El precio de la vivienda en Andorra ha aumentado un 16,4% en el último año y se sitúa ya en 4.295 euros por metro cuadrado, 1.200 euros más que hace doce meses. La tendencia es claramente ascendente y “continuará subiendo sin llegar a moderarse”, según ha advertido este viernes el director de la cátedra en mercado inmobiliario de la Universidad de Zaragoza, Luis Alberto Fabra Garcés, autor del informe encargado por el Colegio de Agentes y Gestores Inmobiliarios de Andorra (AGIA).
Durante la presentación, Fabra alertó de que el escenario actual puede llevar a “un colapso o una parálisis de la actividad si los precios siguen aumentando”. Y es que, a pesar de la mejora de los sueldos —que han crecido un 6,2%—, estos “son insuficientes para hacer frente al encarecimiento de las viviendas”.
Según los datos, el precio medio de venta se sitúa ya en 4.300 euros/m², con un incremento interanual del 16,4%, y las operaciones superan las 5.800 anualizadas, cifra récord de los últimos once años. Fabra ha advertido de que “el mercado está en una dinámica proactiva, con mucha actividad y unos precios que seguirán subiendo al menos hasta 2026”.
Precios desajustados y oferta insuficiente
El experto señaló la gran distancia entre el precio real de cierre (4.300 euros/m²) y el precio de oferta, que roza los 5.700 euros/m². “Esta diferencia de más de 1.000 euros por metro cuadrado indica que no veremos bajadas de precio a corto plazo. Como mucho, una moderación”, ha dicho.
También ha remarcado el desajuste entre los hogares y el producto disponible. “El 60% de la oferta son pisos de más de 100 m², cuando el tamaño medio de las familias es de 2,2 personas". Según el especialista, tenemos viviendas sobredimensionadas para las necesidades reales. Según ha detallado, “resulta especialmente llamativo cómo cerca del 37% del total de la oferta de vivienda está entre 100 y 150 metros. Entre 150 y 200 es el 15% y más de 200 es el 5,5. Es decir, que si sumamos los tres, más de 100 metros estaríamos en el 60% del total de la oferta disponible". Además, Fabra alerta de que se deberán buscar "alternativas que se ajusten más a los perfiles que predominan socialmente".
Ante esta situación, Fabra ha recordado que “hay zonas de España donde tienen niveles de precios muy elevados y lo que se ha hecho es autorizar la segregación de las viviendas. Es decir, que viviendas que cumplan las cartas técnicas y superen los 100, 110 o 120 metros cuadrados, pues existe la posibilidad de que se hagan segregaciones”.
El presidente del Colegio de Agentes y Gestores Inmobiliarios de Andorra (AGIA), Gerard Casellas, ha confirmado la tendencia observada en el mercado inmobiliario y su incidencia sobre el uso del territorio. “Es evidente que las viviendas unifamiliares tienen una carga del territorio mucho más importante que las viviendas colectivas. Esto, por un lado, ya se ve en experiencias en otros países: hace un año leí una noticia de un pueblo alemán donde prohibieron las viviendas unifamiliares, precisamente por la carga sobre el territorio que suponían”, ha ejemplificado.
El presidente de la AGIA ha añadido que, en el contexto de un país pequeño como Andorra, una posible solución sería ofrecer la posibilidad de segregar pisos grandes, permitiendo que dos familias puedan habitarlos. “Aquí también estamos viendo que, por ejemplo, la mayoría de las transacciones se hacen en pisos de más de 100 metros cuadrados, cuando resulta que en los hogares del país hay de media 2,1 personas”, ha explicado Casellas.