Según ha confirmado desolada la familia de Shani Louk, la chica germanoisraelí de 22 años quien los militantes de Hamás hirieron y vejaron su cuerpo semidesnudo encima de una pickup, ha muerto. Concretamente, se ha encontrado un hueso de su cráneo.
Shani Louk participaba en la 'rave' que se hacía cerca de la Franja de Gaza, al lado de su novio mexicano. La libertad, la música, la diversión, de repente se convirtieron en la plataforma de una camioneta que rebotaba y exhibía su cuerpo herido, inconsciente y medio desnudo por las calles de la franja, mientras era objeto de escupitajos, insultos y vejaciones.
¿QUIÉN ERA SHANI LOUK?
Shani, una joven de veintidós años con madre alemana que había estado viviendo en Tel Aviv, Israel, donde trabajaba como tatuadora, había sido secuestrada en el Festival Super Nova cerca del kibbutz Reim, en el desierto del Néguev, el pasado 7 de octubre.
La habían secuestrado el día del apocalipsis, cuando 260 jóvenes habían sido masacrados solo en aquella rave. Su madre reconoció el cuerpo malherido de Shani precisamente por sus tatuajes.
A partir de las imágenes difundidas inmediatamente por Hamás, la impresión era la de una mujer indefensa y gravemente herida. Un corte en la cabeza, sangre, una pierna doblada de manera antinatural. Un miliciano que le escupió en la cara mientras gritaba 'Hallahu Akbar!'.
ESPERANZA DE UNA MADRE
La madre de Shani, Rebecca, había hecho repetidos llamamientos a las autoridades y había recibido la noticia de que querían que la chica aún viva en Gaza: el 10 de octubre, una familia palestina había planteado la hipótesis de que la joven estaba herida y hospitalizada.
Su tarjeta de crédito se había utilizado en aquella zona en aquellos días. Después, ayer, la ducha fría. Una calavera encontrada en el suelo le pertenecía. La prueba de ADN de aquel pequeño huesecillo no dejó ninguna duda.
Sin aquel trozo de hueso, según los médicos, Shani no habría podido sobrevivir. Por lo tanto, Shani fue asesinada brutalmente y decapitada, tal como explicó el presidente israelí Isaac Herzog.
Shani se ha convertido en un símbolo de la libertad frente a la barbarie -de todas las barbaries-, de la dignidad de las mujeres frente al machismo más intolerante, de la vida frente a la muerte más negra.