La Asociación Catalana pro Personas con Sordoceguera (APSOCECAT) ha realizado una concentración en la plaza de Sant Jaume de Barcelona para denunciar la situación límite que atraviesa. Después de más de dos décadas de trayectoria, la entidad alerta de que podría verse obligada a cerrar puertas debido a la falta de apoyo de las administraciones públicas y la revocación de subvenciones.
La movilización: familias, profesionales y ciudadanía
El acto ha reunido a personas con sordoceguera, familiares, profesionales del sector y ciudadanos comprometidos. La concentración ha culminado con la entrega de un manifiesto a las autoridades, en el que la entidad reclama una respuesta inmediata para evitar lo que consideran un “abandono” de un colectivo ya de por sí invisible.
Jordi Martínez, padre de una chica con sordoceguera, ha explicado que “APSOCECAT es el único espacio donde mi hija puede recibir atención adaptada y donde nosotros, como familia, nos sentimos acompañados. Si desaparece, quedaremos desamparados”.
Según APSOCECAT, hasta 38.000 personas viven con sordoceguera en Cataluña, muchas de ellas personas mayores, que podrían quedar sin atención especializada ni acompañamiento si la entidad se ve obligada a cesar su actividad.
Las demandas: financiación y reconocimiento institucional
El manifiesto recoge cinco reivindicaciones clave que quieren dar respuesta a las necesidades del colectivo. Por un lado, se reclama una financiación estable y directa que permita garantizar la continuidad de los servicios esenciales. También se exige la creación de un Centro de Referencia de la Sordoceguera de Cataluña (CERESCA), impulsado conjuntamente con la Generalitat, la Diputación y el Ayuntamiento de Barcelona. Asimismo, se pide el reconocimiento institucional de la sordoceguera como una discapacidad específica y compleja, así como la concertación de servicios especializados para reducir la dependencia de subvenciones anuales. Finalmente, el manifiesto plantea la necesidad de que APSOCECAT sea incluida en el COCARMI o, alternativamente, que se reconozca oficialmente la plataforma CEDDDCAT.
“No podemos depender cada año de si nos llega o no una subvención. La sordoceguera necesita estabilidad y recursos continuados”, ha remarcado Anna Vilaseca, trabajadora social que ha estado presente en la concentración.
“26 años de trabajo no pueden acabar en silencio”
Desde la entidad remarcan que el cierre supondría “no solo el fin de una asociación, sino el abandono de un colectivo entero y de los profesionales que trabajan en ella”.
Con el mensaje “26 años de trabajo no pueden acabar en silencio”, APSOCECAT apela a la responsabilidad de las administraciones públicas y reclama una actuación inmediata para evitar que Cataluña quede sin un servicio esencial para miles de personas.