse, de los ensayos... Muchas collas, después de pasar por la ciudad gegantera, han acabado deshaciéndose porque el estrés que acumulas aquellos días, que después de muchos años vengan a enseñarte a bailar, a poner las fajas... no todo el mundo lo acepta. Además, tienes que llevar sus gigantes (Trabajo y Cultura) durante todo un año por todo el territorio. Pero, en nuestro caso, decidimos hacer cambios en la dinámica de trabajar y esto todavía nos ha juntado más y nos ha hecho continuar con más fuerza.

 

Para algunas collas, llevar los gigantes de la Ciudad Gegantera quizás significaba llevar los gigantes de más peso y altura; pero aquí en Tortosa esto debía ser diferente?
Sí, Trabajo y Cultura son gigantes que pesan y muchas collas de Cataluña no están preparadas para poderlos llevar. Los nuestros, los de Rufo y Rubí, pesan 80 o 90 kilos y miden 4,10 m de altura. Por eso ya estamos acostumbrados a que cuando los llevamos por otros municipios nos toca esquivar cables de luz o de teléfono...

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Irene López
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