Un estudio de la URV indica qué hacer con la central nuclear de Vandellós I

02 de noviembre de 2022 a las 10:48h

Los tres reactores nucleares operativos en Cataluña —Vandellós II, Ascó I y Ascó II— tienen una vida limitada.

Si bien estaba previsto detener su actividad a mediados de esta década, el Consejo de Seguridad Nuclear aprobó prolongar su vida útil hasta 2030 en el caso de Ascó I, hasta 2031 para Ascó II y hasta 2034 para Vandellós II.

En este contexto, la central nuclear Vandellós I, operativa desde 1972 —e inactiva desde 1989— está en proceso de desmantelamiento.

Se prevé que a partir de 2028 comience la última etapa y que las estructuras de la primera central nuclear construida en Cataluña queden descontaminadas.

Decidir el futuro de estos espacios una vez liberados de radiación puede suponer un reto para el territorio, que involucra al tejido social, empresarial, administrativo y cultural de su entorno.

Carlos Gonzalvo, doctor en Arquitectura por la URV, estudia estas instalaciones para valorar su potencial para futuras aplicaciones.

Potencial para otros usos

“Donde hay un problema suele haber una oportunidad”, afirma Gonzalvo. Y es que este mes de junio pasado defendió la tesis doctoral —La arquitectura de las centrales nucleares de primera generación en España (1963-1972)—, en la que reivindica la necesidad de estudiar y conocer las centrales nucleares desde un punto de vista más complejo al puramente técnico, incluyendo su valor arquitectónico, paisajístico y patrimonial.

Para Gonzalvo, este trabajo es imprescindible para desestigmatizar estos espacios, que a menudo el público percibe como peligrosos, incluso después del proceso de descontaminación.

El estigma es generado, en parte, por el “pasado bélico” de esta fuente de energía, por el “hermetismo” de las empresas que los gestionan y por los “problemas derivados del tratamiento de los residuos que generan, pero es necesario combatirlo para tomar decisiones objetivas sobre su futuro”.

Gonzalvo estudia desde 2014 las oportunidades derivadas de la reutilización de estas construcciones, especialmente Vandellós I.

De entre los posibles usos que ha planteado hay un centro de protonterapia —tratamiento contra el cáncer que utiliza protones, minimizando el daño a los tejidos sanos—, aprovechando las características de la central, diseñada para contener elementos radiactivos.

Sin embargo, el tiempo y la experiencia le han empujado a no proponer un uso concreto: "Tenemos que abrir la mente y conocer las necesidades de la población para ver las posibilidades que ofrece, entendiendo las características del espacio y su entorno social y geográfico".

En este sentido, el investigador sugiere usos que exploten las ventajas que estas construcciones ofrecen: grandes volúmenes de aire cubiertos y superficie útil, paredes de hormigón de hasta siete metros de grosor, sótanos protegidos de la radiación, etc.

Para Gonzalvo, los ejemplos y las propuestas son casi infinitos: “Un centro médico, una incubadora de empresas, un polígono industrial, una planta de hidrógeno verde, un campus universitario, etc.”

Aparte de las características constructivas y desde el punto de vista arquitectónico, el diseño de estos espacios no fue fortuito: “Como que son centrales nucleares, nadie se ha dado cuenta de que hubo políticos, arquitectos y artistas que se preocuparon por la imagen de estos lugares”, explica.

Así, el valor artístico, cultural e histórico de estas enormes construcciones hace necesario documentarlas, para elevarlas a patrimonio antes de que se pierdan, como ha sucedido recientemente con la central de Zorita, en Guadalajara.

Aparte de la vertiente práctica, que implica aprovechar equipamientos ya existentes en tiempos de crisis, se trata de dejar constancia de una tradición estética, de una construcción cultural en torno a la energía nuclear, iniciada durante la guerra fría.

Según la legislación actual, está previsto que estas instalaciones sean derribadas en las próximas dos décadas.

Sobre el autor
C CIUTAT
Redacció
Ver biografía
Lo más leído