Greenpeace denuncia que volar puede ser hasta 26 veces más barato que viajar en tren en rutas internacionales en Europa, según un estudio que analiza 142 trayectos en 31 países. El caso más extremo detectado es el de Barcelona a Londres con vuelos que pueden costar solo 14,99 euros, mientras que el tren por la misma ruta puede llegar a los 389 euros.
La organización denuncia que las aerolíneas de bajo coste se imponen gracias a ventajas fiscales como la exención de impuestos a los carburantes y el IVA. Mientras tanto, el tren —mucho menos contaminante— asume costes elevados. “Cada ruta más barata en avión que en tren es un fracaso político”, denuncia Herwig Schuster, experto en transportes de Greenpeace. El informe denuncia que las aerolíneas de bajo coste como Ryanair, Wizz Air, Vueling o easyJet dominan más de la mitad de las rutas transfronterizas con precios "injustos" que se sitúan "a menudo por debajo de las tasas del aeropuerto y de gestión" gracias a los incentivos fiscales, mientras el tren continúa siendo la opción más cara.
Así, el 54% de las 109 rutas internacionales de menos de 1.500 kilómetros analizadas eran más asequibles de hacer volando que yendo en tren. Las diferencias más claras se han encontrado en la ruta Barcelona-Londres, 26 veces más cara; en la de Londres-Bratislava, que es 23 veces más costoso y entre París y Copenhague (21,7 veces). El estudio también destaca la variación de precio entre el trayecto Barcelona-Milán, que es el décimo del ránquing con aviones por menos de 20 euros y trenes por encima de los 215.
En el extremo contrario están los países bálticos —Estonia, Letonia y Lituania— en los cuales el tren siempre es más barato que la alternativa de transporte aéreo y también Polonia y Eslovenia con un 89% y un 80% de rutas transfronterizas con precios más competitivos en los trenes que en los aviones, respectivamente.
Según Greenpeace, estos precios "solo existen gracias a los combustibles y a los billetes exentos de impuestos" mientras que los trenes tienen que pagar el IVA, los costes energéticos y las tarifas de circulación. "No hay un terreno de juego equitativo", insiste Schuster. La única ruta transfronteriza predominantemente más barata en tren que en avión es la de Lisboa-Madrid que, a pesar de ello, requiere como mínimo dos transbordos. Según Greenpeace, "una conexión directa entre estas dos capitales es una de las más urgentes para el sistema ferroviario europeo".
Un obstáculo importante que señala Greenpeace es la falta de un sistema ferroviario europeo realmente integrado, cosa que provoca que las empresas de tren que quieran operar rutas internacionales tengan que afrontar procedimientos largos y complejos para obtener permisos, cumplir requisitos legales diferentes y coordinarse con operadores nacionales.
Schuster también pone el foco en el papel de los gobiernos, que a menudo destinan muchos más recursos a carreteras y aeropuertos que al ferrocarril. Con respecto al Estado español, destaca que algunos trayectos como Madrid–Barcelona o Sevilla–Barcelona ya son competitivos en precio con respecto al avión. No obstante, las rutas internacionales continúan siendo mucho más caras, especialmente las que pasan por Francia.
“Viajar en tren entre Barcelona y París es carísimo porque solo hay dos o tres frecuencias al día”, explica. El activista de Greenpeace atribuye esta falta de competitividad en la ruta, principalmente, a las políticas del gobierno francés.
Aparte de esto, otra razón para la falta de competitividad de los trenes transfronterizos que pasan por el Estado es que la mayoría de rutas requieren comprar dos billetes separados, haciendo el total del viaje más caro que si fuera directo. De hecho, España es el segundo país con una peor comparativa con un 92% de rutas transfronterizas analizadas más caras en tren que en avión.
La organización ecologista reclama medidas urgentes para hacer el ferrocarril asequible y prioritario. En concreto, piden una reforma profunda del sistema europeo de transportes: crear un sistema fiscal justo, simplificar la reserva de billetes de tren y redirigir inversiones públicas hacia el ferrocarril y el transporte público.
Los pasajeros admiten que no tienen muy en cuenta el factor sostenibilidad
Diversos pasajeros confirman que el precio es uno de los factores determinantes a la hora de escoger con qué medio de transporte se desplazan. "Yo elijo el más económico", afirma Adam. "El avión es el más rápido, pero prefiero el más barato", insiste en declaraciones a la ACN mientras espera para coger un vuelo en el aeropuerto del Prat. Viaja con un amigo suyo, David, que coincide con él. Preguntados por si tienen en cuenta la huella ecológica, admiten que no lo miran "mucho". "La culpa no es tanto de los civiles, como de las grandes empresas", espetan.
A su vez, Hugo elige en función del destino donde vaya y, sobre todo, se fija en el factor tiempo. "En el caso de Madrid – Barcelona, prefiero tren. El tiempo que puedo ganar en avión lo pierdo estando dos horas antes en el aeropuerto", afirma. En relación con la cuestión climática, también admite que no lo tiene "demasiado" en cuenta. "No creo que yo cambie mucho la historia", apunta. "El avión saldrá aunque yo no esté", añade.
En cambio, Nadine defiende el tren y niega que sea más caro que el avión. "Considero que los servicios son mucho mejores y es más agradable y relajado", opina. "Hay menos estrés que en el avión, es mucho más bonito y la cuestión de la ecología es un punto más", agrega.