Un año después del hundimiento mortal de la calle Canigó de Badalona todavía hay vecinos que no han podido volver a casa. La mayoría lo han hecho en condiciones de provisionalidad, después de que el Ayuntamiento apuntalara 315 de 440 pisos de la isla. La debilidad de las estructuras, sin embargo, ha hecho inviable la operación de retorno a los bloques 9 y 7, que antes tendrán que hacer frente a una reparación integral de los edificios, con unos costes de unos 25.000 euros por piso. “Nos prometieron préstamos a interés cero y al principio vinieron muchas autoridades, pero de aquello no tenemos nada y estamos muy solos”, se lamenta en declaraciones a la ACN David Enri, propietario de un piso del número 7. El Ayuntamiento defiende que no abandonará a los vecinos y sigue en busca de créditos blandos.
Unas vallas de la Guardia Urbana de Badalona barren el paso a los portales de los números 9 y 7 de la calle Canigó. Es la única señal visible de la tragedia de hace un año, donde murieron tres personas cuando el edificio donde vivían se hundió. Detrás de estas puertas quedan todavía algunos de los recuerdos de los familiares de las víctimas y de aquellos que un año después aún no han podido volver a casa.
“La situación es muy complicada. Eso es un barrio de gente trabajadora y necesitamos ayuda para volver a casa”, explica David Enri, uno de los afectados. Después de un año el principal tropiezo que tienen es la financiación de unas obras imprescindibles para garantizar la seguridad de los inmuebles y que muchos vecinos no pueden asumir económicamente.
Calculan que el gasto está entre 20.000 y 25.000 euros por vecino y es necesario que todos paguen para que el proyecto se pueda ejecutar: “Hay trabajadores, personas mayores o personas en paro, que económicamente no podemos hacer frente a un gasto tan elevado. Y sólo que falle uno, ya no podemos hacer la obra”.
Los vecinos hace meses que están en búsqueda de financiación, pero la gestión con las entidades financieras no es fácil y reprochan al Ayuntamiento de Badalona y la Generalitat de Cataluña que los hayan dejado solos en esta fase decisiva del proceso. “Han hecho una buena gestión, pero eso se alarga y les hemos pedido ayuda para conseguir financiación y no tenemos respuesta”, denuncia Enri.
El Ayuntamiento, en busca de créditos blandos
Desde el Ayuntamiento entienden la angustia de los vecinos de la isla Canigó, cuando un año después de la tragedia muchas vidas aún no se han normalizado. Es por ello que el teniente de alcalde de Territorio, Dani Gracia, asegura en declaraciones a la ACN que el consistorio no dejará “desamparados” a los vecinos.
“Estamos haciendo gestiones con el Instituto Catalán de Finanzas para que haya una serie de créditos blandos para ayudar a los vecinos, que tienen que hacer frente a obras muy costosas”, ha explicado Gracia. El regidor también recuerda que durante la crisis se ha realizado un gasto de un millón de euros en inspecciones de viviendas, apuntalamientos, alternativas de vivienda, atención jurídica y proyectos de reforma.
Sin embargo, lamenta que el propio consistorio no tenga “capacidad” para asumir directamente créditos o subvenciones para 21 comunidades con obras pendientes que tienen importes muy elevados. En este sentido, denuncia también que, como los vecinos, el Ayuntamiento se ha sentido “solo” y “sin el apoyo de la Generalitat”.
Gracia es especialmente duro con la gestión del anterior Govern de Pere Aragonès: “Con el nuevo Gobierno hay una muy buena predisposición, pero la anterior nos dio la espalda. La única preocupación que tenían era saber las causas del hundimiento cuando el centro de actuación debían ser los vecinos afectados”.
Dos octogenarios cambiando de casa cada 15 días
El piso de Enri, un 4º piso del bloque del número 7 de la calle Canigó, era donde vivían sus suegros, de 80 y 83 años. Desde que los desalojaron de casa por riesgo de hundimiento viven a caballo de casa de sus dos hijos: “Están cada 15 días en mi casa o en casa de mi cuñado y hace un año que estamos así”, se desespera.
En los últimos tiempos, además, la mujer ha tenido que ser ingresada en el hospital de Can Ruti y ahora su marido “va solo de una casa a otra con las maletas”. La situación que viven, afirma Enri, “no es nada fácil”. Como ellos, otros vecinos también “lo están pasando muy mal” porque no tienen una alternativa digna donde vivir.
A pesar de la desesperación de la situación, Enri espera que “algún día” puedan recuperar su casa. Cuando hace un año de la tragedia, sin embargo, el sentimiento de los vecinos es “de abandono y preocupación” por la cronificación de la situación: “Pasan los días y los meses, pero la obra no empieza y los problemas que tenemos no se solucionan”.
En los malditos propios de los problemas derivados del hundimiento, este último año los vecinos de la calle Canigó que aún no han podido volver a casa han vivido una situación “surrealista”. Denuncian que el Ayuntamiento les ha cobrado el IBI y la tasa de la basura, pese a que sus pisos están precintados: “Estás en la calle y no generas residuos y te cobran los impuestos igualmente”.
Explican el consistorio les ha prometido bonificaciones para 2025, pero denuncian falta de sensibilidad ante su situación. “No es por los 250 euros que hemos pagado, pero si te hacen eso ¿cómo quieres intentar pedir ayuda para pagar una obra de 25.000 euros? Estamos perdidos”, apostilla David Enri.
Revisión del parque de viviendas
Tras el hundimiento de la calle Canigó, otra de las preocupaciones que sobrevoló Badalona fue el estado de otras promociones levantadas en la misma época, que quizá tenían problemas constructivos similares y que hasta la tragedia de la calle Canigó no habían salido a la luz.
En este sentido, el teniente de alcalde de Territorio, Dani Gracia, afirma que en el último año se ha sido especialmente sensible a ello y que se han hecho revisiones exhaustivas de fincas que no pasaban la Inspección Técnica de Edificios (ITE). Los resultados, sin embargo, son positivos: “Afortunadamente, no nos hemos encontrado situaciones parecidas a los forjados”.
Tres muertos y 100 viviendas desalojadas
Eran las once de la mañana del 6 de febrero de 2024 cuando los Bomberos recibieron el primer aviso. Un bloque de cinco pisos de la calle Canigó de Badalona se había hundido por dentro, desde el forjado hasta los bajos. Los cuerpos de seguridad trabajaban en la ‘zona cero’ y, en paralelo, trataban de localizar a todos los vecinos por si se echaba en falta alguien.
Los presagios no eran buenos y se acabaron de confirmar de madrugada, con el hallazgo del primer cuerpo. Poca rato después aparecerían dos más. En total la tragedia se saldó con tres personas muertas: un hombre y dos mujeres de entre 30 y 50 años, que estaban dentro del edificio en el momento del hundimiento.
También desde buen inicio se apuntó a la debilidad de la estructura como uno de los elementos determinantes para explicar qué pasó. Y aquello acabó haciendo aflorar un problema mayor de carencias estructurales en toda una promoción de una manzana de 22 bloques y un total de 440 viviendas, construidas a finales de los 50 en las calles Canigó, Llefià y Ausiàs March.
Los desalojos preventivos por la aparición de grietas se fueron sucediendo y durante las semanas posteriores al accidente tuvieron que salir de casa los vecinos de cinco escaleras más, que se traduce en un centenar de viviendas, además de los 20 afectados por el hundimiento del número 9.
La gravedad de la situación obligó a inspeccionar la totalidad de la manzana y de los 420 pisos analizados se apuntalaron 315, un 75% del total. Poco después, la mayoría de vecinos pudieron ir volviendo a casa, a excepción de los del número 9 y también los del número 7, que requieren una reforma integral para que se puedan volver a habitar con seguridad.
También tienen proyectos de reforma catorce bloques más. Todos los de la calle Canigó y ocho de la calle Ausiàs Marc.