Con la llegada del mes de julio, el Poble-sec se vuelve a llenar de vida. Un año más, la Fiesta Mayor del barrio calienta motores con una programación repleta de actos culturales, talleres, correfocs y actividades para todas las edades. Las calles empiezan a adornarse y las comisiones ultiman los preparativos para unas fiestas que, históricamente, han sido sinónimo de comunidad e identidad popular.
Sin embargo, en los últimos años ha crecido una sensación compartida entre muchos vecinos y vecinas: la de no sentirse plenamente partícipes de una fiesta que, cada vez más, perciben orientada hacia el turismo. La presencia masiva de visitantes, la externalización de algunos actos y la pérdida de protagonismo del tejido asociativo han encendido un debate incómodo, pero necesario: ¿para quién es hoy la Fiesta Mayor del Poble-sec?
Una fiesta arraigada pero desdibujada
“El Poble-sec siempre ha tenido una fiesta muy nuestra, con calles implicadas y gente del barrio en el centro de todo. Ahora no nos reconocemos. Esto ya no es lo que era”, lamenta Lídia Menéndez, vecina de la calle Piquer. Su opinión no es un caso aislado. Josep Maria, con más de tres décadas en el barrio, coincide: “Es fantástico que la fiesta evolucione, pero hay que cuidar las raíces. Si perdemos el vínculo con el territorio, dejaremos de tener una fiesta propia”.
Este sentimiento de desconexión con una fiesta tradicionalmente vinculada a la identidad vecinal pone sobre la mesa uno de los grandes retos del momento: preservar el carácter comunitario en un contexto marcado por la presión turística y la transformación urbana.
El pregón: una apuesta por el vínculo generacional
Este año, el pregón inaugural genera una expectación especial. Los encargados de pronunciarlo serán Marta Calaf y Javier Velasco, nieta y abuelo, vecinos de toda la vida. Su elección no es casual: simboliza la transmisión generacional, la memoria popular y el sentimiento de pertenencia al barrio.
Fuentes de la organización avanzan que el discurso tendrá un tono emotivo, haciendo énfasis en la necesidad de recuperar el protagonismo vecinal y reivindicar la esencia comunitaria de la fiesta. “Es muy significativo que se elija a una pareja de abuelos y nietos para hacer el pregón. Representan dos generaciones que han vivido el barrio desde perspectivas diferentes, pero con un vínculo profundo. Es un mensaje claro sobre el valor de las raíces”, informan. Asimismo, Velasco sí que ha querido destacar que “el barrio ya no es lo que era”, destacando que se ha perdido la esencia y que la Fiesta Mayor ahora está dirigida al turismo.
El reto: abrirse sin perder la esencia
A pesar de este sentimiento, la Fiesta Mayor del Poble-sec sigue siendo una de las más queridas y participativas de la ciudad. Pero el momento actual exige repensar el modelo: ¿cómo mantener el espíritu comunitario en un barrio en transformación?
El reto pasa por encontrar el equilibrio entre abrirse a nuevos públicos y preservar la identidad local. No se trata de cerrarse ni de rechazar la diversidad, sino de garantizar que el vecindario siga siendo el corazón de la celebración.
En un contexto marcado por los cambios sociales, el encarecimiento de la vivienda y la presión turística, la Fiesta Mayor puede convertirse en un espacio de resistencia y de celebración colectiva. Pero para conseguirlo, habrá que escuchar las voces que reclaman volver a poner el barrio en el centro.