Un marco incomparable, una selección musical cuidada y las medidas de seguridad más exigentes. Estos son los tres ejes que definen la séptima edición de L'Altacústic, el festival de música emergente de Altafulla, que este domingo ha cerrado su edición más especial, marcada por la actual situación de emergencia sanitaria, pero con el listón elevado en cuanto a las medidas de seguridad ciudadana.
Para garantizar la salud de todos los asistentes a los siete conciertos que se han programado desde el jueves 16 de julio hasta el domingo 19, la organización ha tomado medidas como limitar la entrada a las actuaciones a un total de 160 localidades y centralizar los tres espacios habituales en otras ediciones en un único escenario, ubicado en la plaza de la Iglesia, que se ha adaptado para que los asistentes disfruten de la música manteniendo en todo momento las distancias de seguridad. Además de la obligación de llevar mascarilla, la organización ha facilitado gel hidroalcohólico en la entrada del recinto y ha tomado la temperatura al público antes de cada concierto.
"Para nosotros ha sido muy importante poder ofrecer un festival seguro y de calidad, en tiempos tan complicados como los actuales, en los que buena parte de la oferta cultural ha disminuido", explican tanto desde el Ayuntamiento de Altafulla como desde la organización del festival, mientras reiteran que "todos los implicados hemos trabajado arduamente para poder sacar adelante un festival que ya es uno de los emblemas del municipio y que, este año, ha sido una verdadera puerta musical de las comarcas de Tarragona".
"Con L'Altacústic vimos que existía la opción de readaptarlo para mantenerlo en un año difícil, lo que demuestra que el verano de Altafulla no se detiene. Como Ayuntamiento seguimos apostando por la cultura", explica el co-alcalde de Altafulla, Jordi Molinera. Una opinión similar es la que esgrime la responsable de Cultura de la localidad, Gemma Maymó, que destaca que "como administración pública tenemos muy claro que hay que hacer una apuesta fuerte por el arte y la cultura y hemos apostado, aplicando los formatos habituales a la normativa actual para hacer posible un encuentro que garantiza la calidad musical".
Con las entradas e invitaciones totalmente agotadas, el festival ha ofrecido un total de siete conciertos en cuatro días. Las formaciones que se han hecho suyo el Escenario Iglesia han sido Judit Neddermann, Mazoni, el Petit de Cal Eril, Roger Benet, Anna Andreu, Magalí Saré y Manel Fortià. La última actuación del domingo —Joina— ha quedado suspendida debido a problemas de voz de la artista.
En total, 1.120 personas han disfrutado de música en directo en un año especialmente complicado para el sector cultural, marcado por la falta de oferta de música en vivo y la lucha del sector de la cultura para hacerse valer como un espacio seguro. En este sentido, desde el festival se quiere hacer un especial reconocimiento a los profesionales y, sobre todo, al público asistente, que han colaborado para hacer posible una edición que ha contado con todas las medidas de seguridad sanitaria.
"Es un lujo poder actuar en un festival como este en un año marcado por la disminución de actos culturales y de festivales", manifiesta Ferran Palau, uno de los cabezas de cartel de la edición de este año, una opinión que comparten el resto del elenco musical que ha tomado parte del festival durante este fin de semana, en una edición que también ha estado marcada por la valoración positiva del público de las medidas de seguridad, que no han impedido que la Vila Closa haya vivido un fin de semana lleno de propuestas especiales y únicas.
