Ansiedad, depresión y malestar físico: así se sienten los usuarios que viajan en tren según la URV

La plataforma Dignidad en las Vías, que solicitó el estudio a la URV, asegura que la situación que padecen ha dejado de ser una queja para ser un diagnóstico

24 de julio de 2025 a las 08:59h

¿El modo de transporte que utilizas diariamente puede afectar a tu salud mental? Esta es la pregunta que se realizaba un equipo investigador del Departamento de Psicología de la Universidad Rovira i Virgili (URV) que, a petición de la plataforma Dignidad en las vías, decidió hacer un estudio. Sobre la mesa estaba la duda de qué consecuencias podía tener el mal funcionamiento de los trenes entre sus usuarios y los primeros datos parecen apuntar hacia una dirección concreta: el 88% de los usuarios aseguran que la crisis ferroviaria afecta a su calidad de vida

En concreto, las personas que han participado han informado de un aumento de ansiedad, depresión y malestar físico a raíz de la situación, en comparación con la media de la población. Aunque el estudio ha nacido en el Camp de Tarragona y buena parte de las personas encuestadas son del corredor sur, se trata de una muestra que va más allá de esta provincia. De hecho, el estudio continúa recogiendo datos a través de un cuestionario y sus investigadores piden ampliar especialmente la muestra entre las personas que no utilizan el tren habitualmente. Actualmente, cuentan con 695 personas encuestadas de entre 16 y más de 80 años, con una muestra bastante diversa en cuanto al género, orientación sexual, situación laboral o nivel de estudios. Sin embargo, aparte de personas poco usuarias del tren, también piden hombres y personas nacidas fuera de España para redondear la encuesta. El formulario es accesible a través de este enlace.

Los datos del estudio

Entre los principales datos que nos dejan esta primera oleada del estudio están las sustanciales diferencias entre usuarios y no usuarios en algunos indicadores. Los investigadores han analizado cuatro: ansiedad, depresión, hostilidad y somatizaciones (malestares físicos como dolores de cabeza o digestiones pesadas asociadas al estrés) y apuntan que los valores son significativamente más altos entre quienes se mueven en tren y la población general. De todos modos, recalcan que no se trata de ningún diagnóstico clínico. 

Si desgranamos estos resultados, encontramos como la ansiedad es donde se plasman mayores diferencias. La puntuación media es de 3,56 (en una escala de 0 a 20), mientras que los usuarios frecuentes obtienen una de 8,69 y los esporádicos de 7,86. En depresión, la media de referencia es de 5,32, pero los valores de los usuarios se sitúan por encima de los 8 puntos. Las somatizaciones también se incrementan notablemente: de los 4,26 puntos de referencia se pasa a 8,38 en el caso de los usuarios frecuentes.

Además, el estudio pregunta cuántas de las últimas cinco veces que había cogido el tren este había llegado tarde. En este caso, la respuesta refleja que para los encuestados la falta de puntualidad del servicio ferroviario es una cuestión estructural y no puntual. El 80% de los usuarios aseguran que el servicio llega tarde más de la mitad de las veces, y casi la mitad afirma que siempre llega tarde.

“Con los resultados de este estudio queremos poner en valor cómo el entorno de las personas tiene una influencia directa en su bienestar o malestar psicológico. A menudo tendemos a ver los problemas de salud mental como cuestiones individuales y en realidad están fuertemente influidos por las condiciones de vida que tenemos”, indica Sergi Martín-Arbós, investigador del Departamento de Psicología de la URV, que ha liderado el proyecto. A pesar de las primeras indicaciones que nos señalan los resultados, su equipo investigador advierte que tocará analizar los factores que pueden influir en los síntomas. En esta línea, la intención es también cruzar datos como el género o situaciones personales para saber si hay algún colectivo más afectado por el mal servicio. La ampliación de la muestra y las entrevistas individuales añadirán una nueva capa a un estudio que empieza a subrayar ciertas tendencias. 

"No estamos locos, el monstruo existe"

Desde Dignidad en las Vías son prudentes a la hora de valorar los resultados, pero consideran que los primeros datos convierten su queja en un diagnóstico. "No estamos locos, el monstruo existe. Cuando decimos que estamos histéricos por culpa del tren es verdad", remarca Anna Gómez, portavoz de la plataforma. Para ejemplificar la magnitud del problema la activista explica que, si se te rompe un móvil a causa del tren, la compañía te lo podría pagar. Ahora bien, esto no sucede con efectos menos cuantificables. "¿Cuánto vale el tiempo o la salud mental de una persona?", se pregunta. De hecho, reconoce que ella misma ha tenido que hacer uso de medicamentos por la situación ferroviaria.

Dignitat a les vies (2)

La plataforma continúa reclamando mejoras reales en la red de trenes para evitar agravar los problemas de salud mental. "La movilidad no es un capricho, es una necesidad y un derecho que se está vulnerando. Ha dejado de ser sólo una queja para ser un diagnóstico", concluye. 

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Adrià Miró
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