A las 3.00 de esta madrugada del domingo, 26 de octubre, serán las 2.00. La entrada al horario de invierno llega en plena reapertura del debate europeo sobre el fin de los cambios de hora, impulsada por el presidente español, Pedro Sánchez, que propone suprimirlos en 2026.
Un ajuste cuestionado por los expertos
El cambio de hora nació para optimizar la luz solar y ahorrar energía, pero los especialistas hace tiempo que ponen en duda las ventajas en un contexto de instalaciones mucho más eficientes. Esta semana, la directora de Time Use Initiative, Marta Junqué, señaló en una entrevista que los supuestos beneficios energéticos son hoy “prácticamente inexistentes”.
Además, el mundo científico alerta de efectos adversos en la salud: alteraciones del sueño, más estrés y un aumento del riesgo de afecciones cardiovasculares, ictus y obesidad. Los días posteriores a cada cambio también se detecta un repunte de accidentes de tráfico. Los impactos son especialmente intensos en niños, ancianos y personas con enfermedades crónicas.
¿Qué horario, si se acaba el cambio?
La gran incógnita sigue siendo qué horario mantener de manera permanente. Diversos expertos —entre ellos Junqué— defienden quedarse con el horario de invierno, porque “es el más natural y el que mejor se adapta al ciclo de la luz solar”. También reaparece el debate sobre el huso: a pesar de estar alineada con el meridiano de Greenwich, España opera con la hora de la Europa central, y algunos especialistas proponen alinearse con el Reino Unido y las Islas Canarias.
El precedente de 2018 y el bloqueo
En 2018, una macroconsulta de la Comisión Europea movilizó a más de cinco millones de ciudadanos y más del 80% apostó por acabar con los cambios semestrales. La propuesta de Bruselas para eliminarlos en 2019 quedó paralizada por la falta de acuerdo entre estados y, después, por la pandemia. La iniciativa reactivada desde La Moncloa este lunes 20 de octubre vuelve a poner el tema en la agenda comunitaria.