Los agricultores tarraconenses, preocupados por los robos y los daños de la fauna

05 de agosto de 2020 a las 11:39h
Los agricultores tarraconenses no bajan la guardia ante los robos en el campo. Coincidiendo con la época de cosecha, que arrancará dentro de unas semanas con la avellana, el sector ya ha empezado a definir con los Mossos d'Esquadra la estrategia a seguir. El coordinador de la Unió de Pagesos en el Camp de Tarragona, Pere Guinovart, señala a la ACN que la clave es combinar el patrullaje de la policía catalana con la tarea de los vigilantes rurales, y comunicar rápidamente la presencia de vehículos sospechosos. Los agricultores también han aprendido la lección y evitan dejar herramientas en las casetas de campo. Además, han ido sustituyendo por elementos de plástico los grifos y tuberías metálicas que los ladrones suelen arrancar para revenderlas como chatarra.
Guinovart apunta que este tipo de robos han ido a la baja porque los precios que se pagan por el cobre o el hierro "no compensan" a los ladrones. Además, en los campos ya encuentran poco. "Hace cinco años prácticamente dejaron sin hierro ni cobre las masías", ilustra. Uno de los últimos episodios que se ha denunciado en el territorio es el robo de placas fotovoltaicas a un agricultor de l'Aleixar (Baix Camp). La actuación de los ladrones ha inutilizado el sistema de riego automatizado de una finca de dos hectáreas. Aparte de este goteo de robos, preocupa la sustracción de género, sobre todo de aquel que cotiza más al alza. Hace dos años lo sufrió la almendra y el año pasado la algarroba. "Tenemos que anticiparnos para no llegar a estas situaciones", pide Guinovart. El coordinador del sindicato en el Camp de Tarragona lamenta que la ley tipifique los robos de hasta 300 euros como una falta leve. "Cada día te pueden tomar 300 euros y, aunque los denuncien, al día siguiente irán a otra finca a llenar la furgoneta", apunta. Los agricultores quieren más vigilancia del entorno rural y periurbano durante los meses de verano y la época de cosecha, que se alargará hasta final de año. La campaña comenzará con la recogida de las variedades tempranas de avellana y luego vendrá la vendimia, la algarroba, la oliva y la almendra. El sindicato agrario también apunta que durante el desconfinamiento los campos fueron objeto de "mucho vandalismo" por la elevada afluencia de personas a los entornos naturales y que se tuvieron que lamentar daños en instalaciones de riego, entre otros.
Daños de fauna salvaje Durante el confinamiento también se ha agravado la problemática con la fauna salvaje, que ocasiona daños a las siembras, huertas y cultivos. Guinovart lamenta que con el estado de alarma los permisos excepcionales de caza se hayan resuelto más tarde. Esto, dice, lo han pagado las explotaciones. En el Priorat y Baix Penedès sufren la acción de los corzos, que arrasan los viñedos. En el Baix Camp sobre todo hay cerdos jabalíes, mientras que en el Tarragonès y el Alt Camp predominan conejos y garzas, si bien también han aumentado los daños por jabalíes y corzos, como en la Conca de Barberà. El coordinador territorial de la Unió de Pagesos advierte que este año "hay compañeros que perderán la mitad de la cosecha de algunas explotaciones debido a los males de la fauna". El problema, dice, ha ido al alza en los últimos diez años y ya es una cuestión que tratan de forma prioritaria en todas las reuniones sectoriales.
La pandemia golpea a algunos sectores
Pere Guinovart se muestra dolido porque a raíz de la temporada de la fruta dulce en Lleida y los brotes de covid-19 se haya criminalizado a laPagesia. "Hemos trabajado cada día a pesar de los riesgos del coronavirus para seguir produciendo alimentos, y hemos hecho un gran papel", apunta. La pandemia también ha impactado a algunos sectores como "el del vino, que todavía tiene stocks del 40%, y el del calçot, que perdió un 30% de la cosecha". Además, sin turismo ni consumo, avisa Guinovart, la crisis puede arrastrar a todos los sectores de producción.
La amenaza de los parques eólicos y fotovoltaicos Y mientras todo esto pasa, está habiendo una avalancha de solicitudes para implantar parques solares y eólicos en terrenos agrícolas. Las ofertas son de unos 1.200 euros por hectárea y año, durante 30 años. "No queremos un territorio donde todo sean parques. Queremos que se coloquen en lugares donde no afecte a la tierra ni a los agricultores", pide Guinovart. El coordinador de UP en el Camp de Tarragona añade que si los grandes propietarios alquilan sus fincas durante 30 años a las empresas promotoras, "muchos agricultores perderán las tierras que tienen arrendadas". "Decimos sí a la energía renovable pero en defensa de la tierra", resume. Guinovart detalla que en todas las comarcas del Camp de Tarragona las empresas "han ido picoteando" fincas de más de diez hectáreas. "Es como una cierta subasta. Te vienen a ver a casa por si les quieres arrendar las tierras", expone. Ante este fenómeno, Guinovart pide una "normativa generalizada", más allá de restringir la instalación en parques naturales, "para que esto no sea un campi qui pugui. "Piden cierta coordinación y valorar los efectos que puedan tener, sobre todo las placas fotovoltaicas, en cada comarca", cierra.
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