Un equipo de cirugía cardíaca del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona ha operado con éxito a un niño rumano de 10 años que presentaba una grave cardiopatía congénita que ponía en riesgo su vida y le impedía, incluso, mantenerse en pie o caminar.
El niño nació con una atresia pulmonar, una malformación del corazón que impide que la sangre llegue a los pulmones para oxigenarse porque, en el caso de Eduard, la arteria encargada de llevarla era extremadamente fina y estaba prácticamente obstruida.
Ante el empeoramiento del niño, la familia de Rumanía contactó con el Hospital y el pequeño viajó a Barcelona en octubre en un avión medicalizado. El 22 de octubre fue operado con éxito y ahora ya está en su país natal.
Los médicos de su país le diagnosticaron la enfermedad cuando solo tenía dos meses de vida. La familia recurrió entonces a centros de otros países buscando una segunda opinión y, facultativos de Alemania, le prescribieron un medicamento vasodilatador para mejorar la circulación sanguínea. El tratamiento le permitió ir a la escuela pero no hacer grandes esfuerzos, como correr.
A los nueve años empeoró notablemente y acabó ingresado en un hospital donde los médicos dijeron a la familia que no podían operarle. Con la voluntad de no rendirse, la familia solicitó información al Departamento Internacional del Hospital Sant Joan de Déu y se reunió con el cirujano cardíaco Stefano Congiu.
Para suplir la deficiencia a raíz de la malformación, el corazón de Eduard había buscado otros vasos sanguíneos como circulación alternativa. El resultado es que, con 10 años, Eduard presentaba una saturación de oxígeno en la sangre del 65%.
El 16 de octubre de 2025, Eduard viajaba a Barcelona en un avión medicalizado y quedaba ingresado en la UCI de Sant Joan de Déu. Una semana después, el día 22, entraba en el quirófano bajo el liderazgo del doctor Congiu, que destaca que fue un caso "complejo".
"En nuestro país, a estos niños los operamos a los dos o tres años de vida. Por eso, no vemos casos tan graves como el de Eduard", indica. Así, el equipo médico que intervino al niño consiguió aumentar el tamaño y el flujo de sangre de sus arterias pulmonares, que casi no se habían desarrollado.
Tras la intervención, el niño se recuperó muy rápidamente y, pocos días después, su saturación de oxígeno se elevó al 85% y pudo volver a caminar. Ocho días después fue dado de alta y pudo regresar a su país. Ahora, el equipo médico seguirá de cerca su evolución de acuerdo con el cardiólogo de su país que lo trata.
