En la recuperación del Séquito Popular de finales del siglo pasado, la presencia de los bailes fue un elemento indispensable. La implicación del Esbart Santa Tecla y el Esbart Dansaire de Tarragona permitió que el séquito tarraconense tuviera esta presencia tan nutrida de bailes. “Los esbarts han cubierto una parte menos llamativa del séquito. Hay una gran parte de danzas y bailes que no era fácil que alguien las cogiera”, remarca Salvador Fà, miembro del Esbart Dansaire de Tarragona y presente en la recuperación de varios bailes.
Tal y como explica Salvador, la complejidad de los bailes suponía una barrera para que, por ejemplo, una asociación de un barrio los quisiera coger. Con esta vocación de recuperar el séquito a partir de los 80, los esbarts se pusieron manos a la obra. “Los esbarts fueron importantes porque todo el pack de danzas se hiciera con muy buen criterio. Es vital para tener el séquito tan completo y variado como el de hoy”, destaca Salvador. Además, la presencia de estas danzas en la calle quisieron “romper la estructura de hombre-mujer”, incorporaron el saco cuando el ámbito musical estaba más dominado por las grallas y también decidieron ir más allá con los bailes hablados. Al Baile de Damas y Viejos y el Baile hablado de los Diablos de Tarragona se añadieron los parlamentos y versos del Baile de Serrallonga, el de Pastorcillos y el de Gitanas.
Recuperación de las máscaras
Cuando ya habían recuperado el Baile de Gitanas y de Pastorcillos, el Esbart Dansaire buscó un nuevo baile que se pudiera incorporar al Séquito Popular. Después de darle vueltas, encontraron el Baile de los Siete Pecados Capitales, que tenía las primeras referencias documentadas en 1407. “Hay muchas danzas al inicio del séquito, entre finales del siglo XIV y principios del XV, en que se trataba el aspecto religioso. Nos pareció bonito recuperar una danza de estos inicios y pensamos en los pecados capitales, que sería la lucha entre el bien y el mal”, describe Salvador, que estuvo presente en su recuperación.

La indumentaria fue una de las cuestiones que comportó más trabajo. Para poder representar mejor los pecados y las virtudes, decidieron incorporar las máscaras al baile. Un hecho que no es menor, ya que entonces no había ningún miembro del séquito que las llevara. En otros lugares del territorio y también anteriormente se habían llevado máscaras, pero en Tarragona se había perdido con el paso del tiempo. “Era una oportunidad de hacer cosas en el séquito que ya habíamos hecho en la edad media”, apunta Salvador.
A la hora de encontrar el diseño de estas máscaras, el Esbart tenía claro que debía ser “una representación alegórica que tuviera cierto sentido”. De la Catedral de Tarragona sacaron los modelos de los pecados del siglo XII que están en el claustro y los de las virtudes del siglo XIV que se sitúan en la fachada. Las primeras máscaras fueron obra de Muntsa Plana, mientras que la segunda versión de 2012 fue a cargo de Àngels Cantos. Los cambios vinieron impulsados por el anhelo de mejorar y potenciar la presencia visual del baile y a la vez resolver algunos problemas técnicos que daban las anteriores.

En el caso de los pecados, las máscaras van rematadas con una imitación de cabellos que tienen el color del pecado que representan (verde de la envidia, rojo de la ira...). En cambio, el de las virtudes son con un pañuelo que lleva bordado una de las diferentes Armas Christi, que la iglesia ha utilizado para establecer el combate espiritual con los pecados. Unos diseños que se extrajeron de imágenes grabadas en la Catedral. Además, los dibujos de los vestidos de cuerpo y los bastones también tienen sus referencias en la misma Catedral.
Replicados en pequeño
Una vez crearon toda la indumentaria, los Siete Pecados Capitales se estrenaron en la Santa Tecla de 2003. En sus inicios, los integrantes fueron principalmente gente que había estado implicada en el Esbart Dansaire o de otros que tenían un vínculo con la fiesta y con las personas de la entidad. A lo largo de estos años, el baile ha crecido hasta el punto de duplicar prácticamente los integrantes necesarios (14). Por este motivo, algunos salen el día 22 y otros el 23.

A la gente que inició este baile en el séquito tarraconense, ahora se ha añadido una nueva hornada de jóvenes que vienen de los Siete Pecados Capitales Pequeño. Aunque el Séquito Pequeño hacía algunos años que ya existía, dilataron dar el paso de aparecer. “Daba respeto. Nos preguntábamos: ‘¿conseguiremos chiquillería que pueda ir con máscara?’ Además, el vestuario, las máscaras y la artillería adicional son muy caras”, apunta Salvador sobre los debates de entonces. Al final, en su 15º aniversario tomaron la decisión de entrar porque “el baile estaba lo suficientemente consolidado”. En aquel momento, el único baile con máscaras del séquito pasó a tener también su versión infantil.
La categoría de único baile con máscaras, sin embargo, terminó el año pasado, cuando apareció el Baile de Titanes, que también llevan. De hecho, el Gremio de Mareantes -los que propusieron recuperarlo- llamaron a Salvador Fà para pedirle consejo sobre cómo construir este nuevo baile. Una contribución más de un tecler implicado en la recuperación de varios bailes y del mismo Séquito Popular. Este año, se ha reconocido su trayectoria siendo nombrado perpetuador de las fiestas durante el Pregón.
