Un joven de 29 años ha confesado haber iniciado un incendio, con la intención de deshacerse de un cadáver, que provocó la muerte de 76 personas y dejó 120 personas heridas en un edificio de Johannesburgo, en Sudáfrica.
El pasado mes de agosto, un incendio engulló un edificio de varias plantas, dejando 76 víctimas mortales. Los investigadores creen que algunas personas saltaron al vacío para salvarse de las llamas, y otras intentaron escapar por las ventanas sin éxito. Además, el incendio dejó 120 personas heridas.
La Policía inició una investigación para averiguar las causas del incendio y que les llevó hacia un hombre que acabó confesando los hechos. Según el presunto autor, un vecino del edificio —que estaba medio en ruinas y ocupado por decenas de personas— que era narcotraficante le obligó a matar a un hombre.
Para intentar deshacerse del cadáver, el pirómano bajó al sótano del edificio, roció el cuerpo con gasolina y le prendió fuego, con la mala suerte de que el fuego se extendió más de lo que creía y que acabó quemando gran parte del edificio.
Ahora, el hombre se enfrenta a una acusación por 77 cargos de homicidio —el hombre que mató y los 76 muertos por el incendio— y a 120 cargos por intento de homicidio, y en caso de ser condenado, podría pasar el resto de su vida en la prisión.