Diez pacientes con discapacidades físicas del hospital Joan XXIII se han estrenado este viernes como submarinistas. Lo han hecho en una actividad impulsada por el centro, para celebrar el 50º aniversario de la institución, y en colaboración con el Instituto Guttman y la Sociedad de Exploraciones Submarinas (SES). A los pacientes, seleccionados por el servicio de rehabilitación, se les hizo un entrenamiento en piscina la semana pasada y este viernes lo han puesto en práctica en la playa de l'Arrabassada de Tarragona. Javier Rodríguez, jefe de servicio de cirugía maxilofacial del Joan XXIII y buceador, ha explicado que para las personas con cierto grado de dificultad en la movilidad estar en el agua significa "sentirse ingrávido, independiente y en libertad". Además, considera que hacerles practicar submarinismo "los motiva a cuidarse y estar bien" y evitar la tendencia al sobrepeso de las personas que van en silla de ruedas.
La iniciativa se enmarca en una serie de actividades que el hospital Joan XXIII ha programado para celebrar el cincuentenario y con las cuales se quieren acercar a la sociedad. Rodríguez, que bucea desde hace 30 años, participa en actividades similares con los instructores del Instituto Guttman desde hace diez años en la Costa Brava y propuso organizar esta actividad para una decena de pacientes en Tarragona. Esta es la primera vez que se realiza un 'bautizo' de submarinismo para personas con discapacidades físicas, pero el jefe de servicio de cirugía maxilofacial espera que se repita año tras año, ya que conlleva múltiples beneficios para los participantes. "Para la gente que tiene cierto grado de dificultad en la movilidad, estar en el agua, sentirse ingrávido, totalmente independiente y poder hacer una actividad como una persona perfectamente normal les da un grado de felicidad y de libertad muy importante", ha afirmado. Pero, además de eso, el submarinismo para este tipo de pacientes tiene otros beneficios. Según Rodríguez, muchas personas que tienen la movilidad reducida tienden al sobrepeso. Mostrarles, con la ayuda de monitores, que pueden hacer una actividad como el submarinismo -"y licenciarse y tener sus títulos, como cualquier otro"- los motiva "a cuidarse", ha apuntado. De la misma opinión es Manel Salcedo, de la SES, que explica que los participantes sienten una "ilusión brutal de poder hacerlo" y que la sensación de ingravidez y de estar dentro del agua y poder moverse les va muy bien. Por todo ello, también espera que esta no sea la única ocasión. Rodríguez ha afirmado que lo más difícil ha sido empezar, pero que, una vez hechos los contactos con la SES, todo ha ido rodado: "nos lo han facilitado todo, nos han reservado aparcamiento, el acceso a la playa... El año que viene sería más fácil repetir", ha dicho. Uno de los participantes ha sido Sebastià Garcia, que al finalizar la actividad de buceo ha explicado que la sensación dentro del agua es "extraña" porque "es como estar flotando o en el espacio". Garcia ha explicado que lo han llevado hasta las boyas de la playa para hacer una inmersión de más de 20 minutos, de la cual ha disfrutado mucho "porque aunque no puedas moverte como quisieras, es una sensación de libertad". En la actividad han participado 10 personas con discapacidad física, acompañados de unos 10 monitores, del SES y la Cruz Roja. Los participantes tienen grados diferentes de discapacidad y se les ha hecho un entrenamiento en piscina antes de realizar la práctica real en el mar.