Las lluvias de la primavera han permitido que los viñedos de la DO Montsant y DO Terra Alta hayan recuperado buena parte de la productividad que habían perdido a causa de la sequía. La vendimia de este año será mejor que las últimas pero no se llegará a máximos. En la Terra Alta quedarán por debajo de los 40 millones de kilos de uva de un año normal, mientras que en el Montsant confían llegar a los 7 millones. Los viticultores buscan adaptarse al cambio climático y la apuesta por las variedades autóctonas como la garnacha les da buen resultado, tanto a nivel de producción como de calidad, que este año volverá a ser muy alta. El peso del mercado catalán y la diversificación en la exportación permitirán amortiguar los aranceles en EEUU.
Después de dos años sufriendo un grave estrés hídrico, los viñedos de la DO Terra Alta y la DO Montsant empiezan a dar esta campaña signos claros de recuperación. Es una de las noticias positivas de la campaña de la vendimia, que arrancó entre principios y mediados de agosto en los municipios de las dos DO. Como ya es habitual, se empezó con las variedades blancas tempranas. En la Terra Alta han continuado con la garnacha blanca, el gran buque insignia de la producción vitivinícola de la comarca, mientras que en el Montsant el grueso de la producción lo protagonizan las variedades negras tradicionales, como son la garnacha y la cariñena.
"El gran titular de esta campaña es la recuperación de los viñedos", proclama el secretario del Consejo Regulador de la DO Terra Alta, Jordi Rius. Calcula que se acabarán llevando a las bodegas 33-34 millones de kilos de uva en total. Una cifra que aún queda por debajo de los 38-40 millones de producción media habitual, pero significativamente mucho mejor que los 29,5 millones de kilos del año pasado. En el Montsant esperan "un año prácticamente normal" en volumen, tal y como explica Joan Asens, miembro de la junta de la DO. "Quizás llegaremos a los 7 millones de kilos, de los cuales unos 500.000 o 600.000 serán de blanco", hecho que se traducirá globalmente en unos 6 millones de botellas, manifiesta.
Adaptación al cambio climático
Con registros de precipitación acumulada de unos 300 litros por metro cuadrado en la Terra Alta, el sufrimiento de los viñedos se trasladó en una reducción notable de la producción. Este año, apunta Rius, se notarán los 650 litros por metro cuadrados acumulados, más del doble. A pesar de todo, recuerda, los viñedos continúan "muy estresados" por estas dos últimas campañas "tan extremas" y habrá que ver la evolución de los próximos meses para constatar una posible recuperación del potencial productivo de cara a la vendimia próxima.
La situación es compartida en el Priorat. "En el Masroig este año llevamos más de 500 litros cuando la media anual son de 450, y aún no hemos acabado el año", comenta Asens, que remarca que "estamos inmersos en una emergencia climática y esto quiere decir que cada año hace mucho calor, que la maduración llega un poco antes y que las vendimias se avanzan". Esto condiciona la cosecha, ya que hay "menos tiempo para coger la uva con las condiciones óptimas".
La apuesta de los agricultores y viticultores de la DO Terra Alta por volver a las raíces, con un gran peso de variedades autóctonas como la garnacha blanca, está resultando efectiva también a la hora de hacer frente a los embates del cambio climático sobre los viñedos. "Aquí tenemos una oportunidad en el sentido de que el 80% de lo que se ha plantado en nuestra zona de producción son estas variedades que mejor se adaptan al clima mediterráneo continental, con casos de sequía acusada", ha remarcado Rius.
Aparte de la garnacha blanca -de la cual la Terra Alta es la principal productor del mundo, un 90% de la de Cataluña y un 75% de la del estado español-, la garnacha fina, la garnacha peluda y la cariñena han ido ganando terreno a variedades más globalizadas que llegaron en los años 80 y 90 del siglo pasado como el syrah o merlot. Esto ha hecho que, a diferencia de otras DO catalanas, la Terra Alta mantenga un equilibrio de producción del 50-50 entre vinos blancos y negros.
En cuanto a la calidad de la uva, Rius remarca que los viñedos han llegado a finales de verano "muy sanos", sin problemas de mildiu, oídio ni gusano de la uva, en buena medida gracias a los tratamientos aplicados desde las Agrupaciones de Defensa Vegetal (ADV). Esto hace prever que la calidad de esta cosecha de 2025 sea de una "excelente". Por su parte, Asens asegura que la calidad será muy alta, porque no ha habido hongos. "Si la piel llega sana a la bodega, el vino es más bueno", enfatiza.
La cuestión del agua en el Priorat se ha convertido en los últimos años en un tema muy sensible. La sequía y el trasvase del pantano de Siurana al de Riudecanyes dejaron la comarca en una situación límite. De hecho, la problemática no está ni mucho menos resuelta, y los productores vitivinícolas también han levantado la voz. "Lo que pedimos es que el agua del Siurana se quede en la comarca, y así no hará falta traerla del río Ebro desde Garcia", exclama Asens, en referencia al proyecto impulsado desde el Gobierno. "Con la del Siurana, podemos ir tirando", remarca.
Ventas
El contexto internacional, con los conflictos armados en Ucrania y Gaza y los aranceles impuestos por los Estados Unidos, condicionarán en cierta manera las dos DO, que tienen en el mercado catalán algo más del 50% de su volumen de negocio. "Si hay guerras por el mundo, esto es malo para el vino", expresa Asens. En la Terra Alta exportan un 45% de la producción -hace pocos años era el 20%- a 80 países y esta diversificación les da una cierta tranquilidad. A pesar de todo, a día de hoy los aranceles los están soportando los productores y las empresas importadoras, una situación que desde la DO no ven viable que se alargue en el tiempo, hecho que podría comportar una subida de precios.
En la DO Montsant la situación preocupa un poco menos: "somos una voz muy pequeña y que baje la venta en los Estados Unidos no afecta mucho, porque con las pocas botellas que tenemos podemos ir a otro país e intentarlo vender". En su caso, en Norteamérica llevan un 10% de la producción.
Uno de los ejemplos de esta dinámica es la Bodega Masroig. Este año confían llegar a los 1,5 millones de kilos de uva, principalmente de cariñena, garnacha "y un poco de syrah", destaca su director técnico, Alain Gómez. Como bodega cooperativa tienen un centenar de productores, tanto del municipio como de pueblos de alrededor, que les llevan la uva para transformarla en vino. "Para nosotros Cataluña es un mercado muy estable, con un 50% de las ventas", afirma. El resto, se va a otros puntos del Estado y al extranjero, donde "son tiempos un poco difíciles" para hacer negocios, reconoce.
Uno de los elementos que ayuda a vender fuera son los premios, y en junio fueron galardonados con la Gran Medalla de Oro en la categoría de mejor vino negro en el Concurso Mundial de Bruselas. Lo consiguieron con el Les Sorts Viñas Viejas 2020, que también fue seleccionado como el Vino Negro Revelación Internacional. "Estamos muy agradecidos y muy contentos; no nos esperábamos ser elegidos entre más de 7.520 vinos diferentes", celebra Gómez.
En la Terra Alta también están satisfechos porque la evolución de la demanda en el mercado del vino, aseguran que les está dando la razón respecto a las variedades escogidas. "Las nuevas generaciones no quieren beber tanto vino negro y buscan otras cosas", apunta el viticultor y propietario de la bodega bateana Altavins, Joan Arrufí. Reconoce que el consumo per cápita mundial está bajando y defiende basar la promoción lejos de su "alcoholización", sino entendiéndolo como un "producto alimentario muy tradicional y muy mediterráneo".
Por eso, cree que no se tiene que perder de vista la tendencia de muchos consumidores, especialmente los más jóvenes, de buscar más "vinos blancos, frescos, más fáciles de beber". Y, en este sentido, considera que la apuesta por la calidad de la garnacha blanca les aporta, en el terreno comercial, un factor diferencial respecto otras DO del país. También desde el punto de vista agronómico, con la extensión progresiva de la producción de vinos ecológicos. Más aún cuando sólo se embotellan aún entre seis y ocho millones de botellas de toda la producción. "Tenemos esta capacidad de crecer con la garnacha blanca para vinos embotellados. Es una cosa muy buena", ha cerrado.