La limpieza viaria, una asignatura pendiente

25 de enero de 2023 a las 13:13h

“La ciudad está sucia”. Esta es una de las frases más recurrentes que suelen emplear los partidos de la oposición y ciudadanos en varios municipios de Cataluña, que ven deficiencias en la limpieza viaria de sus calles. Un tema cíclico en cada mandato, muchas veces marcado por las percepciones que tiene cada uno y que se intensifica cuando llega la época electoral. Evidentemente, Tarragona no es una excepción y tampoco son pocas las voces que señalan las carencias de la limpieza viaria.

Cuantificar estas quejas es complejo, dado que uno de los pocos datos públicos que tenemos son de 2016. En aquel caso, la segunda oleada de la encuesta ciudadana ‘Valora Tarragona’ reflejaba que un 76% de las personas preguntadas veían la ciudad sucia. Una de más reciente es la encuesta del Gesop que recogía el Diari Mes el 27 de diciembre. El instituto de investigación apuntaba que la limpieza, la inseguridad ciudadana y el mantenimiento del espacio público eran las tres principales preocupaciones de los tarraconenses. Aunque no mostraba números exactos, el dato ya reflejaba que la opinión de los ciudadanos sobre la limpieza en Tarragona aún era bastante negativa 6 años después.

Como es difícil poder medir la percepción ciudadana por falta de números actuales que lo sostengan, las experiencias personales de los diferentes barrios de la ciudad se convierten en una buena herramienta para señalar las deficiencias y fortalezas de la limpieza en la ciudad. Por este motivo, nos hemos puesto en contacto con asociaciones de vecinos de varios puntos de Tarragona con el objetivo de poder dibujar un mapa sobre el estado de sus calles.

Además, hay que tener en cuenta que a veces estos conflictos en el ámbito de la limpieza y la recogida de residuos tienen soluciones difíciles y en muchos casos no pueden ser inmediatas. Así pues, también hemos intentado hablar con el Ayuntamiento de Tarragona para conocer la explicación de estas deficiencias que nos han destacado los barrios y las actuaciones que llevan a cabo. Desgraciadamente, el consejero de Limpieza, Jordi Fortuny, ha denegado nuestra proposición por “cuestiones de agenda”.

 

En pie de guerra contra las tarjetas

Una de las iniciativas que han impulsado la corporación municipal en este mandato ha sido la implantación de los contenedores cerrados en los barrios de Bonavista, el Serrallo y Cala Romana. Los resultados numéricos del nuevo sistema han sido claramente todo un éxito. El consejero Fortuny destacaba en rueda de prensa que se habían “alcanzado los objetivos de Europa para 2025” en los tres barrios. “El objetivo es una recogida selectiva del 55% y en el Serrallo se ha llegado al 68,27%”. En Cala Romana el índice es del 49% y en Bonavista del 53%”, comentaba el consejero. Si a estos datos se añaden otras recogidas selectivas (voluminosos, poda, textil, ropa y aceite), la selectiva bruta del Serrallo sería del 72%, en Cala Romana del 55% y en Bonavista del 58%.

Aunque algunos números avalan la iniciativa, ésta ha comportado conflictos en ciertos barrios. Seguramente, el más destacado es el de Bonavista. Loli Gutiérrez, la presidenta de su asociación de vecinos, explica que “las tarjetas a veces no funcionan y se acumulan las bolsas de basura al lado”. Una situación que también se repite en Cala Romana. “Cuando no funcionan los lectores, la porquería se queda al lado de los contenedores creando malos olores e incomodidad”, apunta Belén Marrón, presidenta de la Asociación de Vecinos del barrio de Levante.

Loli Gutiérrez va incluso más allá con la queja y cataloga la iniciativa de “retroceso”. “Los vecinos no quieren utilizar la tarjeta y reclaman una concentración. No puede ser que te pongan una multa por no meter la basura en un contenedor cerrado”, relata. La presidenta de la asociación señala que en algunos casos la suciedad es causada por el incivismo, pero en otros el problema radica en el hecho de que mucha gente no tiene la tarjeta o no puede ir a tirar la basura los días marcados.

En cuanto a la limpieza viaria, Loli Gutiérrez también es bastante crítica y echa de menos realizar más limpieza general, dado que “hace tres años que en Bonavista no se hace una”. En este sentido, reclama que la limpiadora pase cada semana en lugar de cada 15 días o tres limpiezas generales al año.

En Cala Romana, estos problemas entre los vecinos no han sido tan graves. En cambio, los conflictos han llegado en épocas de mayor afluencia en la zona de playas. Belén Marrón remarca que “cada vez que llega la temporada de verano o hay actividades en el Tennis Tarragona, la basura se acumula alrededor de los contenedores porque no la pueden tirar”. “Tenemos buena relación con el Ayuntamiento, tienen constancia y hacen lo que buenamente pueden”, puntualiza.

Por otra parte, Belén Marrón también comenta que hay desafección en el barrio porque les prometieron beneficios fiscales por reciclar mejor y éstos no han llegado aún. Una medida que, en un principio, debería incorporarse entre 2024 y 2025 con el nuevo contrato de limpieza. Sin embargo, destaca que la limpieza y la basura es “sólo un problema más del barrio” y recalca que centran sus esfuerzos en pedir la accesibilidad a la playa para personas con discapacidad y cochecitos.

 

Basura en las esquinas

La Parte Alta es uno de los barrios en los que la limpieza se convierte en misión imposible. Calles estrechas, presencia de turistas, tránsito de personas constante y mucha restauración. Un cúmulo que hace que la Parte Alta “no esté limpia”, denuncia el presidente de su asociación de vecinos, Manel Rovira. En su caso la lista de agravios es alargada y culpabiliza al Ayuntamiento de “dar excusas sin aportar soluciones” cuando se pone en contacto con ellos.

“Los contenedores siempre están llenos a las 10 de la mañana y sucios, al mismo tiempo que hay gente incívica que tira directamente la basura en las esquinas”, relata. Manel Rovira expone que la situación general del barrio empeora, que “el Ayuntamiento ha abandonado completamente la Parte Alta” y que cada vez ve “más coches y suciedad”. Además, avisa que los focos de esta suciedad “siempre están en los mismos sitios” y pone en duda la vigilancia que se aplica. Probablemente, las 28 cámaras de videovigilancia que instalará la corporación municipal serán una buena manera de mantener a raya a los incívicos, pero aún no podemos saber la repercusión exacta que tendrán.

La llegada del nuevo contrato de la basura no aporta mucha esperanza para Manel Rovira, que cree que se repetirán “los mismos problemas que con el viejo”. El contrato podría llevar a la Parte Alta a tener una recogida puerta a puerta, una alternativa que la considera “una buena opción para el barrio”. De todos modos, es bastante escéptico con su aplicación en los próximos años. “Hace tiempo que oigo hablar del puerta a puerta en la Parte Alta y no se ha hecho nada. Hasta que no lo vea, no me lo creeré. Quizás otro Ayuntamiento lo hará, pero éste no”, concluye frustrado.

Mari Carmen Puig, presidenta de la asociación de vecinos del barrio del Puerto, también expresa que “el barrio está sucio”, pero en su caso remarca que estos últimos años “han aumentado la limpieza”. En la zona del Puerto los problemas más críticos son los de los solares vacíos, que se llenan de escombros y desechos; los muebles al lado de los contenedores, y el aumento del incivismo. Mari Carmen Puig pide en estos casos que sea el Ayuntamiento quien se encargue de limpiar los solares -aunque ellos han dicho que no lo pueden hacer-, mayor información sobre el teléfono verde, añadir ceniceros a las basuras y ser más duros con las multas.

 

Los últimos contenedores subterrados

En Sant Pere i Sant Pau, el incivismo y los muebles en los contenedores son también las cuestiones que más preocupan. Luis Trinidad, presidente de la asociación de vecinos, avisa que mucha gente llama al teléfono verde para que le recojan los voluminosos, “pero aún quedan bastantes que lo siguen tirando al lado de los contenedores y te encuentras pisos enteros”. El representante de los vecinos apunta que en la zona norte de la ciudad suelen recoger unos 3.000 kilos diarios de voluminosos.

En cuanto al incivismo, considera que es “un hecho que se debe atacar, porque si no  seguirá igual”. Luis Trinidad agradece el trabajo que hace la Unidad de Medio Ambiente (UMA) para multar a estas personas, aunque la encuentra “insuficiente” para resolverlo.

Aparte de estos dos ámbitos, el gran problema son los contenedores subterrados. En 2007 se puso en marcha este sistema, pero en 2018 se decidió acabar con ellos. Este año debería ser el del fin definitivo de los contenedores subterrados con la eliminación de las últimas islas, después de que la mayoría ya hayan desaparecido de la ciudad. Luis Trinidad señala que en la zona norte “hay algunos puntos donde se nota el incivismo y hay percepción de suciedad por culpa de las basuras que dejan fuera”. Estos espacios suelen ser los lugares en los que se encuentran estos contenedores, por lo que celebra que por fin se puedan deshacer de ellos. Sin embargo, se enfada porque “SPiSP y los barrios siempre somos los últimos” en este tipo de procesos.

Desierto

El 28 de abril de este 2023 debería ponerse punto final a un contrato de basura y limpieza que llevaba vigente desde 2002. La licitación del nuevo contrato era uno de los grandes hitos que se había marcado el Ayuntamiento de Tarragona de cara a este mandato, para aplicar cambios adaptados a la realidad actual de la ciudad y también para no tener que prorrogar de nuevo el de hace dos décadas.

Finalmente, en septiembre del año pasado se aprobaron los nuevos pliegos y condiciones en el Consejo Plenario. Un paso que, según el consejero Fortuny, debía suponer “un cambio sustancial en la limpieza y mantenimiento de nuestras calles y de nuestra ciudad, pero a la vez también el cumplimiento con creces en medidas medioambientales y sociales”.

El contrato comportaba inversiones de sostenibilidad con la renovación del 50% de la maquinaria eléctrica, obtención de vehículos con pila de hidrógeno o limitación del resto. Además, entre otros cambios que planteaba, se preveía aplicar una tasa de la basura marcada por el grado de reciclaje en cada zona, una de las demandas que exige Belén Marrón en los barrios donde ya hay contenedores cerrados.

El pliego alcanzó un gran consenso con 22 votos a favor y sólo 4 abstenciones de Ciudadanos, Partido Popular y En Comú Podem. Pero fue en la licitación cuando aparecieron todos los problemas.

El contrato se regía en cinco grandes lotes: Servicio de Transporte y recogida de residuos municipales, de limpieza viaria y de información y educación ambiental (19 M€/año); servicio de limpieza de playas, solares, terrenos y caminos municipales (892 mil €/año); servicio de gestión de la escombrera municipal (592 mil €/año); control de ejecución del servicio y calidad del servicio (225 mil €/año), y plataforma inteligente de ciudad (157 mil €/año). A la hora de la verdad, ninguno de los tres primeros lotes obtuvieron el interés de las empresas y quedaron desiertos.

“No está bien hecho. No puedes pedir con la misma suma de dinero que años anteriores el hidrógeno, maquinarias eléctricas, chips en los contenedores y más recorridos. Las empresas dicen que faltan cerca de 3M o 3,5M”, expone Ángel Martín de Sande, presidente del Comité de Empresa y secretario de saneamiento urbano  de la UGT en Tarragona.

Los trabajadores de la UGT fueron de los más duros a la hora de mostrar el enfado por el fracaso de la licitación. De hecho, incluso pidieron la dimisión del consejero Fortuny porque creían que los trabajadores quedaban desprotegidos con esta situación, aunque se les había prometido que estarían “blindados” y habían conseguido el compromiso del mismo consejero. El mismo Fortuny calmaba las aguas en su primera rueda de prensa y garantizaba el aumento del 8% de los salarios, que está previsto en el pliego, y el mantenimiento de los puestos de trabajo. “Los trabajadores están blindados por la estructura de costes porque son los mejores trabajadores de la limpieza que tenemos”, puntualizaba.

Ángel Martín de Sande, sin embargo, recibe con escepticismo estas palabras. “Aquí todo equivale al dinero. Cuando a la empresa no le den los números, dirán que no nos pueden pagar y que los convenios no suben. Por eso, estamos preocupadísimos”.

Rehacer el trabajo

El presidente del Comité de Empresa señala al equipo de Fortuny, que considera que no se ha querido asesorar de ninguna ingeniería. Por eso, pide que no se apliquen “parches” y vuelvan a hacer un pliego de condiciones con más dinero. Si no se hace de esta manera, cree que acabará siendo “una chapuza total”. Por su parte, el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos Siglo XXI, Jacinto Moreno, también cree que “se han quedado cortos” con el precio y define como “lamentable” la situación actual.

A pesar de las quejas de los trabajadores, el gobierno municipal sacará adelante una nueva licitación con algunos cambios, aplicados después de hablar con las posibles empresas que se pueden presentar. Las modificaciones se basan en pasar de 9 a 10 años de contrato, la unión del lote 1 y 2, adecuar algunos precios a causa de la inflación, flexibilizar algunos requisitos técnicos o aumentar los gastos generales al 7 %. Ángel Martín de Sande cree que algunas de las mejoras que se querían aplicar quedan difuminadas con estos nuevos cambios y señala un riesgo: “con estas cifras lo que puede pasar es que entre una empresa pirata con la que perderíamos ciudadanos y trabajadores”. Para el representante de UGT, el aumento de 180 mil euros anuales aún es insuficiente y se mantienen en la posición de pedir un pliego de condiciones totalmente nuevo.

Experiencias cercanas

Está por ver qué resultado ofrecerá el nuevo contrato y si cambiará la percepción de los ciudadanos. Aunque se quejan de la suciedad tarraconense, Jacinto Moreno destaca que “todas las ciudades tienen este problema. Primero, por la poca planificación de quien nos gobierna y, segundo, por la falta de concienciación del ciudadano”.

En la otra gran ciudad del Camp de Tarragona, Marcos Massó, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Reus, también pone de relieve que “la gente no colaboramos para que las calles estén limpias” y considera que “Reus no la acabaremos nunca de ver limpia porque cada uno hace lo que quiere”. Massó, que fue concejal en su momento, entiende “las dificultades para paliar los problemas de limpieza”, pero piensa que en Reus ha faltado un aumento de personal en los últimos años para hacer frente al crecimiento del municipio.

El Ayuntamiento reusense se defiende y explica que “la plantilla ha aumentado de forma considerable con el cambio de empresa gestora”. En total, se han incorporado 21 personas al servicio, casi todas dedicadas a la limpieza viaria.

De hecho, el consistorio municipal introdujo este 2021 un nuevo servicio de recogida de residuos y limpieza viaria, que debería durar 10 años. Marcos Massó reconoce que no se han notado mucho los cambios introducidos y que hay diferencias entre la limpieza en el centro y en el barrio. El Ayuntamiento, sin embargo, tiene la percepción de que han tenido una buena acogida, ya que ha habido una disminución de las quejas que se atienden por los canales pertinentes. Además, creen que “la disponibilidad de más recursos materiales, a través de la inversión en nueva maquinaria y más eficiente, y de más recursos humanos han provocado mejoras efectivas en el servicio”.

El incivismo es probablemente el gran tema a atacar, en Tarragona, en Reus y en el resto del territorio. En el caso de la capital del Baix Camp nos apuntan que han iniciado una campaña bajo el título “En casa no lo harías. En la calle, tampoco” que busca combatir estas actitudes y que se complementa con la presión policial (han contabilizado 4.000 denuncias anuales). Unas iniciativas que, junto con las mejoras de la limpieza viaria del nuevo contrato, esperan acabar con la percepción de suciedad de algunos ciudadanos de Reus. Un problema de difícil solución y en el que ciudadanía e instituciones deberán ir juntos para mitigarlo.