Los pactos, para cumplirlos

Artículo de opinión del jefe de la oposición en la Paeria de Lleida, Xavier Palau

Xavier Palau Altarriba
02 de noviembre de 2025 a las 10:34h

El martes pasado, durante la presentación del Pacto por la convivencia y el civismo y de la Carta de valores de Lleida, el alcalde afirmaba solemnemente que “los pactos están para cumplirlos”. Estoy completamente de acuerdo. Los pactos, los compromisos y las palabras dadas solo tienen sentido si se traducen en hechos. Pero esta frase, tan solemne como vacía si no se le pone contenido, me ha hecho pensar.

Y me pregunto: ¿firmarán el pacto por el civismo los delincuentes? ¿Y los incívicos? ¿Los okupas? ¿Lo firmarán los que dejan las cacas de sus mascotas sin recoger? ¿Lo firmarán los grafiteros que ensucian muros y puentes? ¿Los que tiran bolsas de basura fuera de los contenedores? ¿Los que abandonan muebles en la calle o vierten escombros en la huerta? ¿Quizás lo firmarán quienes hacen un uso indebido de los servicios públicos? ¿Los que tienen actitudes incívicas en calles y plazas? ¿O aquellos que han decidido que la calle es una autopista para los patinetes eléctricos?

¿Lo firmarán quienes, en nombre de la religión, segregan en actos religiosos por sexos? ¿O los que queman vehículos y contenedores? ¿Y qué pasa con los menores delincuentes o los que pasean con armas blancas? ¿También firmarán? ¿Quizás también participarán quienes se pelean en la puerta de los bares, lanzan sillas y persiguen a nuestros abuelos hasta el portal para robarles? ¿O los que esperan a los jóvenes a la salida de las discotecas para amenazarlos?

Los socialistas repiten a menudo que “en Lleida somos un equipo de 153.000 personas”. Pero yo me pregunto: ¿quién es el capitán de este equipo? Porque cuando un equipo no tiene quien marque el rumbo, va a la deriva. Y esta es, tristemente, la sensación que tienen muchos leridanos. Y dentro de este “equipo” del que tanto presume el gobierno, ¿cuentan también los delincuentes y los incívicos? ¿O juegan en otra liga?

Los socialistas llevan ocho años gobernando en España y, mientras tanto, no han modificado el Código Penal para endurecer las sanciones ni poner fin a la multireincidencia. Tampoco han invertido en una justicia ágil y eficaz. Y aun así nos hablan del pacto del civismo y de la carta de valores. Cinismo puro. Porque cuando un gobierno es cómplice de la impunidad, el resultado es el que vivimos: un buenismo progre que confunde tolerancia con permisividad y convivencia con resignación.

Durante aquella presentación, se destacaron siete valores: respeto, convivencia activa, generosidad, solidaridad, acogida, sostenibilidad e inclusión. Son palabras bonitas, que todos compartimos. Pero si estos valores deben ser los pilares de la convivencia, ¿dónde está el respeto por quienes respetamos las normas? ¿Dónde está la solidaridad con quien trabaja, paga impuestos y mantiene la ciudad limpia? En Lleida no necesitamos más declaraciones de intenciones, sino resultados. Menos pancartas y más seguridad. Menos discursos y más civismo real.

Hace ocho años que los socialistas gobiernan en España con la complicidad de Junts y ERC. ¿Y qué ha cambiado durante todos estos años? ¿Qué mejoras reales hemos notado en seguridad o convivencia? Ninguna. Solo más incertidumbre, más miedo y más sensación de impunidad.

Sé que aún no gobierno en Lleida —aún—, pero tengo muy claro qué quiero construir: un equipo de verdad, no un eslogan. Un equipo donde todo el mundo juega en la misma liga, donde nadie queda fuera, donde las normas se cumplen y donde la autoridad municipal tiene el coraje de hacerlas cumplir. Un equipo que represente a la mayoría silenciosa de leridanos hartos de promesas vacías, de autocomplacencia institucional y de un gobierno que vive más pendiente de la foto que de la calle.

Esta es nuestra manera de entender los pactos: no como declaraciones de intenciones, sino como compromisos concretos con las personas. Los valores se demuestran con hechos, no con discursos. Y el respeto, la solidaridad y la inclusión empiezan por escuchar y atender las necesidades reales de los ciudadanos.

Si de verdad somos un equipo de 153.000 personas, es hora de empezar a jugar todos en el mismo campo. Y eso significa algo muy simple: que las reglas valen para todos. Porque los pactos, efectivamente, están para cumplirlos.

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Xavier Palau Altarriba
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