Una caldera de los años sesenta y una situación insostenible: el Instituto Sants tiembla

La escuela sufre filtraciones, falta de ventilación y una caldera obsoleta de más de sesenta años

23 de octubre de 2025 a las 12:05h

Varias familias del Instituto Sants, situado en el distrito de Sants-Montjuïc, han hecho pública su preocupación por el estado de conservación del edificio, que acumula décadas de carencias estructurales y problemas de mantenimiento. Según denuncian, las deficiencias afectan al día a día del alumnado y del personal docente, y ponen en riesgo la seguridad y el bienestar dentro del centro.

Las lluvias de las últimas semanas han hecho evidente la fragilidad del techo, con filtraciones de agua y manchas de humedad visibles en varias aulas y pasillos. “Hace años que pedimos una solución, pero solo se hacen reparaciones puntuales que no resuelven el problema de fondo”, informan desde la AFA (Asociación de Familias de Alumnos) del centro.

Además de las goteras, las familias denuncian una falta generalizada de ventilación que provoca un ambiente cargado y poco saludable, especialmente en invierno, cuando las ventanas se mantienen cerradas para evitar el frío. “Hay aulas sin corriente de aire ni renovación adecuada, y eso genera malestar, cansancio e incluso dolores de cabeza”, explica una alumna que ha decidido mantenerse en el anonimato. No obstante, la calefacción del centro, una caldera original de 1962, preocupa especialmente de cara a la llegada del frío. Según fuentes de la AFA, la maquinaria es tan antigua que ya no se encuentran piezas de recambio y el consumo energético es muy elevado. Según se ha comunicado, “es un sistema ineficiente e inseguro”.

El AFA exige una diagnosis técnica y un plan de actuaciones

Ante esta situación, la AFA ha presentado formalmente una petición al Departamento de Educación y a los servicios municipales de mantenimiento para que se elabore un diagnóstico técnico completo del edificio y se ejecuten las reparaciones urgentes necesarias. Entre las medidas que proponen se encuentra la sustitución de la caldera, la mejora de la impermeabilización del techo y la revisión de los sistemas de ventilación y climatización.

“Nuestro objetivo no es criticar por criticar, sino asegurar que los alumnos puedan estudiar en condiciones dignas”, apunta Maria Soler, vecina del barrio que se ha sumado a dar visibilidad a esta situación. “Los centros educativos deberían ser espacios seguros, saludables y adaptados al siglo XXI, y ahora mismo el Instituto Sants no cumple estos requisitos.”

Según datos municipales, el centro fue construido a finales de los años sesenta y no ha sido objeto de una rehabilitación integral desde hace más de treinta años. Aunque se han hecho pequeñas actuaciones de mantenimiento, estas no han sido suficientes para evitar el deterioro progresivo del edificio.

Más allá del mantenimiento: un debate sobre la calidad educativa

La situación del Instituto Sants ha abierto también un debate más amplio sobre el papel de las infraestructuras en la calidad educativa. Varios expertos coinciden en que el estado de los espacios físicos influye directamente en el rendimiento y la motivación del alumnado. “No podemos exigir excelencia educativa en edificios degradados”, afirma Jordi Pujadas, profesor de pedagogía.

Según Pujadas, la falta de confort térmico, la poca luz natural o los espacios deteriorados “no solo afectan a la salud, sino también a la atención y la concentración”. Además, considera que es necesaria una política de renovación progresiva del parque escolar y una planificación a largo plazo que evite tener que actuar siempre por urgencia.

Las familias reclaman transparencia y compromiso

El AFA del Instituto Sants insiste que la solución pasa por más transparencia y diálogo. “Queremos saber cuál es el estado real del edificio y cuándo se harán las obras. Necesitamos información clara, no solo buenas palabras”, han reivindicado. Mientras tanto, el curso escolar avanza entre cubos bajo las goteras, ventanas que no se abren y calefacciones que tiemblan, símbolos de una realidad que muchas familias consideran inadmisible en pleno siglo XXI.

“Nuestros hijos merecen estudiar en un entorno digno. No es una exigencia desmesurada, es una cuestión de derechos básicos”, resume una madre a la salida del centro.

Con esta reivindicación, el Institut Sants se convierte en un nuevo ejemplo de una problemática estructural que, más allá de los muros de la escuela, pone a prueba el compromiso de las instituciones con la educación pública y de calidad.

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Lourdes Tasies
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