El proyecto de restauración ambiental de los Prats d’Albinyana en Vila-seca, impulsado por el Puerto de Tarragona en colaboración con el Ayuntamiento de Vila-seca y la Generalitat de Catalunya, avanza a buen ritmo y ya ha superado el ecuador de su plazo de ejecución. Esta intervención integral, que se extiende sobre una superficie de 37,78 hectáreas, tiene como objetivo principal la recuperación de la zona húmeda más grande del litoral catalán entre los deltas del Ebro y del Llobregat.
La visita institucional ha contado con la presencia de Santiago Castellà, presidente del Puerto de Tarragona, y Pere Segura, alcalde de Vila-seca, junto con otros representantes del Puerto y del Departamento de Territorio de la Generalitat de Catalunya. Tanto el presidente del Puerto como el alcalde de Vila-seca han destacado la importancia de la colaboración institucional para hacer posible un proyecto de este alcance. En palabras de Santiago Castellà, “esta actuación es un ejemplo de cómo el Puerto puede ser un motor de transformación positiva del territorio, integrando el desarrollo económico con la restauración ambiental y la mejora de la calidad de vida”. Por su parte, Pere Segura ha remarcado “la apuesta compartida por recuperar un espacio natural de gran valor que durante años ha sido olvidado, y que ahora se pondrá al servicio de la biodiversidad”.
Una laguna donde la vida ya brota
Durante la visita los representantes institucionales han podido comprobar de primera mano la evolución de los trabajos sobre el terreno, especialmente en la fase de construcción de la gran laguna central. Esta laguna, que tendrá una extensión de 107.700 metros cuadrados, incluirá una isla de casi 27.000 m², diseñada como zona de acogida de fauna para facilitar la nidificación de aves y protegerlas de posibles depredadores. La construcción de esta laguna es clave para recuperar la vocación de zona húmeda del espacio y permitir la reintroducción de diversas especies acuáticas.
El proyecto también incluye la creación de un bosque de ribera con la plantación de 3650 árboles autóctonos, como álamos blancos, fresnos, aladiernos, olmos y pinos, que mejorará el hábitat para aves y otras especies, incluidos los murciélagos. Además, se plantarán más de 31.000 unidades de plantas y arbustos pequeños, como juncos y herbazales graminoides, característicos de estos ecosistemas. Sin embargo, gracias a la sorprendente recuperación espontánea que ha experimentado el espacio después de años sin presencia humana, la plantación de nueva vegetación se ha reducido significativamente respecto a las estimaciones iniciales.