Aún no se consideran invasoras, pero todos los indicios apuntan a que, tarde o temprano, se deberán considerar y aplicar algún tratamiento. Desde hace unos años que en los márgenes del río, sobre todo a la altura de Tortosa, han empezado a aparecer las Marquesas, unas conocidas plantas de jardinería que son autóctonas de Asia y se han utilizado para el consumo en Latinoamérica, donde se consumen sus tubérculos.
Tal y como nos explica la ingeniera agrónoma, Meritxell Algueró, su nombre científico es el de Colocasia esculenta y, actualmente, se considera una especie establecida, que podríamos considerar que sería el paso previo a ser considerada una especie invasora. En este sentido, estaríamos hablando de aquellas especies recién llegadas que consiguen establecer poblaciones en el territorio receptor que se mantienen sin ningún tipo de intervención humana, tal y como nos indica el informe del proyecto Exocat sobre las especies exóticas en Cataluña que realiza el Centro de Investigación Ecológica y de Aplicaciones Forestales, junto con el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat de Cataluña.

Hablamos con los técnicos del IRTA para saber si desde los últimos estudios realizados en 2021 aún son vigentes y nos confirman que desde entonces nadie más ha investigado sobre su estado en la orilla derecha del río Ebro, aunque sí que pueden confirmar su proliferación más reciente desde Tortosa hacia la desembocadura, tal y como apunta el hasta ahora responsable de su desarrollo en el Parque Natural del Delta del Ebro, Antoni Curcó. Según Curcó, también había un acuerdo con la CHE, la Confederación Hidrográfica del Ebro, para empezar los trabajos de erradicación de la planta desde Valencia hasta la desembocadura mediante la empresa DRAGSA. Pero no hemos obtenido ninguna respuesta que nos confirme que estos trabajos ya han podido iniciarse.
Nos dirigimos hacia el barco turístico de Lo Sirgador para hablar con su patrón, Jordi Domingo, sobre la afectación que puede tener esta especie de cara a la navegación o al ecosistema fluvial.
Domingo nos explica que “vemos que es una planta tropical, que no es autóctona, y se está expandiendo de forma exponencial y acelerada. Esto provoca que haya acabado desplazando plantas autóctonas de aquí como la boga o el carrizo que utilizan como refugio algunas aves como las pollas de agua o los patos”. Domingo ve extraño que ninguno de los técnicos que controlan las especies invasoras en el río y hacen tratamientos les hayan alertado sobre la planta y considera que “sabemos que en otros lugares del Estado español las detectaron y las erradicaron. En cambio, aquí cada año se extiende más y nadie hace nada al respecto”. De hecho, nos explica que la bajada del embarcadero fluvial del Mercado está llena de esta especie y que “hace un par de años la brigada municipal estaba limpiando la orilla del río en la zona del embarcadero y nos dijeron que esta planta la dejaban porque la veían como algo ornamental y que era bonita”. En este sentido, también sería necesario que los responsables de su seguimiento informaran a los respectivos ayuntamientos de lo que supone el crecimiento de este tipo de planta y la peligrosidad de acabar desplazando las especies autóctonas. Por ejemplo, hace años se diseñó un cartel (ahora ya muy deteriorado) para instalar en los puertos fluviales en el que se explicaba cuáles eran las principales especies animales invasoras que se podían encontrar en el río Ebro. El cartel, sin embargo, ya ha quedado desfasado porque en aquellos momentos aún no existía la plaga del cangrejo azul, por ejemplo. Pero sí que aparecían los caracoles manzana, el cangrejo de río americano, el siluro o el mejillón cebra. Por lo tanto, quizás convendría poderlo reeditar incorporando también las especies de flora invasora.

Cuando navegamos por el río se ven bajar raíces o partes de las plantas solas que pueden arraigar con facilidad en cualquier lugar. Además, es una especie muy resistente porque puede llegar a crecer hasta los 2,4 metros de altura. Otro de los puntos donde parece que se está empezando a expandir es en la Isla de los Bueyes, a la altura del término de Vinallop, en la zona oeste. Pero, en cambio, río arriba la proliferación observamos que se detiene a la altura de Tivenys porque el Azud ha actuado como una barrera para impedir su crecimiento.
Aun así, de hecho, el río Ebro no es el único afectado por esta planta, ya que, en 2013 apareció en un arroyo de la localidad sevillana de Dos Hermanas. Allí se pudo actuar rápidamente para eliminarla a través del Programa de Control de Especies Exóticas Invasoras que promueve la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Se dieron cuenta de que la planta aparecía en rodales dispersos a lo largo de 7 kilómetros del curso fluvial y se decidió extraerla manualmente y, al cabo de un año, volver a hacer una visita de control para eliminar los posibles rebrotes.
Por lo tanto, es evidente que nos encontramos ante un nuevo caso de una especie que está amenazando tanto a las plantas autóctonas como a las aves que nidifican y que todos los actores implicados reclaman que se actualicen estos informes y que pase de ser una especie establecida a considerarse definitivamente como invasora, para actuar para detener su proliferación en las orillas del Ebro.