Sant Julià de Lòria ha vibrado este lunes al mediodía con fuerza al ritmo de la tradición y la fiesta. A las doce en punto, desde la plaza Mayor, se ha dado el pistoletazo de salida a la Passa, encabezada por una charanga que marcaba el compás de un momento de identidad compartida. Jóvenes y no tan jóvenes han recorrido las calles del pueblo con energía y, y después de dar la vuelta completa al pueblo, han vuelto al punto de origen.
A las doce y media, el ritmo se ha calmado con el baile de sardanas a cargo de la cobla Vents de Riella. Con un tono más sereno y contemplativo, la plaza se ha llenado de personas mayores, algunas se han dejado llevar por la danza, mientras otras observaban desde los márgenes.

Pero la pausa ha sido breve. Poco antes de las dos menos cuarto, la plaza ha estallado de nuevo con gritos, risas y una alegría desbordada. Con el inicio del baile Cerdà y el segundo baile de sardanas, la juventud ha tomado el protagonismo. Los grupos que habían completado la Passa han irrumpido en la plaza con fuerza, convirtiendo la sardana en una fiesta compartida.
Con cánticos improvisados como: '¡Yo soy laurediano!' y un entusiasmo palpable, el ambiente se ha teñido de comunidad. No era sólo una danza, sino un encuentro entre la gente del pueblo y el espíritu festivo. Una mañana intensa, que ha demostrado que la tradición continúa más que presente, y más joven que nunca.
