¿Qué es una smart city?
Cuando hablamos de smart cities no hablamos de otra cosa que de una ciudad en cuya gestión se pone tecnología. Por lo tanto, quiere decir cosas muy gruesas como el uso de big data y open data para mejorar la gestión del agua o de la seguridad. Pero también cosas muy pequeñas como que los semáforos sean inteligentes y se activen cuando pasan coches o que podamos tener líneas de autobús que respondan a la carta y sólo vayan a un barrio cuando haya demanda.
La fundación es original de Tarragona pero también se ha acabado sumando Reus. ¿Es mejor trabajar conjuntamente entre todo el territorio?
La fundación ha cambiado su nombre a Fundación Smart Region pensando en que la gestión de esta idea de aplicación de la tecnología a la gestión regional y urbana tenga este punto pluriurbano más allá de una ciudad. Pero de lo que hablamos especialmente aquí es de la gestión metropolitana, de que la aplicación de esta idea de smart city sea sobre la ciudad real. En el Camp de Tarragona esta capital real ocupa como mínimo los cinco o seis municipios que van desde Cambrils hasta Tarragona, pasando por Salou, Vila-seca y Reus. Aquí es donde sobre todo debemos poner la idea de aplicación de tecnología porque la ciudad donde vivimos cada día es ésta.
¿Hasta qué punto se puede catalogar hoy en día a Tarragona y Reus como ciudades inteligentes?
Alguna vez nos han preguntado cuándo Tarragona, Reus o el área metropolitana serán ciudades inteligentes. Esto no ocurrirá nunca porque no se es o se deja de ser una smart city. La aplicación de la tecnología en la gestión urbana es un proceso que no terminará nunca porque cuando hayamos aplicado las tecnologías que tenemos ahora sobre la mesa habrán salido nuevas y cuando hayamos aplicado éstas habrá necesidades nuevas que tendremos que resolver y algunas de las viejas habrán quedado obsoletas.
Por lo tanto, todas las ciudades de esta región metropolitana están en el proceso de convertirse en ciudades inteligentes, algunas como Reus y Tarragona en un proceso más avanzado que otras, pero todas lo son y ninguna lo es porque, al fin y al cabo, hablamos de un proceso que no terminará en ningún momento.
Pero ¿se podría considerar que se encuentran en un buen nivel actualmente?
Es evidente que hay grandes ciudades como Barcelona, Ámsterdam, Londres, París o Milán que juegan en una liga que no es la nuestra porque por dimensión y recursos están mucho más avanzadas. Pero creo que en nuestra liga, que es la liga de las ciudades medianas de entre 100.000 y 300.000 habitantes, hemos hecho bastante bien los deberes en los últimos años y tenemos unos proyectos que no sólo nos sitúan donde debemos estar sino que en algunos de ellos podemos dar ejemplo.
En estos años ¿qué iniciativas han sacado adelante?
Depende mucho de la ciudad. En Reus, en movilidad eléctrica, somos una de las ciudades de nuestro tamaño del sur de Europa en la que hay una mejor infraestructura de carga de vehículos eléctricos y así se nos ha reconocido. En Tarragona, en la gestión del patrimonio y en dibujar experiencias turísticas innovadoras utilizando la tecnología han hecho mucho camino y también es un referente en el sur de Europa.
En Reus, por ejemplo, también hemos digitalizado una buena parte de los contadores del agua y esto nos permite gestionar mejor el servicio que hacemos y dar mucha mejor información del consumo a los clientes. Conjuntamente, Reus y Tarragona estamos desarrollando con otras ciudades como Cambrils una aplicación de gestión de la zona azul que servirá también para gestionar los aparcamientos públicos. No está nada mal los ámbitos diversos en los que hemos hecho cosas significativas.
En el caso de Reus han apostado para que se lleven adelante los proyectos con empresas locales. ¿Es mejor que apostar por grandes empresas?
Las dos cosas son positivas. Hay proyectos que nosotros hemos hecho con grandes multinacionales y esto te da un proyecto establecido y con llaves en mano que te permite que las cosas vayan más deprisa. A la vez, sin embargo, trabajar con empresas locales te permite no sólo desarrollar soluciones inteligentes sino que estas soluciones se conviertan en tejido productivo de la región.
Un buen ejemplo es el de la aplicación de la zona azul que nosotros hubiéramos podido comprar, porque hay en el mercado. Haberlo hecho con una empresa local quizás ha sido un poco más lento y nos ha costado un poco más, pero ahora que no sólo está convirtiéndose en un referente en el Camp de Tarragona sino que la Diputación de Barcelona también lo ha asumido como su herramienta estándar en la gestión de zonas azules de la región, hace que una empresa de Reus esté vendiendo su producto en Barcelona y por qué no de aquí a unos meses en otros lugares de España o de Europa. Por lo tanto, habremos creado realidad productiva y habrá servido nuestro proyecto para que una empresa pueda crecer.
Si tengo que elegir entre los dos modelos, a mí me gusta más éste. Tenemos la suerte de que en el Camp de Tarragona hay un sector TIC importante, sólo en el Cluster TIC tenemos unas 45 empresas de la región asociadas, y una de nuestras obligaciones es, a la vez que desarrollamos soluciones tecnológicas para la gestión urbana, intentar que esto sirva para que el sector TIC de la región vaya adelante y genere productos que pueda vender más allá de su casa.
¿La ciudadanía valora todas estas iniciativas?
Estamos en un punto interesante en el que damos tanto por hecho que debe haber soluciones tecnológicas buenas que nos hagan la vida más fácil en todos los campos, que la aplicación de tecnología a la gestión urbana y el desarrollo de soluciones smart city ya no suma demasiado. Lo que pasaría es que la ciudadanía no entendería que no lo hiciéramos. Ya no se considera un gran mérito que un ayuntamiento, una institución regional o la fundación desarrollen buenas soluciones, sino que es casi una obligación. Esto tiene que ver probablemente con que hemos hecho las cosas bien y hemos acostumbrado a los ciudadanos a que haya tecnología para resolver su día a día en muchos campos, por ejemplo con las aplicaciones de los presupuestos participativos, lo que ha hecho que ya no sea un mérito y, en todo caso, no hacerlo sería considerado un problema.
Para terminar, ¿qué expectativas de futuro hay?
A corto y medio plazo veremos grandes cambios en transporte público porque los modelos de transporte público que conocemos ahora irán tendiendo hacia modelos más a la carta y flexibles, es decir, que habrá compañías de transporte que a través de aplicaciones serán un híbrido entre autobús y taxi. Esto lo veremos en los próximos 6 u 8 años. También veremos iniciativas de participación ciudadana muy potentes, como lo que se está haciendo con los presupuestos participativos. En la gestión del agua y algunos consumos habituales también tendremos mucha más información que nos permitirá tomar decisiones más inteligentes. Y, aunque no es tan tecnológico pero sí que es smart, el conjunto de ayuntamientos del Camp de Tarragona cada vez colaborarán más con la Fundación Smart Region.
