Reus celebra el acto institucional por el 25-N contra las violencias machistas

15 de diciembre de 2023 a las 15:03h

La alcaldesa de Reus, Sandra Guaita Esteruelas, y la concejala del Área de Servicios a las Personas y Derechos Sociales del Ayuntamiento de Reus, Anabel Martínez Serrano, han presidido este viernes, 24 de noviembre, el acto institucional con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres.

Durante el acto, se ha hecho un minuto de silencio en recuerdo de las 52 mujeres muertas por violencia machista en el estado español desde comienzos de este año 2023 hasta ahora. El momento más destacado ha sido la lectura de la declaración institucional, a cargo de Maria Josefa Clavero Tono, jefa de la Unidad de Violencia sobre la Mujer de la Subdelegación del Gobierno en Tarragona. El grupo musical Bego Vázquez y Carlos Bianchini han amenizado el acto.

Durante todo el mes, el Área de Servicios a las Personas y Derechos Sociales del Ayuntamiento de Reus ha programado diversas actividades con el objetivo de sensibilizar a la ciudadanía sobre esta problemática y de informar de los diferentes servicios de atención a las mujeres existentes en la ciudad con el lema “¡A una voz contra las violencias machistas!”. Además, este año, se ha puesto el foco sobre el Casal de les Dones, un equipamiento que presta una atención universal a las mujeres, también a las víctimas de violencia, y que facilita el acceso a diversos recursos: jurídicos, psicológicos, de empoderamiento, etc. Por este motivo, la mayoría de actos programados se han hecho en este espacio.

 

Declaración institucional unitaria

Reus ha hecho suya un año más la declaración institucional unitaria para conmemorar el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres, consensuado por la Generalitat de Cataluña, las Diputaciones de Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona, el Ayuntamiento de Barcelona, la Federación de Municipios de Cataluña, la Asociación de Micropueblos de Cataluña y la Delegación del Gobierno en Cataluña.

El manifiesto de este año destaca la necesidad de que toda la sociedad trabaje conjuntamente para eliminar las violencias machistas, como también lo ha hecho la campaña de Reus “¡A una voz contra las violencias machistas!”.

Por todo ello, concluye que “para erradicar las violencias machistas, es imprescindible la implicación de todo el mundo. Cada uno y cada una de nosotros podemos ser agentes de cambio. Levantemos todas las alfombras, rompamos todos los silencios y tengamos todas las alertas activadas para prevenir, detectar y reparar las violencias contra las mujeres. Tomemos partido para detener de una vez por todas la principal vulneración de los derechos humanos de las mujeres y para acabar con su último responsable: el patriarcado y la ideología machista que lo sustenta”.

 

Una fecha para reivindicar y para recordar

El 25 de noviembre se conmemora la fecha en que se produjo el violento asesinato de tres hermanas, activistas políticas, en manos de la policía secreta de la dictadura de la República Dominicana en 1960. Para el movimiento popular y feminista de este país centroamericano, estas mujeres han simbolizado la lucha y la resistencia.

En 1981 este movimiento inició la conmemoración con una convocatoria anual y en 1999 la Asamblea General de Naciones Unidas asumió la reivindicación.

Desde entonces, este día en todo el mundo se denuncia la violencia que se ejerce sobre las mujeres que tiene su origen en la falta de equidad y la discriminación.

 

La declaración

El texto de la declaración institucional es el siguiente:

Declaración institucional con motivo del 25 de noviembre de 2023, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres

Hoy, 25 de noviembre, Día internacional para la eliminación de la violencia hacia las mujeres, afirmamos bien alto y claro que la lucha contra las violencias machistas es una lucha colectiva que necesita de toda la sociedad. Porque las violencias machistas no son un hecho aislado ni privado. Porque las violencias machistas son el principal problema de seguridad pública que tiene el país. Porque no son un problema de las mujeres. Son un problema de toda la sociedad.

En las últimas décadas hemos vivido en nuestro país un cambio profundo en el rechazo social a esta violencia estructural contra las mujeres. Para llegar hasta aquí ha sido necesario poner nombre a las diferentes formas que adopta y señalar todos los ámbitos en que se produce. También ha sido fundamental que tanto las mujeres como los hombres aprendiéramos a identificar los hechos que constituyen violencia machista y, de manera primordial, a responsabilizar a los agresores en lugar de culpabilizar a las mujeres que la sufren por lo que han hecho o no han hecho.

Este cambio no se ha producido porque sí. Ha sido fruto de una intensa lucha feminista que viene de lejos, en el ámbito social y comunitario, en el ámbito laboral, en el ámbito cultural o en el ámbito deportivo, y que también ha ganado un espacio central en las instituciones políticas y las administraciones públicas. Se destinan más recursos que nunca para los servicios especializados de atención y recuperación de las mujeres y de sus hijas e hijos.

Por eso es inevitable que se nos agoten las palabras de condena y que nos preguntemos con dolor: “¿por qué no se detienen las violencias contra las mujeres?”, “¿por qué no se acaban los feminicidios?”, o “¿por qué no dejan de aumentar las denuncias?”.

Tomemos conciencia de que con el aumento del rechazo social y la firmeza de la respuesta institucional no es suficiente. No afrontamos un esprint sino una carrera de fondo. Tenemos aún muy normalizadas actitudes y comportamientos machistas de menosprecio, ridiculización, control o dominación hacia las mujeres y sus cuerpos. Y demasiado a menudo aún cuesta desprenderse de los estereotipos sobre las víctimas y sobre los agresores, de las dudas sobre la intención de la víctima o superviviente que denuncia la situación de violencia y de la complicidad o camaradería con el agresor.

Este verano todo el mundo ha podido ver cómo un hecho ocurrido ante las cámaras y difundido en todo el mundo no era suficiente para obtener en un primer momento una reparación ágil a la violencia vivida. Todo el mundo ha podido ver igualmente que, para que esto pasara, ha sido necesario todo un clamor social de indignación ante la falta de diligencia de quien tenía la responsabilidad de actuar, de aquellos que aplaudieron unas excusas injustificables, de los que presionaron o cuestionaron la reacción de la víctima y de los que fueron blandos en sus comunicados o callaron demasiados días. Todo el mundo ha podido ver igualmente que, con el clamor “#SeAcabó”, las jugadoras de fútbol no denunciaban sólo estos hechos, sino que ponían el foco en un conjunto de desigualdades que hay que dirigir para garantizar la no-repeticón y para hacer efectiva la igualdad.

Este es el paso que necesitamos hacer todas y todos cada día para acabar con las violencias machistas. El silencio y la inacción no son respuestas neutrales, sino que apoyan al agresor, a la impunidad y a la reproducción de las violencias. Hay que romper todos los silencios y tener un papel proactivo en la prevención y la detección. Todas y todos somos observadoras y observadores de unas violencias que sufren muchas mujeres de nuestro entorno (familiar, de amistades, laboral, educativo, grupos de redes sociales, espacios de ocio, en el transporte público o en la calle) por parte de hombres de nuestro mismo entorno.

Todas y todos podemos evitar que se produzca la violencia interviniendo y denunciando comportamientos agresivos, discriminaciones y desigualdades. Podemos contribuir a establecer estándares sobre qué es aceptable y qué no lo es en nuestro entorno, podemos ayudar a reconocer comentarios o comportamientos intolerables, incluyendo aquellos discursos negacionistas de las violencias machistas, y empujar así a superar las normas culturales patriarcales de nuestra sociedad. Podemos llamar la atención sobre la situación de violencia para que se detenga y exigir a nuestro centro de trabajo, asociación o espacio de ocio que aplique adecuadamente el protocolo que está obligado a tener.

Asimismo, todas y todos tenemos también un papel primordial en la respuesta inmediata después de la violencia. Como amiga o amigo, familiar, compañero o compañera de trabajo, vecino o vecina, podemos ayudar a quien lo está sufriendo a identificar los indicios de la violencia sufrida o de los factores de riesgo por su vida. Es especialmente importante darle apoyo emocional, ayudarla a superar el miedo, el aislamiento, la vergüenza o el sentimiento de culpabilidad que puede provocar la violencia vivida, asegurándole que no es culpa suya, que estamos a su lado y que la podemos acompañar a los servicios especializados que se encuentran en todo el país o llamar al teléfono 900 900 120.

Las instituciones políticas del país —Generalitat de Cataluña, administraciones locales y entidades municipalistas—  nos comprometemos a dedicar todos los esfuerzos y recursos necesarios para garantizar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencias machistas. Sabemos que hemos trabajado mucho, pero aún tenemos que hacerlo mucho más: con la diligencia debida, con una respuesta integral y con políticas públicas transformadoras y valientes.

Pero, para erradicar las violencias machistas, es imprescindible la implicación de todo el mundo. Cada uno y cada una de nosotros podemos ser agentes de cambio. Levantemos todas las alfombras, rompamos todos los silencios y tengamos todas las alertas activadas para prevenir, detectar y reparar las violencias contra las mujeres. Tomemos partido para detener de una vez por todas la principal vulneración de los derechos humanos de las mujeres y para acabar con su último responsable: el patriarcado y la ideología machista que lo sustenta.

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