Un niño con TEA (Trastorno del Espectro Autista) de 10 años, fue asesinado por su madre que posteriormente se suicidó. Los cuerpos de Adalia Baptisa, de 30 años, y su hijo Frederico Baptisa-Mendes fueron encontrados en descomposición en su piso de protección oficial en la zona de Holbeck, en Leeds (Inglaterra).
El tribunal de instrucción de Wakefield ha dado ahora la información del trágico hallazgo que tuvo lugar en septiembre del año pasado. La escuela de Frederico dio la alarma a la policía después de que el niño no regresó a clase después de las vacaciones de verano a pesar de que no había faltado a una sola clase el año anterior.
El análisis de sus teléfonos mostró que se utilizaron por última vez a finales de julio, lo que hace suponer a los investigadores que probablemente fue el momento en que murieron. El forense calculó, por el estado de los cuerpos, que hacía unas siete semanas que habían muerto en el momento del descubrimiento.
En un comunicado, el conductor de autobús Muneer Hussain, que llevaba a Frederico a la escuela primaria de Richmond Hill cada día, describió la preocupación creciente por no recibir ninguna respuesta del piso a principios de septiembre, cuando llamaba para hacer subir al niño al bus.
Hussain dijo que conocía al joven como Freddie y manifestó que "Era un niño muy alegre y siempre estaba preparado para irse". "Siempre sonreía y le encantaba llevar gorras y otros complementos de y Super Mario", explicó dolido el taxista.
NO PUDO ACEPTAR EL DIAGNÓSTICO
El forense Oliver Longstaff explicó que la señora Baptisa y Frederico eran portugueses, aunque nació en Angola, y habían llegado al Reino Unido hacía unos 10 años.
A Frederico se le diagnosticó autismo en 2019 y el mismo año se incorporó a la primaria de la escuela Richmond Hill, especializada en ayudar a los niños con dificultades de comunicación complejas.
La inspectora detective Suzanne Hall dijo en un comunicado leído en el tribunal: "Adalia luchó por aceptar este diagnóstico". A pesar de todo, al registrar el ordenador, encontraron que Adalia había estado consultando páginas web sobre eutanasia y sobre maneras de acabar con una vida sin sufrimiento.
Adalia nunca asimiló el diagnóstico de Frederico y cayó en una profunda depresión que desencadenó el trágico desenlace.