La salida de Junts del Gobierno catalán provocó cambios en la estructura de varios organismos públicos. Uno de ellos fue la Autoridad Portuaria del Puerto de Tarragona, que cambió su presidencia con la llegada de un nuevo consejero. Así pues, el arquitecto Saül Garreta fue el escogido para sustituir a Josep Maria Cruset. Activista y novato a la hora de ocupar un cargo público, se convirtió en el primer presidente de ERC en el ente y marcó como prioridad la sostenibilidad y el consenso con el territorio. Entrevistamos desde una vertiente más personal a Saül Garreta para conocer sus vínculos con el Serrallo, cómo compagina su espíritu activista con el nuevo trabajo y algunos de los proyectos que quiere llevar adelante.
Es su primer cargo político. ¿Cómo se adapta a esta circunstancia inédita?Me adapto con la ilusión que tiene alguien cuando identifica una oportunidad enorme para trabajar por el bien común. Me ha cogido en un momento personal y profesional óptimo. De hecho, no dudé ni un minuto en aceptarlo. Únicamente puse como línea roja que la familia no lo entendiera bien o que en el ámbito profesional no tuviera un equipo potente para delegar los trabajos que hacía entonces, pero ninguna de las dos cosas sucedió. Siempre he tenido la voluntad de servicio público y de implicarme en temas de manera altruista. En este momento, tengo energía y experiencia para dar lo mejor de mí.
¿Su actual momento vital ha sido relevante para tomar la decisión?Cuando tienes cierta edad y más o menos te van bien las cosas, es muy fácil que entres dentro de la zona de confort y no salgas de ella. ¿Por qué cambiar? Una propuesta de este tipo es un gran reto para ponerte las pilas. Hacía 20 años que mi inglés estaba oxidado y ahora estoy haciendo tres días de clase a la semana. Aparte de la vocación de servicio público, la Presidencia es una manera de crecer. Lo llamo egoísmo positivo. Se trata de estas cosas que a ti te satisfacen, pero al mismo tiempo impactan en un bien para la sociedad y tu entorno. Actualmente, mi motor es encontrarme en una posición con la que puedo ayudar mucho más a que el mundo mejore.
¿Tiene algún valor emocional trabajar desde un edificio que diseñó su padre?Sobre todo pienso en la ilusión que le hace a él. Además, a mí me hace gracia. Hace unos cuantos años se puso sobre la mesa la opción de derribarlo para ubicar allí otro proyecto, pero hubo un movimiento ciudadano de oposición a este derribo. Esto nació a través de un manifiesto que redacté yo mismo. Me hace gracia trabajar en un edificio que, si no hubiera sido por la acción colectiva, no existiría. No me impliqué por ego porque realmente considero que no hay nada intocable. En aquel momento, sin embargo, nos pareció que había suficientes razones para discutir el derribo. Es de aquellas luchas colectivas que tienen éxito.
Su predecesor estaba claramente influenciado por su etapa como alcalde. ¿Qué le aporta su bagaje como arquitecto en esta nueva etapa del Puerto?Pienso que la tarea de arquitecto es un oficio que está al alza. Sobre todo por la capacidad que tienen de gestionar situaciones complejas, tanto espaciales como intangibles. O sea, un arquitecto es cada vez más un director de orquesta y es un facilitador para que diferentes profesionales consigan un producto. Este resultado debe tener diseño, confort, reciclaje, sostenibilidad, bienestar para las personas o espacios seguros (relacionado con el urbanismo feminista). El arquitecto no lo sabe todo, pero lo debe gestionar. Por lo tanto, es la profesión que mejor gestiona la complejidad de las diversas disciplinas.
¿Cómo lo aplicaría al Puerto?Por ejemplo, cada vez tiene más importancia la participación ciudadana en los proyectos. Cuando haces las cosas desde abajo hacia arriba, los procesos requieren más tiempo, pero también son más perdurables. Lo mismo pasa con el Puerto. Las decisiones estratégicas se deben tomar escuchando muy bien a la gente que sabe más que tú y con eso leer hacia dónde queremos ir. No solo nos debemos fijar en los datos inmediatos, sino en qué te indican estos datos. Cuando Frank Gehry hizo el Guggenheim, lo que menos le importaba era el edificio. Aquel museo tenía un efecto catalizador que haría que todo el entorno de Bilbao cambiara para hacer una apuesta por la cultura. Son temas que se deben leer y el hecho de ser arquitecto me ayuda a entenderlo.
En su presentación marcó como prioritaria la sostenibilidad. ¿El sector portuario puede ser sostenible?La pregunta debería ser: ¿cómo lo debemos hacer? La cuestión sobre si se debe hacer ya no está en la ecuación. No porque lo digamos nosotros, sino que hay una serie de objetivos y directivas europeas que, si no se cumplen, crearán una presión social que será insoportable. Es inseparable de nuestro día a día.
¿Y qué hace el Puerto de Tarragona en este sentido?Muchas cosas. No porque haya llegado yo. Ya se estaban haciendo todos los biotopos que se han puesto delante de la playa del Miracle y que han ayudado a mejorar la biodiversidad perdida. Mi apuesta personal es mejorar este tema, sobre todo en la reforestación. Siempre se habla de reposición de árboles, pero no nos damos cuenta de que tenemos más mar que tierra. Por eso, sería una irresponsabilidad no trabajar el tema de reponer posidonia del mar.
Con relación a los barcos, la situación óptima es que se puedan conectar con electricidad de origen renovable cuando vengan al Puerto de Tarragona. Para que esto pase debes electrificar una serie de muelles, cosa que ya estamos haciendo. Por otro lado, tenemos más kilómetros de ferrocarril que el Puerto de Barcelona. Estamos potenciando esta apuesta con la estación de La Boella, buscando nuevos mercados o diversificando el tráfico.
Ha puesto la firma a proyectos como la reforma del local de los Xiquets del Serrallo y tiene raíces en el mismo barrio. ¿Cuál debería ser la relación de la Autoridad Portuaria con el Serrallo?La historia de la configuración urbanística del barrio es indisoluble con el Puerto. Lo que no puede ser es que el Puerto haya puesto el foco en su actividad portuaria sin tenerlo en cuenta. Dicen que “cuando al Puerto le ha ido bien, a Tarragona también” y que muchas familias tarraconenses han ayudado al Puerto en sus momentos más críticos. Estas sinergias siempre han estado ahí y debemos mantenerlas. Todas estas zonas portuarias que han dejado de tener un sentido a nivel logístico ahora lo deben tener en lo que llamamos “Puerto ciudad”. Hay una parte museística, de paseo, de movilidad y de ocio.
¿Qué actuaciones se han hecho?En el Serrallo hemos hecho de importantes. Teníamos tres grandes actuaciones: tapar las zonas infantiles, el pantalán nuevo y ahora falta instalar las zonas de sombra en el paseo del Serrallo. Además, actualmente trabajamos mucho para hacer un gran parque verde que incluya un espacio de ocio para que la ciudadanía lo disfrute. Dentro de poco, sacaremos a licitación un concurso de ideas para que trabajen estos conceptos de renaturalizar el espacio. Debe ser el gran parque de la zona baja que potencie lo que llamo el Muelle de la cultura y todas las calles que lo rodean.
Hemos visto que las infraestructuras como la pasarela (que en su momento critiqué) han permitido que toda la zona del paseo hasta el espigón sea un espacio ampliamente concurrido. Por lo tanto, ha quedado demostrado que este tipo de infraestructuras generan demanda a la ciudadanía y por eso queremos seguir en esta línea. Por otro lado, se debería plantear mejorar el paso subterráneo de la Plaza de los Carros.
¿Puede hacer algo el Puerto para que funcione este paso subterráneo de la Plaza de los Carros?Lo estamos haciendo. Parte de este concurso incorporará la actuación del paso subterráneo. Concretamente, lo que se está hablando con el equipo técnico del Ayuntamiento es quitar las escaleras mecánicas y hacer unas normales ajardinadas. También se podría incorporar una rampa donde puedan ir peatones y bicicletas. Debemos priorizar primero el tráfico a pie, después el de la bicicleta, seguido del transporte público y finalmente el coche. Es lo que se hace en grandes ciudades como París o Sevilla, no es una cosa que nos estemos inventando. Cuando venga un barco aquí, no valorará solo las instalaciones, sino que también tendrá en cuenta el entorno. Si es agradable en el ámbito cultural, de ocio o investigación; será más atractivo para que venga un barco y tengamos un lugar donde pasen cosas interesantes. El parque del Puerto debe ser una carta de presentación de la ciudad y el territorio.
En un tuit comentaba que “las ciudades se deberían inspirar más en la naturaleza que en las máquinas”. Podríamos decir que este proyecto ya lleva su sello.Absolutamente. Le Corbusier, que diseñaba las ciudades como máquinas, no ha funcionado. Pienso que de lo que nos hemos dado cuenta es que las ciudades se deben parecer más a un árbol. Este tiene un diseño de ramas que permite aguantar cuando viene un huracán. Las máquinas tienen muchas limitaciones y no son lo suficientemente resilientes. Lo que ha hecho la zonificación es que haya un lugar para trabajar, uno para disfrutar, otros para los coches... Esto se debe superar. Por eso, remarco la importancia de recoser las zonas para recuperar espacios para las personas.
Lo vimos ser prudente en la presentación con el tema de los cruceros, que una vez estudiado matizó. ¿Ostentar la presidencia de la Autoridad Portuaria le obliga a veces a morderse la lengua?En algunos temas debo ser prudente. No por miedo o tener que asumir contradicciones, sino porque lo primero que se debe hacer al llegar a un lugar es conocer bien las cosas. Cuanto más mayor te haces, más te das cuenta de que en la vida no todo es blanco o negro. Hay matices y no todo el mundo los ve de la misma manera. Con los cruceros me sorprendió que me preguntaran si estaba a favor o en contra. Durante este mes y medio he recopilado datos para tener una opinión más formada. Lo que es importante es que aporten riqueza y más cosas buenas que malas. Además, creo que debemos ir perdiendo peso en la mesa institucional de cruceros porque cada vez es más un proyecto de territorio y no tanto del Puerto. Si los cruceros pueden ayudar a que se desestacionalice el turismo y son ambientalmente sostenibles, tienen todo el sentido del mundo. En caso de que no pase, no lo tienen. Lo que es importante es dar una opinión de consenso de territorio.
En otras zonas provoca tensiones el tema de los cruceros.No somos comparables con otras zonas como Baleares o Barcelona. Estamos equiparando erróneamente nuestros 76.000 viajeros con sus 3 millones. No se nos puede poner en el mismo saco. Me emplazaría a explicar el proyecto desde la mesa institucional de cruceros. El Puerto es solo una parte de la cadena logística de los cruceros.
¿Se puede mantener la esencia de activista cuando se ocupa la presidencia de la Autoridad Portuaria?Seguro que sí. Soy antisistema porque hay muchas partes del sistema que no me gustan. El capitalismo que está agotando los recursos del planeta no me gusta ni lo comparto. Lo debemos modelar para que no nos aboque a la ruina. No soy el único que lo ve así. Estuvimos tres días en Puertos del Estado y coincidí muchísimo con el Marco Estratégico. O nos movemos o el mundo se moverá seguro. Lo mejor es adaptarse y a veces tener que asumir ciertas contradicciones. Lo que no se puede hacer es hacer creer a la ciudadanía que pasarás del hidrógeno negro al verde en un año porque es imposible. Se debe hablar claro y explicar todos los pasos que estamos dando. El espíritu antisistema y de activista es una actitud. En las decisiones está la responsabilidad de actuar sin destruir lo que hay. Quiero mejorar el sistema desde el mismo sistema.