Barcelona vibra con la música, pero también tiembla por las quejas. El Estadio Olímpico Lluís Companys, convertido en el epicentro de los grandes conciertos de verano, está provocando un auténtico tsunami de malestar entre los vecinos de Montjuïc y zonas adyacentes como el Poble-sec y Font de la Guatlla. En dos semanas, dos noches consecutivas de conciertos —primer Lola Índigo y después Aitana— han encendido los ánimos de unos residentes que se sienten, según explican, “atacados acústicamente”.
Ensayos, ruido y una pesadilla hasta las once de la noche