La muerte de Matthew Perry, encontrado sin vida en la bañera el pasado 28 de octubre, impactó tanto a la industria del entretenimiento como a sus millones de seguidores. Tres semanas después de este trágico evento, la autopsia revela que el actor murió a causa de "los efectos agudos de la ketamina", un anestésico con propiedades psicodélicas. Otros factores que influyeron en el desafortunado desenlace fueron el ahogamiento, problemas coronarios en las arterias y la buprenorfina.
El forense ha catalogado su muerte como un accidente y no se han encontrado rastros de otras sustancias, como alcohol, cocaína, heroína o metanfetaminas. Según el informe, "los altos niveles de ketamina encontrados en su sangre post mortem podrían haber generado una sobreestimulación cardiovascular y una insuficiencia respiratoria", siendo los efectos letales principales. Además, la autopsia indica que Perry llevaba "19 meses sin consumir", es decir, no se detectaron sustancias a las que previamente había sido adicto.