Hay quien se muda de casa en verano o tan pronto como puede para huir de una rutina empalagosa, asfixiante. Buscan lugares más tranquilos donde desconectar y respirar no sólo otro aire, sino también otra manera de desarrollar las horas y los días. Hasta aquí todo fantástico. El problema es cuando no encuentran bien determinadas realidades características de aquel otro lugar: que toquen las campanas durante la noche, que el gallo de buena mañana dé la bienvenida al día, que se sientan olores de estiércol o que, como ocurre en Prades, haya una estelada ondeando en el campanario...
Las tradiciones expresan una determinada manera de vivir y de expresarse, de sentir, y quizás ya toca sacar pecho y no dejar que unos pocos y de fuera (como ocurre a menudo) acaben cambiando lo que es la voluntad de muchos y de casa. Dejar hacer es la inercia del pueblo colonizado, ocupado, subyugado, y quizás, quizás, quizás, empieza a ser hora de pisar fuerte y que se oiga la voz de todos los de casa solemnemente y clara. Demos cuenta de que a menudo también aquellos que buscan cambiar el orden establecido de las cosas, son los que no se aman la tierra, sólo lo que pueden conseguir.
Y esto, por tanto, centrándonos especialmente en el caso de Prades, quiere decir que las administraciones implicadas —en este caso, especialmente la Iglesia y el Ayuntamiento— también deben mantenerse fuertes e indelebles para no claudicar ante una circunstancia que, si no, nos hace tontos y esclavos de sus (no nuestras) decisiones. Porque si está desde hace años (2012) sin que genere ningún tipo de problema, ¿qué ha cambiado ahora? ¿No es todo el mundo bienvenido al pueblo y/o a la iglesia? ¿Y el paso siguiente cuál será, que la misa no sea en catalán? ¿También se claudicará?
Siempre existe la opción, claro, de hacer aún más visible la estelada haciendo que ondee en tantas casas de Prades como sea posible. Las «tensiones» que se pretendían evitar, según el rector de la parroquia, es ahora que se impulsan, y hay que generar una respuesta: ¡determinación y convicción!